jueves, 19 de noviembre de 2015
Un reclamo por la seguridad
El tema de la seguridad ciudadana debe estar debatiéndose en el país. Más que un diálogo, debería ser un debate en el que puedan participar todos los sectores. Pero por ahora las respuestas que da el gobierno de Juan Orlando Hernández son muy cortoplacistas y sin una mirada política en materia de seguridad.
Honduras sigue desangrándose en medio de la violencia que acaba con la vida de 16 personas al día. La guerra no solo está en las calles, también en las instituciones encargadas de garantizar la seguridad del pueblo hondureño, ya que se dejaron contaminar por la corrupción y por los barones del crimen organizado.
Las respuestas son más de lo mismo. El gobierno se ha dado a la tarea de crear nuevas instancias, algunas ni se conoce cómo funcionan, aumentando de esta manera el ya grueso aparato estatal. Pero en la vida práctica no hay cambios, no hay nada de nada, y don Juan, doña María y don Héctor y todos los vecinos y vecinas de los barrios, de las colonias, en la aldeas, se siguen rifando el pellejo entre medio de las balaceras y dudando siempre de los que portan un uniforme policial o militar.
Las respuestas a la violencia siguen siendo violentas. No es con militares en las calles como la gente va a circular tranquila. Estamos convencidos y convencidas que jamás se va devolver la seguridad y la tranquilidad al pueblo hondureño mandando más militares a las calles. La militarización de la seguridad y de la sociedad en general es generadora de más violencia y violaciones a los derechos humanos, es un retroceso.
Otro intento fallido en el país es la llamada depuración de los órganos operadores de justicia. Debemos ser claros en decir que no se puede crear una nueva institucionalidad en el marco de la seguridad ciudadana sino hay una apuesta decidida por acabar con la podredumbre institucionalizada en instancias como la Policía Nacional, el Ministerio Público, la Corte Suprema de Justicia, e incluso entre las Fuerzas Armadas, las que los políticos quieren vender como las salvadoras de la violencia y la inseguridad.
Las esperanzas son las últimas que se pierden pero hay que ser realistas que por ahora no hay voluntad política para dar un paso al frente de manera firme en contra de la inseguridad, la violencia y la impunidad. Por mucho que se quiera no hay posibilidades de diálogo en esta administración que nos ha tratado de vender un diálogo controlado por los mismos actores de siempre, que por cierto, son los mismos que generan la violencia, inseguridad e impunidad en nuestra Honduras.
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