viernes, 6 de noviembre de 2015
Demandas populares
Honduras está viviendo uno de los capítulos más difícil de su historia política. Cuenta con un gobierno cuyo presidente ha demostrado una y otra vez, que no entiende de amistades, de aliados, de colegas, cuando se trata de defender sus intereses personales. Pero lo que es peor, se somete a las líneas dictatoriales de los Estados Unidos a tal grado de solo obedecer los mandatos y cumplir al pie de la letra sin derecho al pataleo. Y la situación es tan grave que tampoco manejan información de primera mano de todo lo que está acontecimiento por ejemplo en el caso Rosenthal.
Mientras eso pasa y nos mantienen muy entretenidos con el Seguro Social y el caso Rosenthal más los temas de extradiciones de narcos, curiosamente temas que en un gobierno normal no saldrían sino por satisfacer los intereses norteamericanos, la población se está muriendo de hambre. No hay empleo, no hay salud y la educación es cada vez más deficiente y excluyente.
Frente a este panorama, el gobierno ofrece el circo pero se olvida del pan. La gente está desesperada. Y la expresión de ese descontento se puede contar desde la ruta de los migrantes. Basta con hablar con los que van en el camino. Muchos se van en busca de un trabajo pero hay hombres y mujeres, niños y niñas, familias completas que se van huyendo de la violencia, y frente a esas realidades hay un silencio gubernamental que prefiere entretener al país con noticias que generan un gran impacto mediático, pero los problemas y las demandas populares no sólo se mantienen intactas sino que llevan a una tendencia de agudizarse.
Hay otros sectores que llaman al país a la reconciliación nacional, pero todos lo entienden de distintas maneras. Es cierto que la reconciliación nacional es una tarea pendiente. Pero debemos ser claros que los disgustos de la población hondureña hacia el sistema político y la forma de como se ha gobernado al país no vienen del Golpe de Estado. Fue con el rompimiento constitucional que se agudizó ese rechazo, por lo tanto la reconciliación nacional es una tarea que desde hace varios años se viene arrastrando en el país.
Y los sondeos de opinión pública del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, ERIC, ratifican que hay una creciente desconfianza ciudadana en las instituciones del Estado y particularmente en los partidos políticos tradicionales. Además, la opinión de la gente es clara, la población pide más trabajo, salarios dignos, menos violencia, menos delincuencia y más seguridad en las calles de los barrios, colonias, aldeas y caseríos. Pero por ahora lo único que tenemos es un presidente desconocido que no se ha sabido ganar el respeto de la gente, surgido de elecciones cuestionadas.
Para lograr que se cumplan las demandas populares se necesita la unidad de todos y todas, una unidad que nazca desde abajo, desde lo territorial y no desde arriba, desde las cúpulas. Y desde allí definir un plan serio que cambie el rumbo del país privilegiando la búsqueda de la paz y la justicia social.
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