jueves, 8 de octubre de 2015

Alcances y límites de un discurso



En medio de tantos líderes mundiales que participaron en la Asamblea de la ONU acerca del “Desarrollo Sostenible” posiblemente ha quedado opacado la intervención de nuestro presidente Juan Orlando Hernández.  Es lo que vamos a tratar de recoger hoy: sus alcances y sus límites, sus vacíos y sus lagunas.
JOH, según los medios de prensa, “hizo un enérgico llamado a los líderes mundiales para que tomen acciones inmediatas y asuman la co-responsabilidad de la crisis provocada por el cambio climático como un imperativo moral y político”.  Es un signo de madurez y crecimiento de la humanidad si “somos capaces de aceptar que, así como hay responsabilidades comunes y compartidas en la generación del fenómeno del cambio climático, también debe haberlas para las soluciones”.  Y concluye que: “quienes más han contribuido a generar la crisis, más deben aportar para resolverla de manera conjunta”. 
Las consecuencias del cambio climático sobre Honduras son evidentes: 250,000 familias en situación crítica pues se perdieron gran parte de sus cosechas y ganado y empieza a escasear el agua.  JOH termina de enfatizar al decir que “a la lucha contra el narcotráfico y a la pobreza se agregaron los efectos del cambio climático, frente al cual Honduras es uno de los tres países más vulnerables del mundo”.  Y, por si fuera poco, la vulnerabilidad del país se puso de manifiesto con el fenómeno del Niño que por dos años ha dejado la sequía más grande desde mediados de siglo XX.  Asimismo la plaga del “gorgojo descortezador” ha dejado pérdidas por 112,000 hectáreas de bosques de pino.
Por lo tanto, el llamado conclusivo es urgente: “es fundamental un cambio en la matriz productiva y energética y poner en marcha un Plan Maestro para el Agua, los Suelos y el Bosque, ¡ya!, no el año que viene, ni la próxima década, sino ya, ahora”.
Bien conocemos a nuestro presidente que aprovecha todo tipo de foros para hacer y hacerse propaganda de sí mismo y su gobierno.  Y no desaprovechó está ocasión pues se dedicó a ensalzar su protagonismo en el Plan de la Alianza para la Prosperidad, los avances en materia de seguridad, en la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad, la extradición de los capos de la droga.  Y, ¡como no!, los éxitos en el plano social  de lucha contra la pobreza con los programas de “Vida Mejor” y la Ley Marco de Protección Social.
En todo este discurso se trasparenta una de las actitudes y constantes de su gobierno: la dependencia del principal “aliado estratégico” de quien se esperan todas las iniciativas y soluciones.  Sobre todo que se hace una lectura de la realidad del país pasando por encima de los problemas sociales, económicos y territoriales.  No se menciona para nada el problema de la agroindustria y concentración de la tierra.  En la misma dirección la entrega del país y de los recursos naturales a la compañías trasnacionales, muchas veces a costa y sin tener en cuenta las comunidades ancestrales, sus territorios, su cultura y desarrollo.  Abona en lo mismo el empuje, la fuerza y la organización del movimiento popular que reclama por todas partes “municipios libres de la minería o de las represas”.
Hubiera sido más sensato reconocer la parte de responsabilidad de los gobiernos y la clase política para promover la utilización del país y sus recursos naturales en una coalianza nacional-multinacional sin identidad y proyecto de nación.  En definitiva, no podemos cosechar lo que no hemos sembrado y seguir esperando de las “muchas OEAS” existentes que hagan el trabajo que no queremos hacer y enfrentar nuestros problemas y búsquedas de solución con todos los sectores sociales.

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