jueves, 15 de octubre de 2015
La verdadera crisis económica
La situación difícil de las finanzas del Estado pusieron de rodillas al país frente a organismo financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional, que en su reciente visita al país, se fue contento porque las cifras macroeconómicos están sanas contrastando con la dura realidad que enfrentan las familias pobres de Honduras que sobreviven en una economía en constante crisis. Los golpes de las malas decisiones surten su efecto en la economía familiar.
Nadie entiende cómo es posible que el gobierno celebre dichos resultados apretándoles las tuercas a los más pobres que son los que al final de cuentas pagan más impuestos. Se entiende que si el gobierno goza de la confianza del Fondo Monetario Internacional puede tocar las puertas de los financiadores internacionales y adquirir más deudas con el fin de dar un respiro económico a esta tan agobiada economía del país.
Pero lo frustrante de todo es que dichos fondos son mal utilizados. Veamos cómo eso se expresa en la apuesta del gobierno de Juan Orlando Hernández analizadas desde el borrador de presupuesto para el ejercicio fiscal 2016 que ya entregó al Congreso Nacional.
La apuesta es clara: seguir con los procesos de militarización de la sociedad hondureña. Los primeros análisis señalan que se reporta un raquítico aumento de un 11% y un 9%, para Salud y Educación respectivamente frente a un desproporcionado aumento del 58% para gastos en defensa y seguridad.
Hay que destacar que la partida que más fondos se lleva en esta propuesta de presupuesto es la destinada al pago del servicio de la deuda que supera los 32 mil millones de lempiras. La deuda interna y externa del país cada vez van en aumento. Ya suman 80 mil millones de lempiras. Como bien lo señalaba un analista esta semana, la población está endeudada, cada hondureño y hondureña incluidos los niños y las niñas que están por nacer, traen ya una deuda que supera los 23 mil lempiras.
Hasta que el presupuesto deje de verse como un mecanismo meramente político y se vea como un camino al desarrollo y bienestar para la población, no habrá verdaderas apuestas que busquen una mejor calidad de vida para la ciudadanía.
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