viernes, 23 de octubre de 2015

Hablemos de armas



En el mes de octubre, desde el oficialismo, se hace honor a las fuerzas del orden público, llámese policías, soldado, Fuerzas Armadas. Por eso hablemos de armas. En los últimos 5 años Honduras ha estado entre los países más violentos del mundo, ha tenido, según instancias internacionales, dos de sus principales ciudades como las más violentas del planeta. Los propios datos de la Secretaría de Seguridad para el 2014 se registraban 16 muertes diarias. Cifra que sigue siendo una de las más altas del mundo.

En el país se estima cerca de un millón de armas en manos de hondureños y hondureñas, esto para un país como el nuestro es tener la vida “bala en boca”. El 95 por ciento de los crímenes en Honduras se cometen con armas de fuego.

La ley permite que una persona tenga la posibilidad de registrar hasta cinco armas, ¿por qué razón pasa esto?, ¿estamos asintiendo que debemos hacer culto al armamentismo? Imaginemos que en una casa hay cinco personas que pueden registrar cinco armas, allí ya tenemos un arsenal de 25 armas de fuego.

Ante todo este panorama nos preguntamos: ¿Quiénes son los grandes beneficiarios en el negocio de armas?, ¿por qué Honduras no ha firmado el tratado internacional de armas?, ¿qué se habla en el legislativo hondureño alrededor del tema?

En el hospital Escuela Universitario se atienden al año 2,800 personas heridas por armas de fuego. Según una investigación realizada en el mismo hospital el costo diario de atención de un paciente herido por arma de fuego es de casi 11 mil Lempiras.

¿Cuánto es el costo del sistema IBIS, qué pasó con el equipo de marcaje de armas donado por la OEA al gobierno de Honduras, qué juego hubo con el Grupo Visión que llevaba el registro de armas en el país?

¿Qué pasó con los más de 8 millones de dólares donados por Eurojusticia para apoyar los sistemas estadísticos en el país?

Existen muchas preguntas a las que les faltan respuestas. Sin duda alguna, debe existir un claro control y registro de las armas, pero además una reglamentación para el control de las municiones.

Desgraciadamente, como dijo el poeta Heliodoro Valle, “la historia de Honduras se puede escribir en una lágrima”, ojalá esa misma historia ya no la sigamos escribiendo al filo del cañón de un arma.

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