lunes, 12 de octubre de 2015

¿Qué tienen que celebrar los medio de comunicación árabes?



Por Ramzy Baroud *

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.

Recientemente se anunció que varios “expertos en los medios” árabes planean “celebrar” el Día de los Medios Árabes el 21 de abril de 2016. El tema de este primer día de lo que se pretende que sea una tradición anual es “El papel de los medios (árabes) en luchar contra el terrorismo”. 
Sin lugar a dudas esta farsa tiene varios aspectos. Uno de ellos es la elección claramente politizada del tema del acontecimiento. El término “terrorismo” es un término político y se aplica raramente a la violencia cometida por los regímenes árabes: solo se aplica a sus detractores.

Otro aspecto es que el comité de “expertos” que tomó la decisión fue nombrado a su vez por el Consejo de ministros de Exteriores árabes en la cumbre de El Cairo celebrada el pasado mes de mayo. El Consejo opera bajo la inútil y en gran parte ceremoniosa Liga Árabe.

Por supuesto, varios países árabes están pensando llenos de entusiasmo unirse a las “celebraciones” y algunos de ellos ponen de relieve, sin escrúpulo alguno, la importancia del tema de "luchar contra el terrorismo", por razones obvias: posicionarse ellos mismos como víctimas del terrorismo, nunca como proveedores de violencia. Es probable que este acontecimiento (como la mayoría de otros temas comunes en los medios de comunicación árabes) promocione a los gobernantes como salvadores de naciones y condene a sus detractores como terroristas, simpatizantes del terrorismo o terroristas potenciales.

En realidad, los medios de comunicación árabes tienen poco que celebrar. De hacer algo, los árabes deberían lamentar el malestar moral que aflige a sus medios, ya sean oficiales, semioficiales, independientes o de la oposición. Por no mencionar los cientos de inútiles revistas de cotilleo que tratan a las mujeres como objetos, menosprecian los retos sociales a los que se enfrentan las sociedades árabes y adoptan la globalización occidental como si los árabes solo existieran para consumir, pero no para pensar de forma independiente o crítica.

Para que el 21 de abril tuviera algún valor, debería ser un día de discusión sincera acerca de los pasos urgentes y prácticos que hay que dar para librarse del desmoronamiento total de la credibilidad, estado que ha prevalecido en la mayoría de los medios árabes en los últimos cuatro años y medio desde la llamada Primavera Árabe.

Como una persona que ha pasado más de dos décadas trabajando en medios árabes e internacionales, que ha escrito sobre temas relacionados con Oriente Próximo en general y se ha comprometido con problemas concernientes específicamente al mundo árabe, me gustaría proponer a los organizadores del comité de medios árabes que consideren las siguientes cuestiones:

Violencia, no terrorismo

Los medios árabes suelen lanzar en todas sus tribunas términos como “al-irhab” (terrorismo) “al-ta’asub” (extremismo) con un objetivo político específico: demonizar al otro. En cambio, con independencia de quién sea responsable de los actos de violencia se debería utilizar el término “al-‘unf” (violencia) y se le debería hacer frente, Aunque a menudo se otorga al Estado el monopolio de la violencia por medio de leyes convenientemente promulgadas, se supone que este monopolio no se debe utilizar tan despreocupadamente y sin un ápice de responsabilidad, como es el caso actualmente.

Implicar, cuestionar, no predicar

Los medios árabes en general y los comentaristas en particular tienden a tratar a sus lectores con una pretenciosidad palmaria, como si los medios árabes fueran los creadores de cuanto se debe saber. Si esto fuera cierto, los medios árabes no estarían en esta pobre situación. En cambio, los propietarios y gestores de las tribunas de los medios implicarían verdaderamente a la sociedad: escuchar y aprender de las personas reales y de los verdaderos problemas de su vida; entender que fuera de la santificada burbuja mediática existen intelectuales y personas ordinarias con mucha más sabiduría y perspicacia. Los medios no tienen que celebrar las aparentemente infinitas virtudes del régimen o ser celebrados por sus propias supuestas virtudes. Son un podio perpetuo para las ideas, que cuestiona, es difícil y pocas veces gratificante.

Normas universales referentes a la distorsión y la invención

Aunque algunos regímenes árabes han promulgado recientemente leyes que castigan a los periodistas por promover lo que determinados gobiernos consideran invenciones e información errónea, los periodistas favorables al gobierno suelen estar eximidos generosamente de ello. No es ni el derecho ni la responsabilidad de los gobiernos definir lo que es verdad y, por lo tanto, permisible, y lo que no lo es y, por consiguiente, punible con la cárcel o con fuertes multas. Los sindicatos de periodistas deberían ofrecer orientación moral a sus miembros, cuestionar a quienes se permiten servir de portavoces de cualquier partido político o régimen y proteger a quines siguen estando comprometidos con la integridad de su profesión.

Crear espacio para el pensamiento independiente

Los medios de comunicación no deben ser simplemente tribunas para opiniones opuestas. Aunque esto es necesario para que los medios propugnen un sano espacio democrático en cualquier sociedad, las sociedades árabes apenas son democráticas y las opiniones opuestas a menudo sirven como festival de odio entre los régimenes y sus enemigos . Siempre que sea posible los medios árabes deberían abrir un espacio para aquellas personas que desean pensar fuera de la interesada caja política e ideológica. La inteligencia árabe no se debería limitar a aquellos “favorables” o “contrarios” a este régimen o aquel partido. Siempre hay maneras alternativas de razonar que con tiempo podrían ofrecer un alternativa real al status quo y la sabiduría convencional.

Ofrecer solidaridad independientemente de la política

Los medios árabes deberían acordar determinados valores básicos entre los que se incluyera el apoyar y defender a aquellas personas a las que los regímenes árabes tratan injustamente por expresar opiniones honestas, aunque sean críticas. Cuando un periodista sufre, es encarcelado, multado o condenado al ostracismo, toda la comunidad mediática pierde una batalla. Todo código de conducta de cualquier comunidad mediática que se aprecie y sea de donde sea debería consagrar la solidaridad entre los periodistas, independientemente de las opiniones políticas personales e incluso de la afiliación política.

Entender que las mujeres no son ciudadanas honoríficas

[El observatorio de los medios árabes] MENA Media criticó recientemente la marginación de las mujeres argelinas en los medios del país. Según su informe, se concede a las mujeres el 29 % del espacio disponible en los medios y a los hombre el resto del espacio. Las mujeres no solo están limitadas en el espacio, sino también en los temas con los que se supone contribuyen y que se limitan a los ámbitos relacionados con la familia, la comida y la moda. De hecho, puede que los medios de Argelia sean más afortunados que otros medios árabes en los que las mujeres están aún más limitadas o son utilizadas como símbolo, como algo opuesto a ser participantes activas en discusiones de peso político serio e impacto social. Involucrar a las mujeres en los medios no es un favor que conceden los hombres, sino un derecho (y uno esencial) de cualquier sociedad que piense.

Establecer objetivos serios, no celebrar el fracaso

Uno no ignora el hecho de que ningún medio de comunicación democrático puede funcionar verdaderamente en una sociedad no democrática. Con todo, el fracaso de las democracias árabes debería aumentar el sentido de responsabilidad entre los medios y periodistas árabes. Los medios de comunicación árabes deberían establecer objetivos realistas pero serios y volver sobre estos objetivos con la máxima honestidad y transparencia, sin importar los límites y restricciones. Hay muchas batallas que luchar y ganar, y, sin duda, un precio que pagar, pero ninguno de estos retos se pueden llevar a cabo bajo el amparo de los ministros de Exteriores de la Liga Árabe. 

Esto no es una opinión sobre el periodismo árabe en sí ya que el periodismo árabe está repleto de talentos periodísticos que están por ser utilizados o explorados. Es un intento de hacer un análisis honesto de la desafortunada realidad en la que los medios de comunicación árabes están obligados a funcionar. Hasta que gracias al esfuerzo colectivo y después de muchas batallas difíciles los periodistas y medios profesionales recuperen algo de respeto a su estrechamente controlado medio, no hay motivo alguno para celebrar.

* Dr. Ramzy Baroud lleva más de veinte años escribiendo sobre Oriente Próximo. Es columnista internacional, consultor de los medios, autor de varios libros y fundador de PalestineChronicle.com. Su último libro es My Father Was a Freedom Fighter: Gaza’s Untold Story, Pluto Press, London. Su página web es www.ramzybaroud.net.

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