viernes, 3 de octubre de 2014

Indígenas luchan contra colonización del siglo XXI



Día de la Raza es el nombre con que se denominó inicialmente en la mayoría de los países hispanoamericanos al 12 de octubre, en conmemoración de la llegada de los españoles a América. Para nuestros pueblos originarios, esto significó la implantación de un sistema de despojo, violencia y discriminación que aún siglos después sigue oprimiéndolos. Sin embargo, también nació algo en medio del despojo: la resistencia indígena, que hoy se sigue plantando frente a esa voluntad neoliberal de convertir los bienes naturales y la vida misma en mercancía.

Las montañas de Locomapa en Yoro conforman un paisaje que deleita la vista. Al subir, inmediatamente el aire puro entra en los pulmones contaminados por la ciudad. Muchas comunidades de Locomapa aún no tienen servicios básicos como energía eléctrica y la pobreza es evidente. Hace dos siglos, los españoles notificaron que en estas montañas vivían unos seres pacíficos y comenzó la explotación.

Después de la independencia, los xicaques o tolupanes, quienes habitaban estas laderas comenzaron a recibir amenazas extranjeras. Primero por la riqueza de sus tierras y fuentes de agua, comenzaron los monocultivos. Luego por sus árboles maderables, codiciados comenzó el tráfico ilegal de madera. Ahora por la riqueza que han descubierto en las rocas, la industria minera amenaza.

Merary Ramírez, es una indígena xicaque. Ella misma acepta que su lengua Tol, incluso su comida y medicina tradicional se ha perdido, y poco a poco las tribus también han perdido los bosques y las tierras.

“Aquí hay una gran riqueza, y sabemos que aquí hay plata que se están llevando una mina que le dicen Buena Vista. Así como la madera que sacan ilegal, así se llevan todo. Y lo que vemos es que la pobreza es cada vez más, aquí hay gente que ni prender un fuego puede”, cuenta esta líder comunitaria organizada en el Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia (Madj).
Los xicaques o tolupanes están organizados en 28 tribus, y la Federación de Tribus Xicaques de Yoro (Fetrixy) es el ente político más importante que los representa. Sin embargo, xicaques organizados en el Madj han denunciado en repetidas ocasiones a la Fetrixy por aliarse con terratenientes explotadores del bosque, y ahora con la nueva amenaza minera.
La expropiación es latente, más con la corrupción en este ente político aun cuando los títulos de propiedad sobre la tierra, fueron concedidos por el Estado en la segunda mitad del siglo XIX, por la intercesión del sacerdote Manuel de Jesús Subirana, quien además denunciaba la explotación a la que eran sometidos estos indígenas.
En Locomapa, la situación de violencia y criminalización de esta lucha ha derivado en asesinatos. Desde 1990 han sido asesinados 43 indígenas en la defensa del territorio. En agosto pasado se cumplió un año del asesinato de 3 indígenas, una de ellas, mujer amiga de Merary y de muchas otras mujeres que con sus hijos en brazos, valientemente se oponen a la explotación minera y a la deforestación.

Neo-colonialismo

La analista Melissa Cardoza, muy cercana a los pueblos indígenas más de occidente del país con el Consejo de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), asegura que en este momento Honduras está viviendo una situación marcada por un “neocolonialismo” desde una propuesta de muerte, en la que se está atentando contra todos los bienes comunes del país, empezando por la vida misma y esto encabezado por un Estado con una política neoliberal declarada y las familias que controlan la economía.
“Estamos viviendo en el mundo, el drama palestino como ejemplo de que pueblos pequeños están siendo oprimidos por poderes grandes en términos del complejo militar que sostienen. En nuestro caso Estados Unidos, en su afán de desposeernos de los bienes básicos de la vida, desde el oxígeno, el agua, la tierra, la vida misma, el bosque, la creación, el maíz, el sentido de la existencia colectiva”, afirma Cardoza.
El historiador hondureño, Marvin Barahona en su libro Pueblos indígenas, Estado y memoria colectiva en Honduras explica cómo, desde que Honduras se constituyó como Estado, se ha desarrollado una nueva forma de colonización, la continuación de ese legado de represión que vivieron los pueblos originarios con la llegada de los españoles.
-La ideología que justificó la conquista en el siglo XVI, que concebía a los conquistadores como “civilizados” y a los pueblos originarios como “salvajes”, se reprodujo durante la Colonia y fue heredada por los criollos en el Estado poscolonial. A ello se agregaron, como ingredientes básicos de la ideología occidental, el republicanismo francés y una conmovedora fe en la “civilización” y el “progreso” asumidos por la elite criolla, liberal y republicana del siglo XXI; tuvo como puente histórico la reforma liberal de 1876 y los discursos intelectuales que sirvieron para fundamentar la construcción del Estado y la identidad nacional durante el periodo.-
Lo que pasó hace 5 siglos se repite en muchas comunidades indígenas como la de Merary. Llegan personas desconocidas, ofreciendo mejores condiciones de vida aprovechando la ausencia de Estado para garantizarles sus derechos. Llegan y les ofrecen trabajo, a cambio de sus tierras, del agua y de la riqueza. Cuando el espíritu de resistencia heredado por sus ancestros sale y los hace oponerse, la amenaza se arrecia y la violencia impera.

María
María Santos Domínguez vive en Río Blanco, Intibucá. Su esposo y ella cargan en su piel las marcas que deja esta nueva colonización. A María, su esposo y su hijo los atacaron con machete cerca de su comunidad por oponerse al proyecto hidroeléctrico Agua Zarca que pretendía instalar una represa en el río Gualcarque, cuyas aguas son sagradas para el pueblo lenca de esa zona.
María perdió un dedo, su hijo perdió una oreja, su esposo fue macheteado en la cara y con un ojo no puede ver. Sin embargo María cree en la resistencia que hace su pueblo y esa fe la hace sonreír cuando habla de su comunidad.
“Casi me matan, pero a pesar de eso yo no le tengo miedo porque estoy en la tierra que nuestros ancestros defendieron ¿cómo yo se las voy a entregar a las empresas?”, dice María.
Para María, los megaproyectos como Agua Zarca solo traen desgracias. Primero, la violencia incrementa porque inmediatamente un proyecto llega, se instala el poder militar. Segundo, con promesas y dinero van dividiendo la comunidad. Tercero, con máquinas van destruyendo la tierra, el agua, el bosque, como una puñalada a su mismo corazón.


En el gobierno de facto de Roberto Micheletti, fueron aprobadas 46 concesiones hidroeléctricas y 280 concesiones mineras. En el 
gobierno Lobo-Hernández fueron aprobadas leyes que permiten la venta de los bienes naturales en forma de bonos, a través de Ciudades Modelos y con una Nueva Ley de Minería que privilegia empresas de capital trasnacional.|
María es hermana de Tomás García, asesinado por militares en la lucha de Río Blanco, y es tía de Allan, quien quedó herido en ese mismo ataque. María dice que no quiere ver más el Batallón de Ingenieros en su territorio porque solo trae muerte a su gente.
“Esto es una resistencia grande, y no permitimos ninguna represa de estas. A mí me han querido callar, esa vez que nos atacaron yo venía de dar merienda a los niños en la escuela. Esto nos está afectando mucho porque se ha dado que nuestros hermanos nos están vendiendo, a quienes luchamos por esta tierra que es nuestra”, explicó.
Melissa Cardoza cuenta que ella conoció en las comunidades indígenas, una gran tradición de lucha. “Yo aprendí del Copinh lo que es de verdad resistir, no de una forma angustiada o desesperada sino con mucha fuerza, como una forma de vida. Ahora hay que hacer más esfuerzos puesto que la agresión es mayor ahora. El neocolonialismo actual significa volver a estar en una situación histórica de 1492 o 1500, es casi una encomienda lo que estamos viviendo.

Las Zonas Especiales de Desarrollo ZEDES o Ciudades Modelo, los megaproyectos mineros o hidroeléctricos, son esta avanzada brutal del neoliberalismo por despojar a las comunidades, allí se están dando las resistencias de las personas que por siglos han defendido el territorio”, dijo Cardoza.
Y es así como Barahona también lo explica en su libro: -En oposición, los sectores excluidos del poder crearon formas específicas de resistencia, que se concretaron en la desobediencia a las leyes nacionales, la defensa de la autonomía comunal, la insistencia en reclamar el reconocimiento de la identidad indígena y los derechos adquiridos en el régimen colonial, así como en las memorias colectivas populares que se elaboraron al margen de la historia oficial.-


Túpac Amaru, el líder de  mayor rebelión indígena anticolonial que se dio en América durante el siglo XVIII, un héroe de origen mestizo descendiente del Inca Tupac Amaru, dijo antes de su asesinato “Volveré y seré millones”. Esos millones se reparten ahora en nuestra América, en las zonas más lejanas y anónimas de nuestros países empobrecidos y despojados.|
Los pueblos indígenas han sufrido un exterminio histórico. Actualmente, según fuentes oficiales, solamente el 13% de la población total de Honduras es indígena o afrodescendiente.
Muchos pueblos fueron reducidos en millares. Esto pasó con el pueblo Pech ubicado actualmente en Dulce Nombre de Culmí, zona de amortiguamiento de la Mosquitia en Olancho. En este municipio tienen 7 tribus: Agua Zarca, El Zopilote, Vallecito, El Culuco, Brisas de Tisijire, Pueblo Nuevo Subirana y Jocomico. También hay una tribu en Santa María del Carbón en Olancho, en El Silín, Trujillo, Colón, y una comunidad que se llama Las Marías en Brus Laguna, Gracias a Dios. Actualmente son unos 6,500 habitantes.
Este pueblo tiene una percepción de estar casi extinto, sin embargo por muchos años ha luchado por su reconocimiento, por sus tierras. Los Pech están organizados legalmente, en la Federación de Tribus Pech de Honduras (Fetriph).
David Martínez es un Pech, hijo del líder Elpidio Martínez, asesinado en su lucha por la legalización de las tierras. David vive en Dulce Nombre de Culmí, y estudia en la Universidad actualmente. David cuenta que es una lucha muy fuerte la que se vive ahora contra personas que quieren acaparar sus tierras para el ganado o para el monocultivo. “Personas desconocidas que llegan a nuestras tierras fértiles sin respetar nuestros pueblos”, dice.
David explica que los pech tienen esa cultura nativa por la conservación de la naturaleza, tienen una conexión muy fuerte con ella. Le piden permiso a su madre tierra para cultivarla, respetan a la luna cuando se disponen a sembrar. Actualmente, aunque su lengua ha sido amenazada a la extinción, han sido apoyados por varios escritores nacionales para crear un diccionario y libros en su idioma.
David recuerda a su padre Elpidio, asesinado hace 10 años, no solo porque era biológicamente su padre, sino porque era un hombre fuerte y esperanza para su pueblo. Este asesinato sigue en la impunidad, así como muchos otros, nos cuenta Martínez, porque en los conflictos de tierra siempre mueren los más desprotegidos.

Una sola Honduras
Este indígena pech nos recordó que Honduras somos un solo pueblo, a pesar de las distancias y las diversidades. Melissa Cardoza nos dijo que los mestizos llevamos esa sangre indígena o negra a pesar del desprecio que se ha querido implantar desde el sistema neoliberal sobre nuestras raíces.
Merary, esta mujer tolupana, como se hace llamar, y María, hija de Lempira, nos recordaron que en las comunidades más remotas, donde tuvieron que aislarse los pueblos originarios por la esclavitud española, están viviendo esas amenazas y persecuciones para despojarlos de sus riquezas, pero también se está viviendo una lucha pacífica y fuerte contra este sistema de despojo legitimado por los gobiernos y avalado con la indiferencia del pueblo. 

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