viernes, 10 de octubre de 2014

La frontera de Los Señores



Por Óscar Martínez

Indígenas luchan contra colonización del siglo XXI

La detención de un influyente alcalde fronterizo realizada por un rudo jefe policial que se jacta de no temer a los narcos devela cómo se mueven los hilos en la frontera entre Honduras y Guatemala. Los señores de la droga de acá tienen alianzas que escalan hasta lo alto del poder nacional. Este es un recorrido por Copán, la gran puerta de salida de lo que en Honduras se conoce como el corredor de la muerte.
* * *

El agente de inteligencia hondureño era más desconfiado que cualquier otro de Centroamérica con el que he trabajado. El de Nicaragua incluso accedía a tomar unas cervezas a orillas del Caribe, pero aquel asesor de inteligencia del Gobierno hondureño ni siquiera aceptó bajarse del carro. Dio vueltas por Tegucigalpa durante una hora mientras conversábamos, vueltas cuyo único patrón era no repetir la misma calle.

Yo buscaba preguntar un poco por la zona de Copán, conocer el sitio al que entraría. Sin embargo, la mitad del tiempo lo gastamos en preguntas de él hacia mí. Cuando al fin habló, lo que dijo retrató una zona de vaqueros y ranchos.

—Santa Rosa de Copán es un lugar de descanso de esos señores, de oficina. Ahí hacen tratos, se reúnen, tienen a sus familias y casas de descanso. Ahí también hacen trato con aquellos policías, alcaldes y funcionarios que tienen comprados, sus reuniones políticas.

El agente diferenció Copán de otros departamentos hondureños, sobre todo de aquellos como Olancho o Gracias a Dios, puertas de entrada de la cocaína que sube desde Colombia hasta Honduras. Allá, las balaceras son música cotidiana. Ayer hubo una de dos horas en Catacamás, la segunda ciudad en importancia de Olancho, porque los narcos de ese lugar disputan el control de las rutas con las familias de Juticalpa, la capital. En Copán, la efímera paz de los narcos reina de momento. Cuando tras sus batallas uno se proclama rey, durante un tiempo lo dejan reinar. Solo durante un tiempo.

—En Copán todos saben quién manda. Ese es territorio de gente vinculada al Cártel de Sinaloa, aunque no son exclusivos de ellos. Operan como agentes libres de quien pague, pero tienen una estrecha relación con Sinaloa. Incluso tenemos una alerta constante porque sabemos que (Joaquín) El Chapo Guzmán (jefe del cártel de Sinaloa) suele venir a los municipios fronterizos con Guatemala. Este año hemos detectado presencia de Los Zetas. Eso, de confirmarse su interés por la zona, cambiaría el panorama.

Dimos más vueltas por Tegucigalpa. Entramos a una zona residencial y al poco tiempo aparecimos en una avenida principal de la que pronto volvimos a salir. El agente de inteligencia del Estado continuó describiendo Copán como una zona de narcos más organizados, con más experiencia. Dice que gran parte del control de esa frontera lo tiene la familia Valle, con sede en El Espíritu, una aldea de poco menos de 4,000 habitantes a una hora de la frontera con Guatemala. De frontera sin aduana, obviamente, de frontera en pleno monte.  

El agente defiende la teoría de que Guatemala es la cabeza centroamericana en cuanto a transporte de cocaína hacia Estados Unidos, son los hombres de confianza de los mexicanos y de los colombianos. Sin embargo, aseguró que las organizaciones hondureñas del occidente del país, como las de Copán, tienen un fuerte poder de negociación, gracias a su experiencia, y que eso queda demostrado por el constante envío de emisarios mexicanos a negociar a ciudades como Santa Rosa de Copán, sin intermediarios guatemaltecos de por medio.

—Y ya, que hoy solo íbamos a conocernos y ya empecé a hablar –dijo.

Detuvo el carro en una acera de Tegucigalpa, en medio de una colonia poco transitada. Cada vez que el carro no estaba en marcha, su mano estaba en la cacha de su Beretta. Con un gesto amable, me invitó a bajar. Lo hice y él se fue.

* * *

Parece que aquí un hombre sin pistola no es hombre. No exagero. Desde que iniciamos el recorrido al mediodía hasta ahora que salimos de El Paraíso y El Tigre continúa revisando a todos los tripulantes de cuanto carro nos cruzamos, solo dos hombres no han llevado al menos una pistola en el cinto. Hemos parado a 14 hombres. Solo uno, un pobre campesino en un carro destartalado, llevaba un revólver sin permiso, y ahora viaja esposado en la cama del pick up que escolta al nuestro, el que conduce El Tigre.

En estos caminos de tierra, las pistolas y los rifles son de lo más común, pero también más allá, cuando el lodo termina en pavimento.

Descendemos por la calle pavimentada que va desde el desvío hacia El Paraíso hasta La Entrada. La Entrada es un punto de carretera del municipio de Florida, como a una hora de la frontera. La Entrada, paso obligado para ir a El Paraíso, para ir a El Espíritu, para ir a la frontera donde los señores se mueven a sus anchas, es un asentamiento cada vez mayor, clave para el paso de la cocaína y la mercadería robada que transita la zona. La Entrada, digamos, es el punto intermedio entre la Copán civilizada y la Copán pistolera.

A la orilla de esta carretera hacia La Entrada, orina un hombre atrás de su carro. Anochece. El Tigre da la orden para que el convoy lo revise. El hombre vocifera, le grita algo a Rivera Tomas, el jefe policial del municipio de Florida, subordinado de El Tigre. Entonces aparece la camioneta del alcalde de La Jigua, repleta de hombres armados. Los 20 policías rodean y apuntan a los hombres. El alcalde arma su zafarrancho, se pone a insultar. 

—¡A ver, qué papadas pasa aquí! –interviene El Tigre.

El alcalde de La Jigua, Germán Guerra, lo ve, ve a El Tigre, y entonces entrega no una, sino las tres pistolas que andaba. Dos no tienen permiso, son armas ilegales.

—Hola, Tigre, gusto de verlo otra vez. Vaya, está bueno, llévese las pistolitas, pero yo tengo que irme a un velorio –pide, lambiscón.
—Entiéndase con Rivera Tomas –responde con desdén El Tigre.

Se acerca a Rivera Tomas, lo toma del brazo y le dice en voz baja.

—Haga el procedimiento. ¡Lo miro temblando! Deje la cagazón. Así como llevó al indito del revólver, lleve a estos señores.

La Jigua es uno de los cinco municipios considerados como zonas de control de los narcotraficantes de Copán debido a estar en la franja del departamento que toca Guatemala.

Rivera Tomas ordena que los suban a la cama del pick up, esposados, y los lleven a la delegación de La Entrada. Es evidente el nerviosismo de Rivera Tomas. Es evidente que el alcalde de La Jigua solo cambió la actitud cuando vio a El Tigre. Es evidente que lo ve pocas veces. Y también es evidente que está acostumbrado a tratar a los policías como sirvientes.

—¿Ve? Conmigo no se andan con mierdas –se pavonea El Tigre.

* * *

—Si yo creyera que dar mi nombre cambiaría algo, te daría mi nombre, pero no sirve de nada, porque estos señores que mandan en esta frontera no están solos, detrás de ellos están los hombres de corbata que gobiernan el país –justificó el ex alcalde por qué no se identificará en la conversación.

Nos reunimos a desayunar en un restaurante en las afueras de Santa Rosa de Copán. Para que accediera a presentarse, este exalcalde de un municipio de la zona fronteriza de Copán, solicitó todo el protocolo habitual. Un conocido de confianza de él le dijo que confiara en mí. Le dijo que no publicaría su nombre, que no diría el lugar de la reunión ni el municipio que gobernó. Le dijo que tampoco le sacaría fotos. Entonces, aceptó hablar, e hizo un muy ilustrativo resumen.

—Mirá, aquí las cosas que parecen mentira, invento, exageración, no lo son. Hacen lo que quieren porque tienen todo el apoyo político que les viene en gana. El Chapo Guzmán sí que ha pasado por aquí, todos lo sabemos, ha estado en una hacienda en El Espíritu protegido por la familia Valle, los grandes lavadores de dinero de la zona, con hoteles en Santa Rosa de Copán y otro montón de negocios. Y ha estado en El Paraíso.

Por primera vez, de manera directa, pregunté por El Paraíso, por su bonanza, por su helipuerto y su alcaldía con ínfulas de El Capitolio.

—Mirá, todos los alcaldes de la zona sabemos cómo opera el alcalde de El Paraíso. Él no siempre te ofrece dinero. Cuando tenés ferias municipales él te manda a ofrecer lo que querás, jaripeos, grupos norteños mexicanos de prestigio que te atraen gente y así recaudás más. Luego, él te pedirá favores. Eso nos pasó a muchos alcaldes. Y vos te preguntás, si mi municipio es tan pobre, tan rural como el de él, ¿por qué él tiene tanto dinero como para traer grupos mexicanos que cobran miles de dólares por una función?

Lo que el exalcalde me contó mientras desayunábamos lo confirmó otro alcalde en funciones que también recibió ofertas del edil de El Paraíso. Este notable alcalde de El Paraíso se llama Alexander Ardón, y viaja en una camioneta blindada escoltada por otras dos en las que se movilizan los 20 hombres armados que lo custodian día y noche. 

El interés mediático por El Paraíso se acrecentó cuando en 2008 el ex ministro de Seguridad hondureño, Jorge Gamero, calificó a ese municipio como “el punto negro de Copán”, un departamento ya de por sí célebre por ser clave en el tránsito de la cocaína sudamericana.

En una entrevista publicada en agosto de 2008 por el periódico hondureño La Prensa, la única que ha concedido el alcalde, Ardón se jacta de haber estudiado solo hasta quinto grado, de haber nacido pobre y ahora tener crédito de millones de lempiras con los bancos. Asegura que su municipio y él son ricos por la leche y el ganado. Dice que es un negocio millonario ese. 

Ardón se define como un hombre humilde, pero asegura que es, literalmente, el rey del pueblo. Rehúye las respuestas sobre sus vinculaciones con el narcotráfico, y acepta que, por estar en la frontera, muchos ganaderos como él se han beneficiado del contrabando de ganado. Por lo demás, Ardón no da entrevistas ni recibe medios.

Quien sí lo hace es el obispo de Copán, Luis Santos, que desde 2008 ha declarado a diferentes medios frases que bien podrían ser impactantes titulares si no fuera porque en Copán ya cualquier declaración sobre el mundo del narcotráfico, por estrambótica que sea, se lee como normal. “En El Paraíso solo la iglesita queda, porque todo lo demás ya lo compraron los narcos”, dijo. “En El Paraíso hay aldeas donde pueden verse mansiones”, dijo también. “En El Paraíso las muchachitas no aceptan al novio si no tiene un carro último modelo, que los narcos sí tienen”, dijo. No nos perdamos: recordemos que El Paraíso es un municipio refundido en la frontera, refundido en Honduras, con acceso de tierra, de lodo.

—Hay cosas que todos sabemos, como que en El Paraíso en las elecciones de alcaldes y diputados de 2009, las urnas se cerraron a las 11 de la mañana con ayuda de hombres armados que repartieron a cada delegado del Partido Liberal 3,000 lempiras y los despacharon. Se llevaron las urnas y las terminaron de llenar –me dijo el ex alcalde en el desayuno.

Dos fuentes más me confirmaron este hecho en Santa Rosa de Copán. Uno de los que lo hizo es miembro del Partido Nacional, al que pertenece el alcalde Ardón. Los números de las votaciones hablan de unos muy inusuales resultados en El Paraíso en comparación con el resto de municipios. De los 12,536 votantes que podían decidir en ese municipio, 9,583 fueron a las urnas. Es el que menos abstención tuvo en todo el departamento de Copán. De esos votantes, solo 670 eligieron al Partido Liberal. Los otros 8,151 dieron el triunfo al Partido Nacional. Fue tanta la diferencia que El Paraíso estuvo a menos de 1,000 votos de conseguirle un diputado más a su partido en ese departamento. En los demás 22 municipios de Copán la diferencia de votos entre un partido y otro nunca superó las 600 marcas. En el municipio de Ardón, su partido barrió por 7,481 votos a sus contrincantes.

Es un hecho, si alguien se acerca a Copán a preguntar por el narco, el nombre de El Paraíso y de su alcalde terminarán saliendo a la plática. Eso le ocurrió, por ejemplo, al investigador y periodista estadounidense Steven Dudley, quien en su investigación de febrero de 2010 para el Woodrow Wilson Center y la Universidad de San Diego obtuvo información de la inteligencia policial así como de oficiales de la misma institución que le aseguraron que Ardón trabaja directamente con el Cártel de Sinaloa y que es usual que en este municipio se celebren fiestas de capos centroamericanos y mexicanos. Por eso no es de extrañar que en febrero de 2010, el actual ministro de Seguridad hondureño, Óscar Álvarez, declarara a la mexicana Radio Fórmula que el Chapo Guzmán, el capo mexicano más poderoso, vacaciona en El Paraíso.

Álvarez también dijo que a El Paraíso han llegado a tocar Los Tigres del Norte para amenizar fiestas de capos organizadas por el alcalde. Sin embargo, y aunque el folclor llama más la atención, pocos reparan en lo que me hizo ver mi informante de inteligencia.

—Con todo y su mala fama, Ardón es el alcalde de un pueblito perdido, pero es capaz de convocar, como lo hizo para la inauguración de su palacio municipal con helipuerto, a los políticos y empresarios más importantes de este país. Es un hecho, por eso no se permitió libertad de fotografías en el evento. ¿Por qué pasa eso? Porque uno de los mecanismos más eficientes para asegurarte tu tranquilidad, tu bienestar como señor de la frontera, es financiar campañas políticas departamentales y nacionales. Así, cualquier problema futuro se resuelve con una llamadita a tu amigo el importante político.

Según el alcalde en funciones y el ex alcalde con quienes hablé, aquella inauguración del pulcro palacio de El Paraíso fue una alfombra roja de diputados, funcionarios y empresarios.

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