lunes, 7 de abril de 2014
El punto y coma del bipartidismo
Radio Progreso
Fue Oswaldo Ramos Soto, el mismo abogado que hace 35 años exactos condujo el cierre de Radio Progreso como apoderado legal de Hondutel, quien en el libreto del bipartidismo le tocó presentar las credenciales del nuevo Comisionado Nacional de Derechos Humanos. El mismo libreto, los mismos personajes, los mismos procedimientos. Quizás algún punto y una coma distintos, pero sin alterar ni un ápice el contenido y las opciones bipartidistas de toda la vida.
Se hizo aparecer que el punto y coma distintos eran cambios profundos y significativos. Y hubo gente de muy buena voluntad, con muy buenas propuestas que se creyó que los cambios no eran un punto y coma, sino en efecto cambios de contenido, de metodologías y por qué no hasta de políticas públicas.
Sectores de la sociedad civil en la defensa y promoción de los derechos humanos se metieron a fondo en la lucha por reorientar institucionalmente el Comisionado Nacional de Derechos Humanos. Y lo hicieron con alta responsabilidad y convencidos que la institucionalidad del Estado hondureño ha de transformarse desde dentro de su institucionalidad. No se quedaron en críticas, osaron hacer propuestas profesionales de muy alta calidad.
Fue tanta la lucha y la calidad de sus propuestas, que los defensores de derechos humanos se convencieron de estar moviendo la maquinaria política bipartidista hacia las transformaciones institucionales orientadas a recuperar al Defensor del Pueblo. El asunto es que los zorros del bipartidismo entendieron el calibre de los cambios que impulsan los organismos defensores de derechos humanos. Y como le entienden al trámite doraron la píldora, haciendo creer que en efecto se ponía en marcha un proceso transformador y transparente.
Los zorros de la maquinaria bipartidista aplicaron a rajatabla aquello del Príncipe de Maquiavelo de que el fin justifica los medios. Si el fin de tener todo amarrado en torno a la maquinaria de Juan Orlando Hernández, qué importaban los medios de hacer creer que había participación, de hacer desfilar a los más connotados hombres y mujeres expertos en derechos humanos de Honduras. Los medios era lo de menos, si el fin estaba seguro, como en efecto estaba. Pero los defensores de derechos humanos acabaron creyendo que los medios ya eran fines, y que si se abría la participación a la hoja de vida de gente honrada e intelectualmente competente, los resultados finales debían corresponderse a los medios.
Sin embargo, los cambios en el libreto no pasaron de ser de un punto y una coma. El punto y coma contribuyó a aceitar la imbatible maquinaria política del bipartidismo. No es cierto que los políticos quedaron al descubierto. A ellos eso ni les va ni les viene. Si les importara hubieran puesto la voz y el rostro de un diputado menos descaradamente mafioso. Sin embargo, la voz y el rostro de Ramos Soto era el símbolo de que estamos en manos de lo más crudo y ruin de la política vernácula. Con el nombramiento del Comisionado Nacional de Derechos Humanos, los políticos cachurecos y liberales dieron lección de estar dispuestos a aceptar todos los cambios que impulse la sociedad civil, con tal de que las cosas queden tal cual como ellos lo han decidido.
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