sábado, 26 de abril de 2014

¿Qué hacer?



A propósito del inesperado, y lamentable como todo suceso de esa índole, fallecimiento en España de Ernesto Laclau, politólogo argentino profesor en la Universidad de Essex, en el Reino Unido, varios intelectuales argentinos se han referido al aporte que Laclau hizo a la comprensión de los fenómenos políticos populares y como mentor ideológico, desde su paso militante junto a Jorge Abelardo Ramos, de la “izquierda nacional”. De él se destacó también que desarrollo el pensamiento al que se denomina posmarxismo.
La referencia a la izquierda nacional me trajo a colación los problemas en nuestros países suramericanos, latinoamericanos y del mundo (por caso y a modo de ejemplo España y Grecia), de sumisión ante los dictados de la gran burguesía global. Es decir, cabría pensar, si hubiera burguesía nacional en cada uno de esos nuestros países las contradicciones entre éstas y la global facilitarían la acumulación de fuerzas en pos de, permítaseme cierta paráfrasis con posmarxismo, un concreto poscapitalismo.

Otro aporte de Ernesto Laclau, explican, es en torno a la recalificación del “populismo” como una expresión propia del desarrollo democrático en el capitalismo, y, agregamos nosotros, que se caracteriza por la existencia de aparatos estatales que resuelven grandes inversiones en la producción de energía y materias primas para facilitar la formación de burguesías nacionales modernas, industriales. Cuando se dio la coyuntura a mediados del siglo pasado surgieron así industrias de sustitución de importaciones de las metrópolis de entonces. En la cuestión, nos parece, suele aparecer pronto un problema que es el limitado desarrollo posible más allá de su ámbito local de una burguesía de tal característica, y como consecuencia las absorciones, cooptaciones y asociaciones a que quedan expuestas y se producen en beneficio de las globales.

Entonces surge el problema principal. Si las burguesías nacionales son efímeras, ¿no sucede lo recíproco con su contrario, las izquierdas nacionales del tipo de las proclamadas en su momento por el referido Ramos?

¿Qué hacer?

El poeta y dramaturgo marxista Bertolt Brecht (Augsburgo, 10 de febrero de 1898, Berlín Este, 14 de agosto de 1956), escribió tras la prematura muerte en 1924 de Vladímir Illich Uliánov:

1. Al morir Lenin, un soldado de la guardia, según se cuenta, dijo a sus camaradas:«Yo no quería creerlo. Fui donde él estaba y le grité al oído “Ilich, ahí vienen los explotadores”. No se movió. Ahora estoy seguro que ha muerto». 
2. Si un hombre bueno quiere irse, ¿con que se le puede detener? Dile para qué es útil. Eso lo puede detener. 
3. ¿Qué podía detener a Lenin? 
4. El soldado pensó: si oye que los explotadores vienen, puede que estando sólo enfermo se levante. Quizás venga con muletas. Quizás haga que lo traigan pero se levantará y vendrá para luchar contra los explotadores. 
5. El soldado sabía que Lenin había peleado toda su vida contra los explotadores. 
6. Cuando terminaron de tomar por asalto el Palacio de Invierno, el soldado quiso regresar a su hogar porque allí se habían repartido ya las tierras de los propietarios. Entonces Lenin le dijo: «Quédate. Todavía hay explotadores. Y mientras haya explotación hay que luchar contra ella. Mientras tu existas, tienes que luchar contra ella». 
7. Los débiles no luchan. Los más fuertes quizás luchen una hora. Los que aún son más fuertes, luchan unos años. Pero los más fuertes de todos, luchan toda su vida. Estos son los indispensables.

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