miércoles, 28 de septiembre de 2011

Chávez frente a Obama


Rebelión

Por James Petras

Introducción Dos presidentes en ejercicio se postulan para su reelección en 2012: Hugo Chávez en Venezuela y Barack Obama en Estados Unidos. Lo que da realce a estas dos contiendas electorales es que representan, en contraste, respuestas antagónicas a la crisis económica mundial. Chávez, con su programa socialista-democrático, persigue la promoción de políticas de inversión pública a gran escala y largo plazo, y un gasto público orientado a crear empleo, bienestar social y crecimiento económico. Obama, guiado por su compromiso ideológico con el capitalismo financiero corporativo, canaliza miles de millones de dólares para rescatar a los especuladores de Wall Street, se centra en la reducción del déficit público y los impuestos, y ofrece subsidios gubernamentales a las empresas con la esperanza de que los bancos presten y el sector privado invierta. Obama espera que el sector empresarial comience a contratar desempleados. La estrategia económica de Chávez se dirige hacia el aumento de la demanda popular mediante el aumento del salario social. La estrategia de Obama va dirigida a enriquecer a la élite, con la esperanza de que se produzca el efecto de “goteo” (trickle down). El programa de recuperación económica de Chávez se basa en un sector público líder, el Estado, a la luz de la crisis inducida por el capitalismo de mercado y la falta de inversión por el sector privado. La recuperación económica de Obama y su programa de empleo dependen totalmente del sector privado, utilizando para ello los regalos fiscales, a fin de estimular una inversión nacional que genere empleo.

De acuerdo con los expertos y los políticos, el desempeño socioeconómico de cada uno de los dos presidentes será decisivo para determinar quién será reelegido en 2012.

Medir el desempeño de los presidentes Chávez y Obama ante las crisis económicas
En los últimos tres años, los dos presidentes se han enfrentado a una profunda crisis socio-económica que ha producido un aumento del desempleo, de la recesión económica y de las demandas populares de liderazgo político en la formulación de un programa de recuperación económica.

El presidente Chávez respondió a través de un programa a gran escala del gasto público en programas sociales. Se asignaron miles de millones de dólares a un programa de vivienda masiva diseñada para crear un millón de hogares en los próximos años. Chávez ha reducido las tensiones militares y ha desactivado los conflictos fronterizos mediante la negociación de un acuerdo político con el régimen derechista de Santos en Colombia.

Chávez aumentó el salario mínimo y los pagos por pensiones y seguridad social, aumentando con ello el consumo entre los grupos de bajos ingresos, estimulando la demanda y aumentando los ingresos de las pequeñas y medianas empresas. El Estado venezolano se embarcó en grandes proyectos de infraestructura, especialmente carreteras y transportes, y en la creación de puestos de trabajo en actividades intensivas en mano de obra. El gobierno de Chávez han sostenido el nivel de vida mediante el establecimiento de controles de precios de alimentos esenciales y otros, que han mantenido la demanda popular a expensas de la especulación por parte de los dueños de supermercados. El gobierno de Chávez ha nacionalizado lucrativas minas de oro y ha repatriado las reserva el extranjero a efectos de financiación del programa de recuperación económica basado en la demanda, dejando de lado las concesiones fiscales a los ricos y los rescates de bancos y empresas privadas en quiebra.

Obama rechazó realizar cualquier tipo de inversión pública a gran escala y a largo plazo destinada a crear puestos de trabajo: su propuesta Jobs for America ​​conseguirá, en el mejor de los casos, reducir temporalmente el desempleo en menos de cinco décimas de uno por ciento. En la búsqueda de políticas que beneficien a los poseedores de bonos de Wall Street, Obama se involucró profundamente en la reducción del déficit, es decir, en los recortes a gran escala del gasto público, en particular el gasto social. Obama, de acuerdo con la extrema derecha, aceptó sus regresivas propuestas de reducir los desembolsos destinados a la Seguridad Social y los populares programas Medicare y Medicaid. Sus propuestas de financiación de Jobs for America ​​dependen de los recortes a la Seguridad Social, lo que garantiza una reducción en los desembolsos y un déficit, o algo peor, que facilitaría su privatización, es decir, la entrega de la seguridad social a Wall Street: un caramelo de miles de millones de dólares.

Obama ignora a las víctimas de las ejecuciones hipotecarias, más de 10 millones de familias, los que no tienen hogar y la degradación de las viviendas, en beneficio del rescate de los bancos y los estafadores hipotecarios.

Obama ha aumentado el gasto militar y multiplicado las tropas de combate en el extranjero, las operaciones terroristas clandestinas y el aparato de espionaje interno, aumentando el déficit a costa de las inversiones productivas en educación, mejoras tecnológicas y promoción de las exportaciones.

A diferencia de Chávez, que lleva a cabo notables políticas educativas y laborales positivas a favor de los venezolanos de origen africano e indígena, Obama hace caso omiso del 50% de desempleo en las grandes ciudades entre los jovenes (18-25 años) afroamericanos y latinos, favoreciendo en cambio a los banqueros blancos de Wall Street.
En contraste con Chávez, que vinculó las pensiones y los salarios a la inflación y hacer cumplir los controles de precios, Obama congeló los salarios federales y los pagos de la Seguridad Social, con el resultado de una disminución del siete por ciento de los ingresos reales en los últimos tres años.

Según datos recientes de la Oficina del Censo de EE.UU. (septiembre de 2011) con Obama más de 46 millones de estadounidenses viven en la pobreza, la mayor cifra conocida. La mediana de ingresos de los hogares cayó un 2,3% entre los años 2009 y 2010. El número de estadounidenses en la pobreza aumentó del 13,2% en 2008 al 15,1% en 2010. Casi uno de cada cuatro niños vive en la pobreza en 2010, y más de 2,6 millones más de ciudadanos estadounidenses habrían descendido al nivel de la pobreza en un solo año. En el otro extremo, con la política económica del “goteo” de Barack Obama, el número de estadounidenses ricos –personas con ingresos de más de 100.000 dólares anuales– han sufrido poco o ningún impacto: las tiendas de artículos de lujo, como Tiffany’s, han experimentado un aumento del 15% en sus ventas.

El 10% inferior de la población ha sido el que más ha sufrido, con una caída en sus ingresos del 12,1% en 2009-2010, mientras que el 10% con mayores ingresos registró un descenso del 1,5%. De los 34 países miembros de la OCDE, EE.UU., junto a México, Chile e Israel, es el país con mayor desigualdad social. Las políticas de estímulo de Obama, “de arriba abajo”, han salvado a los banqueros a costa de sacrificar la clase media y la clase trabajadora.

Consecuencias políticas y económicas de las diferentes políticas
Las consecuencias políticas y económicas de las diferentes políticas socioeconómicas -“de arriba abajo” en el caso de Obama y “de abajo arriba” en el de Chávez- son notables en todos los sentidos. Venezuela creció un 3,6% en el primer semestre de 2011, mientras que EE.UU. se estancaba en menos del 2%. Peor aún, durante la segunda mitad del año, Obama y sus asesores expresaron su temor de que EE.UU. se encaminara hacia una recesión, con crecimiento negativo. En contraste, el Presidente del Banco Central de Venezuela prevé un crecimiento acelerado para el año 2012.

Mientras que el porcentaje de desempleados en EE.UU. sigue estando por encima del 9%, que sumado a los subempleados se eleva a más del 19%, las grandes inversiones públicas en viviendas y obras de infraestructura venezolanas generan empleo y reducen las cifras de parados y subempleados en el mercado de trabajo formal e informal. La complacencia de Obama hacia los banqueros de Wall Street y los halcones de la reducción del déficit, junto al enorme aumento de las guerras en el extranjero y del aparato de seguridad nacional, ha llevado a la Hacienda pública a la bancarrota. Por el contrario, Chávez ha nacionalizado minas lucrativas del sector privado, bancos y empresas de energía y ha reducido la tensión militar incrementando los recursos destinados a programas sociales, como los subsidios a los alimentos. La reducción del déficit de Obama ha llevado a despidos masivos en la educación y servicios sociales.

Los gastos sociales de Chávez han aumentado el número de universidades públicas, escuelas primarias y secundarias y hospitales. Millones de personas han perdido sus hogares mientras Obama hacía caso omiso a los desalojos forzados de los bancos hipotecarios, mientras que Chávez ha dado un paso en la solución del déficit habitacional mediante la construcción de un millón de hogares.

Obama presta dinero a los bancos privados a interés cercano a cero; con ese dinero, que los bancos privados no prestan a las empresas productivas para crear puestos de trabajo, prefieren especular en el extranjero comprando bonos del Tesoro (por ejemplo, brasileños) que ofrecen tasas de interés más altas. Chávez invierte directamente en programas de infraestructuras productivas intensivos en trabajo, proyectos agrícolas autosuficientes y plantas de procesamiento final, refinerías y fundiciones.

Como resultado de la reaccionaria política económica que practica y sus amenazas abiertas de cortar programas sociales básicos, como Medicare, Medicaid y la Seguridad Social, la popularidad de Obama ha caído en los últimos tres años del 80% al 40%, y sigue bajando. Por otra parte, sus políticas fiscales y militaristas pro Wall Street –profundizando y ampliando las guerras de Bush y Rumsfeld y las operaciones terroristas– han llevado a un giro del clima político estadounidense hacia la extrema derecha. Ante el último trimestre de 2011, Obama parece vulnerable a la derrota electoral.

En contraste, el presidente Chávez, en la cresta de la ola de la recuperación económica, con programas positivos de expansión social e inversiones públicas, ha visto aumentar su popularidad del 43% en marzo de 2010 a 59,3% en septiembre de 2011. La oposición, respaldada por EE.UU., está fragmentada y debilitada y es incapaz de desafiar la percepción popular abrumadoramente positiva de los proyectos de vivienda e infraestructura en beneficio de los trabajadores, las empresas y los contratistas de la construcción.

Chávez es vulnerable en cuestiones de seguridad personal y corrupción e ineficacia administrativas. Pero se ve que ha adoptado importantes medidas para corregir estos problemas. Los graduados de la nueva academia de policía proporcionan servicios de policía honestos y eficientes vinculados a la comunidad, que, en proyectos piloto han reducido los delitos violentos en un 60%. No obstante, siguen siendo necesarios esfuerzos para acabar con la corrupción y la ineficiencia burocráticas.

Conclusión La comparación entre las presidencias de Chávez y Obama presenta un marcado contraste entre un programa económico bien elaborado y exitoso, de carácter socialista y de tipo “de abajo arriba”, y un fracasado programa de estímulo capitalista “de arriba abajo”. Mientras que el público estadounidense expresa su hostilidad por el saqueo realizado por la banca privada de la hacienda pública, por las amenazas gubernamentales hacia lo que queda de la red de seguridad social, y por el fracaso de Obama para reducir unos niveles persistentemente elevados de desempleo y subempleo, la popularidad de Chávez aumenta junto con la opinión de “sentimientos positivos” que expresan las tres quintas partes de los electores de su presidencia. Si el gobierno de Chávez continúa y profundiza su programa de estímulo “de abajo arriba” y la economía sigue creciendo y él se recupera de un cáncer, con toda probabilidad será reelegido con un resultado en 2012.

Por el contrario, si Obama sigue unido a la élite empresarial y financiera y liquida los programas sociales, continuará su descenso hacia una merecida derrota y el olvido.
La recuperación económica de Venezuela, a través de avanzados programas sociales es un poderoso mensaje al pueblo norteamericano: hay una alternativa a las políticas económicas regresivas “de arriba abajo”: se llama socialismo democrático y su defensor es el presidente Chávez, que habla y trabaja para la gente, en oposición a un estafador Obama que habla para la gente y trabaja para los ricos.

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