viernes, 30 de septiembre de 2011

Mel y el designio de los dioses


Vos el Soberano

Jorge Luis Oviedo
"El que se mete a redentor, muere crucificado".
Máxima popular
"Yo he hecho lo que he podido, fortuna lo que ha querido".
Francisco de Quevedo

Iniciaré este trabajo con una cita nuestra que subí a uno de mis “Blogs”, el 11 de enero de 2009, aunque había sido escrita en noviembre de 2008 y hecha circular entre algunos colaboradores cercanísimos del ex presidente y enviado copia al propio “Mel”. Se trata de “Froilán Turcios y Mel Selaya o de la Política con Identidad Nacional”. La última parte del escrito dice: “Mientras los criollos de Comayagua aspiraban, hacia finales de la época colonial, a obtener un título nobiliario (que podía comprarse, pero no con descuento) y en Tegucigalpa se cerraba el ciclo minero, en Olancho y en Copán se fortalecían la ganadería y el cultivo del tabaco, respectivamente.

A mí no me es extraña la conducta ni el temple a la hora de tomar decisiones de personajes como Clementina Suárez, Froilán Turcios, Medardo Mejía o Mel Zelaya.

Guste o no a muchos contemporáneos, Mel es ya parte de nuestra lista de próceres rebeldes, de próceres desafiantes que, como lo héroes de la tragedia griega, no triunfan finalmente, pero contribuyan con su actitud a inspirar a nuevas generaciones.
Todas las argumentaciones teóricas de don José del Valle sobre Guatemala (Centroamérica), o sobre la América Hispana, se volvieron una utopía cuando en todas las ex provincias comenzó la carnicería fratricida; Morazán, excelente estratega militar, hombre de carácter, más romántico que político, fracasó en su afán por mantener unida Centroamérica y se terminó inmolando por una causa perdida de antemano y sin la posibilidad de un cielo eterno en recompensa, como el de otros que se sacrifican con esa esperanza. Turcios tampoco logró, con su actitud forjar, porque nadie puede hacerlo, la identidad nacional en las nuevas generaciones, pues Honduras continuó siendo traspatio de USA con premeditación, alevosía y ventaja, como puede volver a ocurrir una vez que Mel Zelaya deje de ser el Presidente. Lo que no podrán evitar sus enemigos políticos es que se convierta en Prócer Nacional, porque en más de cien años, ningún gobernante hondureño había asumido semejante actitud ni tomado tan desafiantes decisiones en contra del poder real.

Las grandes decisiones humanas no dependen de los principios ideológicos sino de la solidez del carácter.
P.D. Si usted no cree lo anterior, no se preocupe, en Europa, hace más de quinientos años, tuvieron que esperar a que Colón descubriera América para aceptar la redondez de la tierra. (Fuente: "Los Folios de Honduras" -jorgeluis-folios.blogspot.com-, Folio Pesamiento (7), 11 de enero de 2009)
De lo anterior queda claro que una sola persona, “Mel” en este caso, pudo desafiar el orden establecido, interno y externo, desde la más alta posición representativa del poder soberano que alguien puede tener: la Presidencia de la República, pero no alcanzar su propósito final en la dimensión que se lo proponía, es decir, que se convocara a una Asamblea Nacional Constituyente.

También queda claro que “Mel”, al desafiar el orden establecido, es decir, a los dioses del Olimpo, menores y mayores, en el afán de reivindicar a las mayorías excluidas de la participación real de las riquezas del Estado hondureño, se convirtió en héroe de la enorme colectividad que formamos los mortales.

Por eso “Mel”, como Morazán, es también un héroe similar a los de la tragedia griega; porque como aquellos héroes que, pese a las predicciones de los oráculos, conocidas por sus padres generalmente, desafiaban el destino prefijado por los dioses del Olimpo (el orden impuesto por el sistema) e iban por la vida asumiendo los riesgos y disfrutando del triunfo momentáneo de algunas batallas o sucesos; pero finalmente llegaba su desenlace fatal, en el que las predicciones del oráculo se cumplían.

Mel, por eso, se convertirá, por una parte, como ya dijera Antonio José Rivas de Morazán, en “padre, hijo y espíritu terrestre del sustento” de la gran mayoría de los hondureños, es decir, de los mortales, sobre todo, de esta generación.

Sin embargo, una vez que haya muerto, ya porque lo eliminen rápidamente a través de una atentado (por designio de los dioses, es decir, el poder real), o porque se le cumpla su ciclo vital, antes que el siglo llegue a su medianía, el rostro de Mel con su sombrero, estará gastándose en un billete de cinco mil lempiras emitido por el Banco Central de Honduras y los bustos de mármol o bronce que lo representen en plazas, parques y avenidas, serán honrados cada 28 de junio.

Una semana antes, esperanzados e inconformes mortales que aspiran a una mejor sociedad, desalojarán los pájaros que anidan en su sombrero o se posan a descansar en sus hombros y su desafiante dedo índice.

P.D. Los mortales, su gran mayoría constituyen lo que Marx denominó la Clase en sí, o lo que Ortega y Gasset llamó la Masa o lo que mucho antes, Cristo nombró como Rebaño; porque, pese a su inconformidad con el orden establecido prefieren refugiarse más en la esperanza, la fe, la resignación y, tradicionalmente, atrapados por la ignorancia y las necesidades puntuales, desconocen la fuerza de su poder colectivo; por ello Maquiavelo culminó recomendando a quienes asumen el control político: “divide y vencerás”.

Y es que en todas las épocas y en todos los lugares, las élites suelen permanecer compactas y las grandes mayorías divididas; ya sean campesinos, obreros, profesores, enfermeras o militantes políticos, etc.

Finalmente hay que decir que los principales enemigos de las grandes mayorías, además del poder fáctico, especialmente en el caso de Honduras, son la falta de organización y la tacañería.

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