viernes, 30 de septiembre de 2011

El precedente golpista es suficiente para limitar el derecho a ser votado

Radio Progreso

A medida que se acerca la contienda electoral, la inscripción de candidaturas y nuevas formaciones políticas se multiplican como nunca antes en la historia política nacional.

Una de las candidaturas presidenciales que comenzó a hacer gestiones para su inscripción es la del militar golpista Romeo Vásquez Velásquez, cuyo posible partido se denomina Alianza Patriótica Hondureña.

Ante la intención del ex general Vásquez Velásquez de presentarse a las elecciones presidenciales es pertinente preguntarse si su candidatura puede validarse y legitimarse conforme a la garantía de una elección democrática.

En primer lugar, es necesario señalar que de acuerdo con la Carta Democrática Interamericana, la democracia es un derecho humano que los Estados tienen la obligación de promover y defender.
En segundo lugar, la democracia implica un principio incluyente que permite que cualquiera pueda gobernar en la medida en que resulte electo de manera libre y auténtica por medio del sufragio popular. Sin embargo, no todos pueden gobernar ni tampoco ser elegibles si atentan contra el principio de la representación política.

En tercer lugar, si bien la democracia predica que todos pueden participar, lo cierto es que la propia democracia se defiende de sus enemigos que la ponen en riesgo o peligro excluyéndolos del proceso de selección.

Por tanto, así como la democracia exige una serie de virtudes republicanas para ser electo a un cargo público e intentar asegurar el “gobierno de los mejores”, censura los desméritos y aptitudes ciudadanas negativas para evitar el “gobierno de los peores”.

De esta manera, ante la candidatura de un individuo como Romeo Vásquez Velásquez que ha ejecutado un golpe de Estado alterando el orden democrático y violentando los derechos humanos de la población, la democracia debe defenderse excluyéndolo y prohibiendo su participación.

Sin duda alguna, el ex general Vásquez Velásquez es un enemigo de la democracia y sus valores, y como tal, no debe permitírsele participar en un proceso electoral que debería promover y garantizar valores democráticos que él ha despreciado, como la dignidad humana, la paz, la libertad, la no violencia y la justicia.

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