lunes, 1 de junio de 2020

"Esta crisis puede provocar una revolución"



Por Charlotte Vautier 

"Con la pandemia el orden mundial capitalista ha mostrado su fragilidad"

Señor Ziegler, hoy sabemos que las sociedades occidentales dependen de un continuo crecimiento de la producción y el consumo. ¿Alguna vez ha visto tan debilitado el sistema capitalista como en este momento?

En primer lugar, me gustaría aclarar algo que me parece importante: el mundo vive bajo la dictadura del capitalismo financiero. Déjeme darle una cifra del Banco Mundial: el año pasado 500 corporaciones privadas transnacionales controlaron el 52,8% de toda la riqueza producida en el planeta. Estas transnacionales dictan sus leyes incluso a los estados más poderosos.

Ahora, con la pandemia este sistema, el orden mundial capitalista, ha mostrado su fragilidad, en el último tiempo nunca ha sido tan débil.

En la mayoría de los países capitalistas occidentales ha descubierto que depende totalmente de naciones de la periferia para obtener suministros que son vitales para la población. Han faltado mascarillas y medicamentos para combatir el virus porque estos se fabrican en la India y en China.

El capital siempre va donde obtiene más beneficios, es decir, donde los costes de producción son más bajos. Así que el principio de maximización de los beneficios está demostrando ser un principio asesino… hay países donde habrá escasez de alimentos porque muchos de estos productos básicos para la vida se importan.

¿Una solución sería lograr la autosuficiencia nacional en productos sanitarios y alimentos básicos?

Sí. El Estado parece estar descubriendo su poder normativo. Lo que hay que hacer es fortalecer la sanidad publica y el sector de la alimentación, también hay que mejorar los salarios de quienes aseguran el bienestar de la población.

Para salir de la desastrosa ley de la maximización de beneficios, debemos repatriar la producción y establecer redes de solidaridad internacionales.

Hay naciones como Níger que está devastada por el hambre debido al agotamiento de su suelo. No tiene ni un centavo para regar sus tierras de cultivo pero su principal recurso, el uranio, es explotado por la empresa francesa Areva en condiciones de piratería. Esto, por supuesto, debe detenerse Europa no puede seguir aplicando políticas neocoloniales y criminales

Al principio de la crisis, el Papa Francisco pidió la cancelación de la deuda de los países más pobres ¿Esta medida podría ser decisiva si se llegara a aplicar?

Una vez terminada la pandemia, no sé si podremos colocar en cintura a las oligarquías financieras. La deuda externa de los 122 países del llamado Tercer Mundo –al 31 de diciembre del año pasado– era de 2.100 mil millones de dólares. En países como Malí y Senegal, todo el dinero que obtienen va directamente a pagar los intereses de la deuda.

La deuda es mortal, impide a los Estados invertir en sus economías. El resultado es una subalimentación permanente del 35,8% de la población africana, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.

Forbes afirma que con el confinamiento los multimillonarios han perdido un 10% de sus fortunas. Calculan que Donald Trump habría perdido mil millones de dólares, alrededor de un tercio de su fortuna. ¿Esta oligarquía se verá realmente afectada, o saldrá indemne?

Creo que todo depende de la actitud de la gente. En occidente la opinión pública podría tratar de cambiar parte del sistema económico a través de elecciones, huelgas generales, manifestaciones…

Doy muchas conferencias para hablar del capitalismo. Casi siempre, al final alguien levanta la mano y dice: «Todo lo que usted dice es correcto, pero yo, un simple ciudadano, no puedo hacer nada».

La victoria más sorprendente de la oligarquía es la alienación, la pérdida de la conciencia colectiva ha hecho creer a la gente que sólo el mercado manda, y que los hombres y las mujeres no son los sujetos de su propia historia.

Cuando los seres humanos nos sometemos a las leyes del mercado y las reproducimos en nuestra práctica individual; eso es alienación. Si rompieramos con esta limitación avanzaremos rápidamente en la senda del cambio.

Usted ha sido Relator en las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación. ¿Puede darme un ejemplo concreto de las consecuencias destructivas del capitalismo? ¿Qué responsabilidad que tienen los países ricos en este sistema que usted llama inhumano?

El 25% de la producción mundial de alimentos se destruye cada día. Termina en los basureros de los países ricos. Los alimentos básicos, el maíz, el trigo y el arroz son alrededor del 75% del consumo mundial y están sujetos a la especulación del mercado de valores. Este es un problema central.

Permíteme dar un ejemplo: en la Bolsa de productos agrícolas de Chicago, se puede especular con arroz, trigo y maíz. Los especuladores obtienen beneficios astronómicos cada año con esos alimentos. El aumento del precio de los alimentos en el mercado de valores obviamente se refleja en el precio local de los alimentos.

Entonces en los barrios populares del tercer mundo cuando los precios suben las madres con no tienen dinero suficiente para alimentar a sus hijos. Muchos niños perecen como resultado de una situación.

En otras palabras: la especulación bursátil tiene consecuencias mortales para los más humildes del Tercer Mundo. Es debido a este sistema, entre otras cosas, que cada cinco segundos un niño menor de diez años muere de hambre.

Casi mil millones de los siete mil millones de seres humanos que habitamos el planeta, están seriamente desnutridos. Con esta crisis los más pobres serán los más afectados, también en Francia y Europa.

Las especulaciones podrían ser prohibidas mañana por la mañana, la Asamblea Nacional Francesa y el Congreso de EEUU podrían introducir un artículo que regule las bolsas de valores expresando simplemente lo siguiente: «La especulación financiera con productos alimenticios básicos como el arroz, el trigo y el maíz está prohibida». En un mes, millones de seres humanos se salvarían de la muerte por el hambre. Pero lo que ocurre es que actualmente la ley del capital decide quién vivirá y quién morirá en el planeta solo pulsando los botones de un ordenador . El mercado de valores mata, es criminal.

¿Hay cosas en la Tierra que no estén dominados por el valor de mercado?

No, creo que el valor de mercado es la medida de todo.

Existe la idea que siempre habrá dominantes y dominados. ¿Es utópico pensar que podría suceder de otra manera?

Esa afirmación tan común es una una visión totalmente fatalista. La historia tiene sentido. Como dijo Jean Jaurès, «el camino está lleno de cadáveres, pero conduce a la justicia”.

El capitalismo es un sistema creado por los hombres y dominado por unos pocos hombres. Oxfam dice que los ocho multimillonarios más poderosos del mundo tienen tanta riqueza como 2.700 millones de seres humanos más pobres. Son sumas de dinero difíciles de imaginar.

Este orden mundial caníbal ha creado una desigualdad como nunca antes se había visto en el mundo, es abismal. Las innovaciones han producido revoluciones tecnológicas pero al mismo tiempo, el orden social y económico es un orden asesino.

Hoy, por primera vez en la historia del mundo, hay suficientes bienes para asegurar el bienestar material de todos los habitantes de este planeta. Pero la distribución no es justa y ni equitativa. Un orden con igualdad y justicia social debe ser el horizonte de la historia.

Desigualdad, hambre en el mundo… Cada vez hay más gente consciente de ello, quiere actuar pero no sabe qué hacer al respecto. ¿Podría esta crisis finalmente forzar el cambio?

Sí, creo que sí, porque es algo esta crisis radicalmente nuevo. El shock es muy profundo. Estamos amenazado de muerte por un enemigo que no conocemos. Las estructuras puestas en marcha por el Estado están demostrando ser ineficaces. ¿Por qué? Simplemente porque los estados fueron privados de su función real, su poder normativo.

Las políticas de inversión pública estaban revocadas por el valor de mercado, por el capital, por su ley que domina toda la sociedad. Y su ley es la ley de maximización del beneficio, de las ganancias para unos pocos, nunca el capitalismo beneficiara el interés general, va contra la mecánica de su funcionamiento.

Esto provoca esa angustia que sentimos todos los días, porque si estamos contagiados por el virus , con los medios limitados que tiene el estado hoy en día nos arriesgamos a morir. Y esta conmoción brutal puede provocar la revolución.

Te daré el ejemplo de la Bastilla. El 14 de julio de 1789, los artesanos del Faubourg Saint-Martin y del Faubourg Saint-Antoine miraron a sus vecinos y vieron mujeres pálidas, niños hambrientos, maridos encerrados en la prisión política de la Bastilla. Y en la mañana del 14 de julio, esa gente sencilla se dijeron –a sí mismas– que las cosas no podía seguir así. Marcharon sobre la Bastilla, liberaron a los prisioneros, ejecutaron al gobernador: fue el comienzo de la Revolución Francesa. Si la noche del 14 de julio a orillas del Sena, hubiera habido un periodista que preguntara a los insurgentes si querían una República con seguridad esa gente que arriesgaron su vidas no habrían sabido responder. Podemos creer que esto es absurdo. Pero la historia se hace caminando.

Hay una frase de Antonio Machado que usted cita en uno de sus libros «caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

Exactamente. Entonces, ¿qué va a pasar? El virus va a causar el fin de la conciencia alienada y de alguna manera los movimientos populares van a renacer con fuerza y van a derribar este sistema inhumano capitalista.

Hoy no podemos decir con seguridad qué camino tomará el pueblo, pero que habrá un levantamiento, eso es seguro.

* Jean Ziegler es vicepresidente del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas

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