viernes, 5 de junio de 2020

El empleo de las mujeres, el más castigado en una crisis que incrementará los niveles de desigualdad


Por Marisa Kohan 

Foto: Mujeres toman las calles en el 8M /EFE

Sindicatos, economistas y organizaciones internacionales coinciden en que la crisis del coronavirus está dañando sobre todo al empleo más precario, altamente feminizado, y manteniendo sobre los hombros de las mujeres el trabajo de los cuidados. Los sindicatos critican la falta de datos desagregados por sexo del impacto de los ERTE.

El horizonte para alcanzar la igualdad se aleja. Si antes de la crisis Naciones Unidas estimaba en aproximadamente un siglo el plazo para cerrar la brecha de género en los salarios, tras la crisis del coronoavirus esta meta se retrasará aún más. Porque si hay una coincidencia total entre sindicatos, expertas y organismos internacionales, es en que de esta crisis saldremos más desiguales. Incluso en países como España, donde el Gobierno está haciendo un esfuerzo evidente desde el inicio de la crisis por poner a las personas más vulnerables en el centro de la acción política. Entre ellas, las mujeres.

ONU Mujeres ha advertido que las consecuencias económicas de la pandemia serán terribles pero que se cebará especialmente con las mujeres, entre otros motivos, por su desproporcionada presencia en los trabajos informales a lo largo y ancho del mundo. Ellas ingresan menos, tienen menos capacidad de ahorro, ostentan los trabajos más precarios e inestables y muchas se ven forzadas a trabajar en la economía sumergida. Pero a su vez, resalta ONU Mujeres, son ellas las que asumen el invisible y a menudo no remunerado trabajo de los cuidados, en un ciclo que se retroalimenta a sí mismo: más tiempo para cuidados, menos trabajo, más precariedad.

No hace falta irse muy lejos para comprobar algunas de estas afirmaciones. En nuestro país hay cerca de un millón y medio de hogares monomarentales, de los cuales el 50% están en riesgo de exclusión, y el fin de la crisis financiera de 2008 tuvo, entre otras consecuencias, que las mujeres coparan el 75% de los contratos parciales (inferiores a las 40 horas semanales). Es decir, que tres de cada cuatro contratos a tiempo parcial son femeninos. Son ellas, también, las que ocupan los trabajos más precarizados y feminizados, es decir, los peor pagados y regulados. Un ejemplo: las trabajadoras del hogar, unas 600.000 mujeres, ni siquiera tienen reconocidos los mismos derechos que el resto de los trabajadores puesto que siguen en un régimen especial de la Seguridad Social. La mayor parte cobran sueldos de miseria en trabajos tan importantes como el cuidado de nuestros mayores o de los más pequeños.

«Las desigualdades ya existían. De hecho, las condiciones de precariedad se habían cronificado para un amplio sector de la población y para gran parte de las mujeres sobre quienes han tenido mayor incidencia las bolsas de pobreza, situaciones de marginalidad, hiperprecariedad, desamparo social, económico y violencia de género», explica la economista Carmen Castro. «A partir de esta pandemia todas estas desigualdades no harán más que amplificarse«, añade.

Desde los sindicatos UGT y CCOO resaltan que el importante empuje que tuvo en los últimos dos o tres años el movimiento feminista, que logró poner en el discurso social y en la agenda política temas claves como a desigualdad económica, nos coloca en esta crisis en otra posición y con algunas lecciones bien aprendidas. Pero reconocen que este tsunami llamado coronavirus amenaza con llevarse muchas cosas por delante si no empezamos a pensar en un modelo económico distinto.

Hasta el momento los sindicatos no tienen datos desagregados por sexo sobre el impacto real de la pandemia en hombres y mujeres

El problema, explican desde los sindicatos, es que hasta el momento no cuentan con datos desagregados por sexos que den una dimensión real del impacto diferenciados por sexos que está teniendo la crisis en hombres y mujeres. Esto, afirman, dificulta enormemente pensar en soluciones concretas o en políticas públicas adaptadas a la nueva condición que es aún incierta.

Destrucción de empleo en sectores altamente feminizados

«No hemos podido hacer ninguna proyección real del impacto de la crisis y sus posibles soluciones, por la sencilla razón de que no tenemos datos desagregados por sexo del impacto de los Expedientes de Regulación de Empleo Temporal (ERTE). Se los hemos pedido a Gobierno pero no nos los ha facilitado. Sin esto, se hace difícil analizar el impacto de los reales decretos que se están aprobando para servir de paraguas de protección social», afirma Elena Blasco Martín, secretaria confederal de Mujeres e Igualdad de CCOO.

«Este está siendo uno de los grandes problemas de esta crisis. Tenemos datos sobre sanidad: que el virus afecta más a los hombres porque mueren más, pero que se infectan más las mujeres, precisamente por copar la mayoría de los sectores que están en primera línea», añade Blasco. «Por experiencia sabemos que los sectores que han sido afectados por la crisis, sobre todo por los ERTE de fuerza mayor que entraron en vigor a partir del 14 de marzo en que se decretó el estado de alarma, son aquellos que están altamente ferminizados por lo que las medidas están afectando a un número superior de mujeres que a hombres», abunda Cristina Antoñanzas, vicesecretaria general de UGT.

Esta sindicalista explica también que solicitaron al Gobierno datos sobre la cantidad de personas que solicitaron la opción de reducción de jornada del 100% del tiempo, que puso en marcha el real decreto Real Decreto 8/20 aprobado por el Gobierno el pasado 17 de marzo, pero no han tenido aún respuesta. «Según nuestra experiencia el 90% de las reducciones en este país las solicitan las mujeres. Por eso hay que tener mucho cuidado sobre cómo salimos de esta crisis y de que las medidas para la corresponsabilidad de la vida, tienen que asegurar que no sean las mujeres las que soliciten todas las medidas para protegerlas de alguna forma de la precariedad».

ERTE: «No es lo mismo cobrar el 70% de un contrato a tiempo completo que el 70% de un contrato a tiempo parcial»

El efecto que tendrá la crisis en la mayoría de las mujeres será distinto al de los hombres. No sólo porque son mayoritarias en los sectores informales que tendrán mucho más difícil acceder a ayudas, sino también porque tener contratos a tiempo parcial va a influir en la renta de que dispongan en los ERTE. «No es lo mismo cobrar el 70% de un contrato a tiempo completo, que un 70% de un contrato a tiempo parcial», explica Antoñanzas. Y otra cosa que hay que abordar, para esta sindicalista, es que «en septiembre si no hay cambio, la gente que esté en ERTE pasa a cobrar el 50% de su prestación. Y esas prestaciones en contratos de tiempo parcial pueden quedar en salarios muy reducidos y mayoritariamente serán de mujeres».

Se necesita un cambio de modelo

Lo que esta emergencia del coronavirus ha puesto en evidencia para todos los actores consultados, es la crisis y la terrible depauperación de todo lo relativo a los cuidados. Una crisis que diversas instituciones y activistas llevan denunciando durante años y que precisa un abordaje similar a la emergencia climática. Un sistema de cuidados atendido por «sectores que socialmente hemos denostado, a los que no hemos cuidado sus condiciones y que están altamente feminizados«, afrima Antoñanzas.

Por eso, salir de la crisis de forma igualitaria requerirá valores distintos. La necesidad de aplicar principios éticos a la economía «que supere el insostenible sistema socioeconómico actual y posibilite vivir vidas vivibles para la mayoría de la población», afirma Castro.

Para ello esta economista propone vertebrar la sociedad poniendo a los cuidados, repensar los sistemas de protección social más ligado a la vida de las personas y no carreras laborales basadas en el pleno empleo o garantizar la creación de empleo público, en el ámbito de los cuidados.

El riesgo para las sindicalistas es que tras la crisis volvamos al ‘business as usual’ (a lo de siempre). «Tenemos que poner en marcha urgentemente un ingreso mínimo vital o como quieran llamarlo que tiene que hacer frente a esta situación de vulnerabilidad, de pobreza de más de un millón de personas trabajadoras que además son familias monomarentales y trabajadoras en escenarios de semiesclavitud, como son las trabajadoras del hogar, prácticamente en la economía sumergida. Y exigir un modelo económico y social cuya prioridad sea el bienestar de las personas», reclama Blasco.

En su opinión, «es imprescindible contar con una perspectiva de género que refuerce todo lo alcanzado hasta este momento y que no puede dejar atrás en ningún aspecto la agenda feminista internacional». «Se habla de volver a la normalidad. Pero no hay que volver a ella. Hay que mejorarla. No podemos considerar como normalidad a esos aspectos de precariedad, discriminación y desigualdad como se han venido sucediendo hasta ahora», concluye. 

@kohanm

No hay comentarios: