miércoles, 12 de diciembre de 2018

Por la unidad latinoamericana


Rebelión

Por Cristóbal León Campos *

En su discurso de toma de protesta el presidente, Andrés Manuel López Obrador, dijo: “México no dejará de pensar en Simón Bolívar y en José Martí, quienes junto con Benito Juárez siguen guiando con sus ejemplos de patriotismo el camino a seguir de pueblos y de dirigentes políticos”. Estas palabras convertidas en el eje de la nueva política exterior, pueden marcar el rumbo de un reordenamiento de las relaciones con nuestros países hermanos latinoamericanos, y poner fin al distanciamiento que desde el gobierno de Vicente Fox se vivió con el rompimiento de relaciones con Cuba y las constantes declaraciones que desde entonces realizaran los presidentes mexicanos sobre gobiernos de países como Venezuela y Bolivia, violando uno de los principios característicos de la política exterior mexicana, el respeto a la autodeterminación de las naciones, promulgada por Benito Juárez en uno de sus más celebres discursos el 15 de julio de 1867, al retornar a la ciudad de México después de haber derrotado al segundo imperio francés y volver a sus funciones de presidente de la república: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
La nueva etapa que comienza en la vida política del país, debe pensar a México frente al imperialismo estadounidense, como un país que ejerce su autodeterminación como garantía de sí mismo, con un gobierno que se guíe por el respeto de la soberanía nacional y la de otras naciones, y que respete el derecho de los mexicanos a vivir dignamente. Nuestro país a vivido en franca sumisión político-económica desde los años ochenta del siglo pasado, con la firma de tratados económicos que benefician a los productores extranjeros y a unos cuantos burgueses mexicanos, además de la venta desmedida y la explotación irracional de los recursos naturales; el incremento de las políticas neoliberales que agudizaron el deterioro del nivel de vida de las clases trabajadoras; la venta de las principales industrias del país; la apertura total a la inversión extranjera como supuesto remedio del rezago y una entrega a la política imperial estadounidense. Ya es tiempo de cambiar el orden de los factores y ponderar la soberanía nacional y la autodeterminación como garantes del desarrollo económico y social de México.

La presencia de varios presidentes de países latinoamericanos, en especial de Cuba, Venezuela y Bolivia, es señal de la oportunidad que se tiene de acercarnos al ideal martiano de unidad e integración de nuestras naciones hermanas, con el ejemplo y las ideas de los próceres independentistas, frenando el avance del imperialismo y la ultraderecha, generando acuerdos de trabajo conjunto que propicien el intercambio cultural, económico y social de nuestras repúblicas, que aún hoy, buscan edificar su segunda y definitiva independencia, en un orden social más justo y equitativo entre pueblos y seres humanos. Poner la mirada en la unidad latinoamericana, es propiciar el rescate y reconocimiento de nuestras raíces profundas, de la valoración del origen de nuestra expresión actual, con el reconocimiento y respeto de los derechos de los pueblos originarios en el concierto universal que hoy presenta el mundo, integrarnos como latinoamericanos es reconocer nuestra histórica común y nuestras particularidades, contribuyendo a la consolidación de nuestra cultura e identidad frente al constante vasallaje occidental.

La raíz del sentimiento nacional en Latinoamérica es el anticolonialismo y el antiimperialismo, los movimientos de independencia tuvieron en esos sentimientos su razón, el surgimiento de los países y su constitución ha hecho frente de manera permanente a la constante intromisión imperialista y al continuo retardo colonial que en las estructuras sociales y culturas aún pervive, las fuerzas ultraconservadoras siempre evocan en contextos de alta politización con sus acciones y pensamientos neocoloniales (racismo, discriminación, segregación, sumisión de la mujer, opresión del indígena, sobre-explotación, entre otros) ese pasado, en el presente latinoamericano es urgente rescatar esa raíz y sentimiento emancipador.

México tiene que asumir su lugar en esta nueva época latinoamericana, debe contribuir a la unidad de nuestros pueblos, reformulando todas las ideas que se generan sobre nuestro presente, es necesario ir superando aquellos pensamientos que siguen ideando nuestro futuro copiando modelos europeos o estadounidenses para pretender el desarrollo nacional, hay que abrir las puertas nacionales a toda Nuestra América, incluir desde la enseñanza básica hasta la universidad, el estudio de la historia y la cultura latinoamericana, para que así, puedan comprenderse los procesos regionales en los que México ha estado inmerso y que por razones de interés hegemónico imperial se han ocultado, alejándonos de nuestra verdadera madre que es nuestra historia. Estamos en el tiempo de luchar por una política nacional verdaderamente antiimperialista y anticolonial, y por consiguiente, no regida por los mandatos político-económicos de las potencias del mundo (principalmente Estados Unidos) que buscan controlar y explotar a los pueblos para expandir sus riquezas, pero que esta política tampoco busque la imposición en otros países, que practique el respeto al derecho que tiene cada pueblo de elegir a su gobierno. México tiene la oportunidad de trabajar a favor del fortalecimiento de la unidad e integración latinoamericana para el bienestar de nuestros pueblos.

  • Cristóbal León Campos. Integrante del Colectivo Disyuntivas



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