sábado, 22 de diciembre de 2018

La conspiración contra las personas refugiadas



Por Ramzy Baroud

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Al observar el debate entre expertos liberales y de derecha en los medios de comunicación dominantes de Estados Unidos pocas veces se tiene la impresión de que Washington es responsable de la caótica situación que se vive actualmente en América Central. De hecho, ningún otro país es tan responsable como Estados Unidos del caos actual y de la crisis de las personas refugiadas producto de ese caos. Así pues, a pesar de las aparentemente importantes diferencias ideológicas y políticas entre la cadena de televisión de derechas Fox News y la liberal CNN,  ¿por qué ambas se esfuerzan en salvaguardar el vergonzoso secreto de su país? 
En los últimos años la violencia estatal y de las bandas, unida a la extrema pobreza, han obligado a cientos de miles de personas a huir de El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras, entre otros países de América Central y del Sur. Sin embargo, los medios de comunicación dominantes de Estados Unidos rara vez se interesan por la causa fundamental de esta realidad.
Fox News, por ejemplo, difunde incansablemente el ofensivo lenguaje que utiliza el presidente Donald Trump, el cual describe a las personas refugiadas como criminales y terroristas que suponen una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos. En una conferencia de prensa celebrada el pasado mes de octubre Trump instó a un periodista a utilizar su cámara “en medio” de una caravana de inmigrantes en el peligroso viaje a través de México para localizar a personas de “Oriente Próximo” que, según afirmaba Trump, se habían infiltrado entre la multitud. En la mentalidad de Trump “personas de Oriente Próximo” es sinónimo de terroristas.
CNN, por su parte, se ha esforzado en contrarrestar el cada vez mayor sentimiento oficial y mediático contra las personas inmigrantes que abunda en Estados Unidos, un discurso que Trump y sus partidarios fomentan y manipulan constantemente. 
Sin embargo, pocos periodistas de los medios liberales tienen el valor de investigar la noticia más allá de la cómoda rivalidad política. La mayoría persiste en su humanitarismo hipócrita y nada sincero que es ajeno a todo contexto político significativo. 
Lo cierto es que la crisis de los refugiados centroamericanos es similar a la plétora de crisis de refugiados de Oriente Próximo y Asia Central de los últimos años. La migración masiva casi siempre es resultado directo de la intromisión política y de las intervenciones militares de Occidente. Desde Afganistán a Iraq, Libia y Siria millones de personas refugiadas se han visto obligadas por unas circunstancias que están fuera de su control a buscar la seguridad en otro país, de modo que millones de iraquíes y sirios se han encontrado en Líbano, Jordania y Turquía, mientras que una cantidad mucho menor se mueve por Europa; todas estas personas buscan seguridad ante las devastadoras guerras en sus propios países.
Los llamados oportunistas políticos “populistas” de Europa no son diferentes de sus homólogos estadounidenses. Mientras que los primeros se han aprovechado de la tragedia de los refugiados para sembrar las semillas del miedo y del odio, los estadounidenses han culpado a los refugiados de su propia miseria.
Culpar a la víctima no es nuevo. Una vez se acusó a los iraquíes de no apreciar la democracia occidental, a los libios de su Estado fallido, a los sirios por estar en el bando equivocado en una guerra prolongada, etc. Sin embargo, los actuales conflictos en Iraq, Libia y Siria son todos ellos, en diferentes grados, resultado de intervenciones militares, una verdad que no parece hacer mella en las ensimismadas mentes de los intelectuales tanto de derecha como liberales de Europa y Estados Unidos.
Resulta irónico que se considera a los desafortunados refugiados, ya sean quienes huyen a Europa o quienes huyen a Estados Unidos, los agresores (los invasores, si lo prefiere) mientras que la realidad es que fue Estados Unidos y sus aliados quienes de hecho habían invadido estos países que en su momento fueron estables y soberanos.
Trump ha calificado a menudo de “invasión” a la caravana de inmigrantes de América Central, una afirmación repetida como un loro por Foxs News. Por increíble que parezca el presidente de Estados Unidos sugirió la posibilidad de disparar contra los refugiados en cuanto llegaran. Si Fox News no tuvo la decencia de tratar a los refugiados como seres humanos merecedores de simpatía y respeto, CNN no tuvo el valor de ampliar el debate más allá del espantoso lenguaje y las políticas inhumanas de Trump.
Ampliar los parámetros del debate habría sacado a la luz una política que no introdujo Trump, sino Bill Clinton, y que George W Bush y Barack Obama aplicaron a fondo. Al margen de la palabrería de los medios de comunicación, tanto demócratas como republicanos son responsables de la actual crisis de refugiados.
En 1996 el presidente demócrata Clinton emprendió una guerra contra las personas refugiadas cuando aprobó dos leyes consecutivas: la Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y de la Responsabilidad del Inmigrante y la Ley Antiterrorista y Pena de Muerte Efectiva. Millones de personas que habían escapado de guerras y golpes militares instigados por Estados Unidos fueron deportadas a América Central y del Sur. Durante las presidencias de Bush se deportó a dos millones de personas y bajo las de Obama a dos millones y medio de personas. Se exacerbó una situación terrible; la violencia y la necesidad se recrudecieron todavía más.
Para atraer a su electorado descontento y radicalizado Trump volvió a esgrimir la carta de la emigración y amenazó con construir un “gran muro” y tapar los “vacíos legales” de la ley de inmigración estadounidense. Como sus predecesores, no hizo mucho para corregir una realidad injusta constantemente fomentada desde hace décadas por la destructiva política exterior estadounidense.
Aun así, los refugiados siguieron llegando, la mayoría de la región del Triángulo Norte de América Central. Sin un contexto político adecuado también se les culpó de su propia desgracia, lo cual no es sorprendente dada la falta de una cobertura de cualidad de Fox News y CNN. Pocos estadounidenses conocen la sórdida historia de su país en esa región, empezando por el golpe de Estado orquestado por la CIA en Guatemala en 1954 o el apoyo estadounidense al golpe de Estado contra el presidente electo de Honduras, Manuel Zelaya, en 2009 o todo lo ocurrido entre ambos acontecimientos.
De hecho, la insana relación entre Estados Unidos y sus vecinos del sur se remonta a 1904, cuando el presidente Theodore Roosevelt declaró el “derecho” de su país a actuar como “poder policial internacional” en América Latina. Desde entonces toda la región se ha considerado de la incumbencia de Washington.
El acuerdo de libre comercio (CAFTA-DR, siglas en inglés de Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana) firmado entre países de América Central y Estados Unidos también tiene su parte de culpa. Este acuerdo “reestructuró la economía de la región y aseguró la dependencia económica de Estados Unidos por medio de fuertes desequilibrios comerciales y el flujo de artículos agrícolas e industriales estadounidenses que debilitaron las industrias internas”, escribió Mark Tseng-Putterman en Medium.
Reconocer todo esto es amenazador. Si los expertos estadounidenses de la corriente dominante aceptan el destructivo papel desempeñado por su país en América Central y del Sur se verán obligados a abandonar el papel de víctima (que adopta la derecha) o de salvador (que adopta la izquierda) y que les ha funcionado muy bien a ambos. En Europa también se observa la misma agobiante rutina política e intelectual.
No obstante, esta negación de la responsabilidad moral no hará más que exacerbar el problema, no lo resolverá. El racismo de la derecha o las lágrimas de cocodrilo de los liberales no rectificarán nunca este paradigma sesgado, lo cual es tan cierto en América Central como en Oriente Próximo. Hay una conspiración contra las personas refugiadas.
Ramzy Baroud es periodista, autor y director de Palestine Chronicle. Su último libro es The Last Earth: A Palestinian Story (Pluto Press, Londres, 2018). Obtuvo un doctorado en Estudios Palestinos en la Universidad de Exeter y es investigador no residente en el Orfalea Center for Global and International Studies, UCSB. 

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