viernes, 21 de diciembre de 2018
Una celebración de matar y morir
Por Camillo Mac Bica *
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
El 10 de noviembre es el 242 aniversario de la Infantería de Marina de los Estados Unidos. Es un momento de celebración durante el cual los infantes de marina, actuales y antiguos, reconocen el relato histórico y las tradiciones gloriosas de la rama de las fuerzas armadas en las que tan orgullosamente sirvieron. Yo, sin embargo, estoy desgarrado. Como exoficial de la Infantería de Marina que prestó servicio durante la guerra de Vietnam, de vez en cuando reconozco haber sido un infante de marina, quizás también con cierto orgullo. Sin embargo, me he dado cuenta de que este reconocimiento abarca más que la pompa y el esplendor que celebramos el 10 de noviembre de cada año. Me di cuenta de lo que realmente significa ser un infante de marina, situación a la que me sometí cuando era un joven -quizás mejor decir que soporté- una profunda experiencia que me cambió la vida, en el campamento de reclutamiento de los marines, durante el cual todo lo que era, abrazaba, defendía y mantenía sagrado, era brutalmente destruido metódicamente, con el vacío resultante de los valores, "virtudes" y habilidades apropiadas para el rol que estaba a punto de asumir.
Se dice que el Cuerpo de Marines forma hombres (y mujeres), aunque de un tipo específico. Me he dado cuenta de que gran parte de este proceso de conversión y condicionamiento físico, emocional, psicológico y ético está destinado a crear instrumentos efectivos de muerte y destrucción, creando máquinas de matar que cumplirán las órdenes de los líderes políticos y militares de nuestra nación sin dudar o protestar. Me he dado cuenta de que el entrenamiento de los marines se enfoca en construir una fraternidad y camaradería intensas con otras personas que usan el uniforme. Cualquiera que haya experimentado la locura del campo de batalla entiende que cuando la mierda golpea al fanático, matamos y sacrificamos no por dios, no por la bandera, país o incluso por el Cuerpo, sino por el hombre o la mujer que están a nuestro lado.
Me he dado cuenta de que yo y muchos otros que ostentamos el título de infante de marina hemos visto explotados nuestra abnegación, dedicación y patriotismo; se nos pidió, mejor dicho senos obligó a hacer sacrificios luchando en guerras que fueron mal paridas, innecesarias, injustas e inmorales. Me he dado cuenta de que, como infante de marina, no luchaba por la libertad, la nuestra o, en mi caso, la de los vietnamitas, una afirmación que oímos tan a menudo, y que yo era un agresor, invasor y ocupante que luchaba por el beneficio corporativo y la hegemonía nacional, en una situación de supervivencia insostenible de matar o morir.
Me he dado cuenta de que al vivir de acuerdo con el espíritu de los marines, me he convertido en un asesino, una comprensión que me ha causado a mí (y a muchos otros) una profunda culpa, vergüenza y angustia moral. Para muchos de nosotros, el trastorno de estrés postraumático y la lesión moral han hecho que la recuperación del trauma de guerra sea difícil, si no imposible, y la muerte por nuestra propia mano, una alternativa que puede hacerse realidad después de la guerra. Sé poco de la vida de Ian David Long, el último de la gran cantidad de tiradores en masa de esta nación. Lo que sí sé es que fue un producto del entrenamiento de los marines, imbuido de los comportamientos y valores de un guerrero, reforzado por los horrores del campo de batalla, para finalmente acabar con la vida de doce extraños y luego con la suya. Cuando formas infantes de marina creas asesinos, los envías a la guerra para matar y destruir, a veces ellos no pueden dejar su formación en el campo de batalla. Ian David Long fue otra víctima de la guerra con 12 inocentes como daño colateral... cuando la guerra llega a casa
Así, este año el 10 de noviembre no voy a comer tarta de cumpleaños o a brindar por el Cuerpo. Tampoco voy a celebrar la mitología. Más bien abrazaré la realidad de la experiencia; reconocer todo el proceso como una farsa, un engaño y como una herramienta de quienes se benefician de nuestros esfuerzos, nuestros sacrificios, nuestra sangre y nuestras vidas. Y finalmente volveré a reconocer mi identidad como infante de marina y aceptaré la responsabilidad y la culpabilidad por lo que he hecho y en lo que me he convertido. Y por último hablaré para asegurar que otros hombres y mujeres jóvenes no se engañen al abrazar la mitología y se sientan atraídos por el "culto a los marines".
Camillo "Mac" Bica, Ph.D., es un autor, activista y profesor de filosofía en la Escuela de Artes Visuales de la ciudad de Nueva York. Su enfoque se centra en la filosofía y ética social y política, especialmente en lo que se refiere a la guerra. Mac es exoficial de la Infantería de Marina, veterano de Vietnam, activista de largo plazo por la paz y la justicia social y coordinador de Veterans For Peace Long Island. Puede ser contactado a través de su sitio web en http://www.camillobica.com .
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