sábado, 8 de diciembre de 2018

Cine latinoamericano se apropia de las pantallas europeas

Rebelión

Por Sergio Ferrari  *

Llámese FILMAR en América Latina –en curso esta segunda quincena de noviembre en Ginebra-; o Cine Latino en la ciudad suiza de Bienne (en octubre); o Pantalla Latina en la nororiental helvética de San Gall, la producción latinoamericana “explota” hasta en los últimos rincones helvéticos. Pequeño espejo de una dinámica extendida en todo el continente europeo que desde años viene prodigando un interés máximo al cine de ese continente.
Esta tercera semana de noviembre, para festejar sus diez años de existencia, Pantalla Latina celebra en San Gall con lo “mejor de la producción latinoamericana”, según lo indican sus organizadores. La programación de esta X edición -entre el 21 y el 25 de noviembre- incluye unas 35 películas, entre las cuales, muchas que han sido galardonadas en los más destacados festivales internacionales.

“Es una forma de festejar desde nuestra vivencia helvética –y con nuestra perspectiva desde Europa- lo que ha sido la vida misma del cine latinoamericano de estos dos últimos lustros” explica Mariel Diez, responsable de programación del festival y vicepresidenta de la asociación que lo organiza.
“Reuniendo el pasado, el presente y el futuro del cine de ese continente, a través de cintas que provienen de 14 países”, subraya la joven periodista de origen argentino.

Guiones con una fuerte presencia en la realidad cotidiana “se plasman en las historias que presentamos este año”, explica Diez, repasando, sobre la base de algunos ejemplos, el inventario de Pantalla Latina 2018.

La comedia argentina Mi obra maestra, que hizo parte de la selección oficial de Venecia; el drama cubano Conducta, premiado en diversos festivales, entre otros en Bogotá, La Habana, Ginebra (Filmar en América Latina) y Málaga. La coproducción argentina/española Relatos Salvajes, con múltiples galardones, entre los cuales San Sebastián 2014 –y nominada para el Oscar en 2015 como mejor producción extranjera-; así como la chilena NO, premio Quincena de Realizadores de Cannes y Festival de La Habana, ambos en 2012.

La colombiana El abrazo de la serpiente; las mexicanas El lugar más pequeño, Cómprame un revólver; y La jaula de oro; la uruguaya Anina; la guatemalteca Ixcanul, así como Liquid Truth, producción brasilera, El silencio del viento (Puerto Rico, República Dominicana y Francia) y la argentina Teatro de Guerra, son algunas de las obras que exhibe Pantalla Latina.

El estreno helvético del film paraguayo Las Herederas, que inauguró este mismo mes de noviembre el Festival FILMAR en Ginebra, así como el chileno Una mujer fantástica, galardonado en Berlín 2018, constituyen dos atracciones especiales dela muestra. Ambas, producciones de gran coraje social, que tratan aspectos muy particulares de la vida de la población LGBT en contextos conservadores y cerrados.

“Tratamos que el programa sea lo más representativo posible de nuestro continente” señala Mariel Diez. Eso implica pensar en obras de países grandes y pequeños; con mucha producción fílmica o relativamente emergentes; que cuentan con el apoyo de distribuidores internacionales o bien, que aun siendo de excelente calidad, no han entrado todavía en el mercado de la distribución internacional”. Priorizando también, “una selección de cortometrajes, que cada año es muy apreciada por el público local y que compite por el Premio del Público”.

Pantalla gigante para Las Herederas, de Paraguay

Revelación de esta edición, el largometraje Las Herederas, del realizador paraguayo Marcelo Martinessi, coproducción de Paraguay / Uruguay / Alemania / Brasil / Noruega y Francia, que ganó ya numerosos premios en diversos festivales, entre ellos el Oso de Plata a la mejor actriz para Ana Brun en la última Berlinale.

Narra la vida cotidiana de Chela (Ana Brun) y Chiquita (Margarita Irún), una pareja lesbiana, ambas con más de 60 años, de origen acaudalado, y que producto de una crisis económica deben desmontar la lujosa vivienda que ocupan en los suburbios de Asunción. El inesperado derrotero carcelario de Chiquita permite confrontar no solo dos realidades sociales extremadamente polarizadas, sino que empuja a la pareja a recorrer caminos personales inimaginables.

“Me pregunto a través del film dónde está realmente la libertad. Habiendo vivido en mi infancia ese mundo de mujeres ricas y habiendo conocido muy bien, en tanto cineasta, el mundo de esa cárcel de mujeres”, explica Marcelo Martinessi.

Y junto con esa pregunta, nacen respuestas abiertas –e inconclusas-, impregnadas de una llamativa sensibilidad femenina que hacen de este drama, según la crítica especializada, una verdadera locomotora de referencia para la joven cinematografía paraguaya.

Martinessi, que en parte del período de la presidencia de Fernando Lugo (2008-2012) fuera director de la Radio y Televisión pública en su país, reivindica aquella experiencia de cambios y mejoras sociales. No esconde la frustración profunda que le produjo “el golpe y posterior destitución del mandatario”; recuerda su decisión de partir a una suerte de autoexilio a Brasil; y valora con satisfacción este momento de su vida profesional ligado al fin y la presentación de su ya exitosa película.

Sin embargo, aclara, “no me confundo con los premios que hemos logrado. Tiene de positivo, ser una prueba de que ha tocado un espectro amplio de espectadores, gente del cine y jurados. Pero más que un galardón busco contenidos. Y más importante que cualquier presea será evaluar si mi película -como toda otra realización- puede mantenerse como un testimonio de nuestro tiempo en el futuro”, concluye.

  • Sergio Ferrari, en colaboración con swissinfo.ch


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