miércoles, 22 de marzo de 2017

Lecciones que deja la desaparición de un custodio electoral



Por Sandra Rodríguez

La angustia se cambió por una callada alegría, y es  que no pudo explicar con palabras todo lo que sintió  al ver y abrazar a su hijo desaparecido, cuando se fue a Santa Bárbara, para cumplir con un deber patrio.

Jemsil Manuel Valladares es  padre del estudiante de Trabajo Social,  Rainherth Manuel Valladares Barahona, un joven de 21 años, cuya responsabilidad lo hizo viajar con apenas 210 lempiras a un lugar desconocido, dónde lo asignaron como Custodio Electoral del Tribunal Supremo Electoral, TSE, en las elecciones primarias del domingo recién pasado.

La alerta de desaparición fue emitida desde el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras, COFADEH, y replicada cientos de veces a través de redes sociales y medios de comunicación.

Valladares, quién volvió al COFADEH, para agradecer el apoyo brindado con la documentación y acompañamiento, hizo extensivo el gesto a cada una de las personas e instituciones, que aún sin conocerlos lo apoyaron.

También aclaró, que su hijo “no andaba de parranda” como se expresó en algunos mensajes y medios de comunicación.

Y es que el estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, UNAH, debió pedir “jalón” porque el dinero no le ajustaba para llegar en bus a su destino.

Fue así que llegó retrasado a San Luís, municipio de Santa Bárbara, de dónde lo trasladarían con otro grupo de compañeros a la comunidad de “Colirio” para hacer su labor en la elecciones políticas.

La persona encargada del grupo, le dijo que cómo llegó a destiempo, ya lo había suplido otra persona, así que que se dispuso a caminar para  regresar a Tegucigalpa, a más de 200 kilómetros de distancia.

La noche del domingo pernoctó en un centro de acopio, también habían más custodios electorales, pero en la madrugada del lunes viajaron sin él.

Rainherth debió caminar y en algunos tramos “consiguió jalón” hasta que llegó a una comunidad de Concepción del Sur, cerca de la carretera CA-5 o corredor central que une a Tegucigalpa y San Pedro Sula.

Allí, una familia lo auxilió y logró cargar un poco la batería de su teléfono móvil para comunicarse con su familia, de inmediato de dio aviso a la policía quien ya había sido alertada sobre la desaparición del joven, por lo que a bordo de una patrulla fue llevado a la posta de Pito Solo, Comayagua, dónde sería entregado a su progenitor, a eso de las once de la noche.

“Yo agarré el carro y me fui con un hermano y una hermana de la iglesia, sólo quería que mi hijo volviera a casa, estaba deshidratado, cansado, no parecía él” recordó Valladares.
El temor del papá es que Honduras es un país muy peligroso para la juventud, y por el contexto de violencia e inseguridad no se pueden confiar.

“Tenemos que vivir pendientes de nuestros hijos e hijas, llamarlos y preguntarles dónde y cómo están, porque desde el sábado ya no lo llamé creyendo que él no tenía señal”.

Agregó que no es posible que las autoridades de la UNAH permitan que sus estudiantes sean enviados casi a la deriva, sin conocer su destino y sin la cobertura de gastos para el viaje.
Según el padre, la labor de los custodios electorales, es remunerada con el pago de cinco mil lempiras, pero ellos se movilizan por su propia cuenta.

Y es que si van hacer una labor oficial, porque hasta van identificados con acreditaciones y chalecos del TSE, éste les debería facilitar transporte seguro, alimentación y hospedaje, pues la mayoría son jóvenes cuyo deseo es aportar al país por una democracia ciudadana y participativa.

Rainherth perdió comunicación con su padre y compañeros, desde el sábado 17 a horas de mediodía, acompañado apenas de un bote con agua y su mochila, pudo más su compromiso patriótico, que la falta de dinero.

Aunque ya volvió a las aulas de clases, el muchacho debe recuperar su estado de salud físico y probablemente necesite atención sicológica, declaró su papá.

Ante la desaparición del joven, ha estado pendiente del caso personal del TSE, UNAH, la carrera de Trabajo Social, la Cruz Roja y compañeros y amigos de la familia; sin embargo es lamentable que debamos vivir este tipo de zozobra porque no son cosas que le desee a nadie, lo que nos deja muchas lecciones a cada implicado y debemos aprender, como la denuncia, comunicación, solidaridad y no perder la esperanza, puntualizó Valladares.

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