sábado, 18 de marzo de 2017

El proceso electorero al desnudo



Por Héctor Flores *

El asunto es que cuando tuvimos la oportunidad de demostrar que somos la diferencia nos comportamos igual. Hicimos lo mismo, nos mostramos como lo mismo, repetimos la historia sucia y embarramos la dignidad de los que creyeron en nuestro discurso. Y hablo en primera persona pensándome parte de esta lamentable situación que nos sacude como movimiento político, como personas de compromiso, como ciudadanos y ciudadanas hondureñas. En fin, que lo que hay ahora es una ecuación de sumas y restas en donde, me parece a mí, debemos empezar a sacar aprendizajes y a reconocer de una vez que a este pueblo no lo cambia los institutos políticos, lo cambia la rebelión, la toma de la carretera y el asumirnos como terroristas ante la farsa de paz que nos vende el Estado.

Estaba absolutamente convencido que no éramos - como partido - una perita en dulce, pero jamás imaginé que seríamos tan descarados,  tan bajos, al mero estilo de la asquerosa derecha que nos gobierna o de la política vernácula en que nos mantienen. LibRe, pensaba yo, debía marcar la diferencia desde el inicio, desde lo más pequeño, siempre. Pues para ser la diferencia no se necesita el discurso sino la práctica que se consigue con la coherencia. Sin embargo el reciente proceso electoral ha dejado en evidencia que el proyecto nunca fue de país sino de partido y, dentro de este instituto político, fue un proyecto de ambiciones particulares. El pueblo no importó, el pueblo sobró, el pueblo fue otra vez el juguete con el que algunos idolatras del poder justificaron su miserable forma de jugar en esta guija de fantasmas y demonios vestidos de ideología y religión.

Desnudó la fragilidad de la alianza y la debilidad del proyecto político en el cual se regirá. Siendo de la alianza la obligación de cualquier militante era votar, hacerse parte del proceso de selección en estas internas dentro de la corriente de Libre, fuera cual fuera su instituto político. Por que la oposición se define desde el inicio, seleccionando lo mejor, apostando por lo mejor. Hoy los electores de la alianza tendrán que ir al proceso nacional conformándose con lo que quedó, aunque eso que quedó no sea lo mejor. Y no es reduccionismo como me acusa alguno por ahí, es una simple aseveración que se sustenta en un dicho popular, quien no cumple y se asume en lo poco jamás podrá hacerlo en lo mucho.  Así las cosas pienso que la alianza se tambalea en el sentido que no es real en las bases pues estas, creo yo, siguen sustentando su proyecto de alianza en tanto esta favorezca su instituto político y no al rescate de la patria que es lo que realmente debería importar.

El proceso electorero desnudó la farsa de una democracia representativa en tanto que la representación no fue confirmada en las urnas. En las redes sobran los videos (no fotografías) en donde se ve a supuestos miembros de estos institutos políticos llenando papeletas, firmándolas y después depositándolas en las urnas. Que lo hiciera el partido Liberal no me sorprende, que lo hagan los nacionalistas menos, pero que lo haga la gente de Libre, los que son la opción, los que son la diferencia tiene mis esperanzas colapsadas y confirmó mi incredulidad en la vía política como solución a los problemas de la sociedad hondureña. ¿Qué van a decir en el proceso de noviembre que se avecina? Seguirán con el discurso de que son la diferencia, que son opción, que le apuestan al cambio.

Desnudó la incapacidad jurídica del Estado y la ilegitimidad de un proceso en el que – increíblemente -  personas que están siendo vinculadas al crimen organizado y al narcotráfico lideran el porcentaje de votos en el fracasado proceso de representatividad. Por suyo, el Tribunal Superior de Cuentas debió, por ética misma de los funcionarios, inhabilitar para este proceso a estos ciudadanos hasta que se demuestre que tales acusaciones no son reales ni tienen sustento legal. Pero obviamente una Corte que permite la reelección sin consulta y que se silencia ante la violación de los artículos pétreos de la Constitución de la República es una Corte que corta la justicia y no que la hace valer.  Ya se que me dirán que todos somos inocentes mientras no se pruebe lo contrario, pero ese principio del derecho que hoy seguramente sí esta aplicando para estos casos no es aplicado de igual manera para el resto de los ciudadanos y ciudadanas. 

De todas maneras, hay personas como Juan Orlando Hernández y sus asesores que nos tienen bien tomada la medida. Ya se dieron cuenta que el poder nos mata  y nos metieron en su jueguito electorero para que, ilusamente, pensáramos que lo podíamos tener, que tenemos un precio y lo pagan para controlarnos, que no tenemos un proyecto político de país real y nos embaucaron en su nubarrón de propuestas populistas y demagógicas para seguir jugando sin que después podamos decir algo. El gran Ganador, y lo digo fuerte para que les duela a los que defendieron este circo electorero como opción del pueblo, es Juan Orlando y su partido nazional quienes acostumbrados a actuar desde maneras poco transparentes nos hicieron repetir su proceso y legitimarlo, ahora - si tenemos ética – no tenemos argumentos para criticar en otros y otras lo que nosotros mismos hacemos. 

El bipartidismo se está abriendo camino de nuevo,  ha vuelto y de la misma manera que en el 2009 - cuando el golpe de estado - las ambiciones particulares nos arrebataron la posibilidad de un cambio real en el país hoy – esas mismas ambiciones nos robaron otra nueva oportunidad y terminan de hundir las esperanzas de un pueblo. El pueblo debe saber que en las condiciones actuales solo nos quedan dos opciones: bajar la cabeza y morir cobardemente o, por otro lado y como segunda opción, auto reconocernos terroristas y salir a las calles a liberar la patria que nos esta siendo arrebatada. Recuerde que en esta vida, amigo y amiga, uno termina cosechando exactamente lo que siembra. De manera que  la esperanza vuelve al pueblo y el pueblo debe asumirla. Los jóvenes que incursionaban en la política deben saber que es mejor salir eliminados de un proceso fraudulento por defender su integridad que estar dentro por que la vendieron, pero que no es el fin, siguen siendo la esperanza para este país. Y el pueblo, el pobre pueblo que es el verdadero gran Perdedor de una vez por todas debe aprender que el voto, si sirve de algo, no se bota, no se vende y no se alquila, se usa para la toma del poder y la recuperación de la soberanía nacional.

* Chaco de la Pitoreta

No hay comentarios: