sábado, 18 de marzo de 2017

14 Mil familias viven olvidadas en los Bordos de San Pedro Sula



Las goteras de la lluvia que caen sobre la pequeña covacha de doña Mirian, sobre el techo de pedazos de lámina,  terminan de convertir en un desastre la casita sostenida por cuatro troncos, con paredes de desperdicios y piso de tierra, donde habitan  cinco personas que respiran pobreza y abandono. Esta familia habita en el bordo La Esperanza, en San Pedro Sula, zona norte de Honduras.

Esta triste realidad delata la situación de más de 14 mil familias que habitan en 16  bordos  de los ríos  que atraviesan el corazón de la capital industrial, convirtiéndose en un ejemplo de la pobreza que azota a Honduras, un país en el que casi seis millones de personas son pobres, de los 8.5 millones de habitantes que tiene en total.

Es en los bordos, donde aproximadamente 70 mil personas levantan los cinturones de miseria, de inseguridad y hacinamiento. En la casa de doña Mirian, habitan junto a ella cuatro hijos, todos menores de edad. La percepción de sus habitantes, es de total marginamiento estatal. “Nos sentimos muy abandonados por autoridades municipales y gubernamentales, solo cuando van a pedirnos el voto llegan a nuestras comunidades a hacernos promesas y después se olvidan de nosotros”, indicó.

Cuando uno visita los bordos de San Pedro Sula, lo primero que ve al llegar a cada uno de ellos  son pequeñas covachas,  niños y niñas sin espacio para  para desarrollarse, fogones apagados, entre otros elementos que reflejan la pobreza extrema en la cual viven la mayoría de sus residentes.

Bordos de la miseria y el desprecio

Las calles de tierra y los ríos dividen los extremos de los bordos. Son pocas las casas de bloques que allí se encuentran. Las  familias se ven afectadas por la inexistencia de los servicios básicos. “La electricidad que hay  es porque la hemos llevado hasta nuestras viviendas de manera irregular, nosotros las ingeniamos para colocar un tendido eléctrico improvisado, que en muchos casos pone en peligro nuestras vidas”, indicó Mirian Sierra del bordo Nueva Esperanza.

Destacó que la semana anterior cinco viviendas fueron consumidas por las llamas provocadas por un cortocircuito dejando a un menor entre la vida y la muerte. “El papá del niño andaba por la pulpería comprando y cuando regreso vio el desastre por lo que tuvo que arriesgar su vida para salvar a su hijo de en medio de las llamas”, indicó Mirian Sierra. 

Otra de las penurias por las que pasan los lugareños es la falta de trabajo. Karla Herrera, comentó que la situación es difícil porque hay desempleo total y la gente se dedica al reciclaje, a vender verduras en pequeñas proporciones o hacer tortillas para vender, pero lo que generan a diario apenas alcanza para medio comer, “no dan para más”.  “Si uno va a buscar empleo y dice que vive en los bordos no le dan la chamba”. 

Al preguntarle si recibía alguna ayuda de la municipalidad o de Gobierno central, el silencio y la cara de tristeza hizo saber que la respuesta era negativa. Herrera  expresó que no le gusta vivir en ese sitio, pero es el único techo que tiene. Con tristeza señaló que sus 7 hijos no estudian porque en las escuelas más cercanas no hay cupos y en la única que puede conseguir matricular a sus hijos está a una hora de su casa. 

Gobierno debe responder

“Las autoridades locales y gubernamentales tiene que poner mucha atención sobre las consecuencias de la extrema pobreza. Un diagnóstico de la Comisión de Acción Social Menonita,  revela en el 33% de los hogares de los bordos  viven entre 5 y 6 personas, es decir que más  70,000 personas ocupan estas zonas de riesgo”, indicó Cesar Cárcamo de la referida ONG que trabaja desde hace varios años con las familias que habitan esta zona.
De acuerdo con Cárcamo, el aumento de personas en los bordos es de un 35% cada dos años. También que el crecimiento de la población avanza aceleradamente debido al deterioro en la calidad de vida y a los altos niveles de pobreza que se ha agudizado en los últimos años.

“La falta de empleos dignos y el alto costo de la vida están provocando que varias familias tengan que emigrar a los bordos, donde no pagan vivienda y otros servicios básicos”, manifestó.
Cárcamo indicó que el cauce de los ríos está siendo invadido por personas y esto provoca mayor vulnerabilidad a las inundaciones, por eso San Pedro Sula cada vez es más vulnerable.
 Urge la reubicación a un lugar digno  
“La única salida que hay para bajar el problema de vulnerabilidad y que las familias  tengan una vida más digna es la reubicación para un lugar seguro  y que les construyan viviendas dignas”, indicó Carla Erazo  de incidencia política de la Comisión de Acción Social Menonita. 
Sin embargo el tema de la reubicación ha sido una promesa de gobiernos municipales y centrales desde hace 16 años, pero hasta la fecha no existe voluntad política.  “Nos sentimos utilizados porque nos usan como tema de campaña, pero no nos cumplen. Aquí han llegado candidatos a alcaldes, candidatos a diputados y presidenciables, pero cuando ya están en el poder ni nos voltean a ver”, indicó María Fermina Reyes, del Bordo Gavión de Esquipulas.      
Entre tanto  Carla Erazo  explicó que se necesitan cambios profundos en el país para mejorar la situación, ya que la mayoría de la población está inmersa en la pobreza. “Es  el sistema político, económico y la corrupción los  que generan la  pobreza y la miseria”, indicó.   
Cesar Cárcamo señaló que hace 6 años había poca población en los bordos por lo tanto era más fácil una reubicación sin embargo todo se fue postergando y el problema ha llegado a agravarse por la falta de voluntad e interés porque la situación de estas familias mejore. 
“Armando Calidonio y Juan Orlando Hernández, ya no hicieron nada ahora andan más en campaña política,  y  tampoco se ve a alguien que realmente ataque los problemas de la democracia, de la igualdad de oportunidad, de la justicia, de la seguridad y de la confianza para que haya solución a este problema”, culminó Cárcamo. 

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