lunes, 14 de marzo de 2016
Asesinaron a un alma indomable
Por Giorgio Trucchi
“Durante toda mi vida he estado consciente de lo que puede pasar estando en esta lucha, como también estoy consciente de que nos estamos enfrentando a un poder oligarca, banquero, financiero y transnacional, así como al mismo Estado de Honduras y a sus cuerpos represivos, que históricamente se han plegado a los intereses de las grandes empresas transnacionales. ¡No me doblegarán!”
(Bertha Cáceres, junio de 2013).
Ni me acuerdo cuántas veces entrevisté a Bertha Cáceres, a Bertita como le decíamos. Y no es fácil resumir toda una vida de lucha, de compromiso indoblegable, en una nota.
Mucho menos a pocas horas de haber sido embestido por una avalancha de mensajes, llamadas, comunicados de prensa, que me avisaban que Bertha ya no estaba físicamente con nosotros; que a Bertha la habían asesinado cobardemente en la madrugada de este 3 de marzo mientras descansaba en su cama tras la inauguración del Foro sobre energías alternativas desde la visión indígena.
De ella podríamos recordar que era coordinadora y militante histórica del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh) y que ha defendido, hasta las últimas consecuencias, los derechos ancestrales del pueblo originario Lenca ante las embestidas de un modelo patriarcal, explotador y acaparador de recursos naturales.
Por esta lucha ha sido repetidamente amenazada, perseguida, enjuiciada, encarcelada, reprimida. No me queda la menor duda de que por esta lucha ha sido asesinada, de que se trata de un crimen fuertemente y profundamente político.
La lucha indomable en la zona de Río Blanco contra el proyecto hidroeléctrico Agua Zarca, impulsado por la empresa de capital hondureño Desarrollos Energéticos S.A. de C.V. (DESA) y financiado por instituciones financieras europeas y empresas constructoras de capital chino, corrió el mundo.
Por esta misma lucha, el 20 de abril pasado, Bertha recibió el Premio Ambiental Goldman 2015, el mayor galardón en el mundo para activistas de base en pro del medioambiente. Lo dedicó al pueblo Lenca, al Copinh, a su valentía y resistencia histórica.
En aquella ocasión me dijo, un tanto emocionada, que tanto el pueblo Lenca como los demás pueblos originarios de Honduras “nos enfrentamos a un proyecto hegemónico impulsado por el gran capital nacional y transnacional, que tiene sus intereses puestos en el sector energético, la minería y la agroindustria. Todo eso implica la privatización de territorios y fuentes de agua, y constituye una amenaza muy grave”.
Aún más serias sus palabras cuando le pregunté si ese premio podía ser un elemento disuasivo para los responsables de tanta violencia en Honduras.
“El gobierno trata ahora de vincular los asesinatos de defensores ambientales y de la tierra con la violencia común, pero hay suficientes elementos para demostrar que existe una política dirigida, planificada, estructurada y financiada para la criminalización de la lucha de todos los movimientos sociales y populares”, me contestó Bertha.
“La instalación y expansión de proyectos transnacionales en los territorios no sólo genera conflictividad, sino múltiples formas de violación de los derechos humanos, incluso asesinatos. Ojalá me equivoque, pero creo que en lugar de disminuir, la persecución contra las y los luchadores va a recrudecer”, agregó.
Y no se equivocaba.
En los últimos meses había arreciado en Río Blanco la campaña mediática contra Bertha y el Copinh.
La organización indígena había denunciado la criminalización de la lucha, así como la presencia de grupos de choque vinculados al partido de gobierno y ataques indiscriminados, tanto verbales como físicos, a sus militantes.
Asesinato político. Maniobras para hacerlo pasar por crimen común
“Es un crimen político. Bertha era una cipota linda, luchadora, valiosísima. Estuve con ella, con el Copinh y la Rel-UITA en Río Blanco, donde el pueblo Lenca estaba defendiendo el río Gualcarque de las amenazas del proyecto hidroeléctrico. Fue una luchadora en favor de la vida, de las mujeres, de la naturaleza”, dijo visiblemente conmocionado el reconocido dirigente sindical Carlos H. Reyes.
“Es una noticia impactante. Estamos, indignados consternados. Condenamos con fuerza este asesinato político, que se comete en el marco de un régimen que sigue militarizando al país y que defiende los intereses de unas cuantas transnacionales que se están apoderando de Honduras“, indicó el también presidente del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Bebida y Similares (STIBYS).
¿Y cómo no estar enojados? ¿Cómo no buscar, entre lágrimas, recuerdos, risas y abrazos, la fuerza de seguir adelante, de gritar con un fuerza un BASTA YA a tanto horror en Honduras?
Este 3 de marzo, el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh) emitió un comunicado en el cual insta a los bancos internacionales, a las financieras multilaterales y a los gobiernos a “cesar su apoyo a esa alianza perversa del sistema económico transnacional, las fuerzas militares, policiales y sicarios locales que asesinan a las y los defensores de los bienes de la naturaleza que pertenecen a los pueblos originarios”.
“Durante toda mi vida he estado consciente de lo que puede pasar estando en esta lucha, pero no me van a doblegar”. Estas palabras me las dijo a pocas horas de uno de los tantos juicios, en el marco de una campaña de criminalización sistemática de la cual Bertha Cáceres y el Copinh fueron víctimas.
Pueden ahora decir que fue un asesinato por robo o inventarse cualquier estúpido móvil. Pero sabemos la verdad, el pueblo hondureño sabe la verdad, el mundo entero sabe qué pasó la madrugada de este 3 de marzo, cuando con su sangre Bertha regó la tierra sagrada de Intibucá y sembró otra semilla de libertad.
Desde la UITA condenamos este crimen político y vamos a seguir acompañando al valiente pueblo de Honduras, al Copinh, al indomable pueblo Lenca, que de esta tragedia seguramente sabrán encontrar la fuerza para continuar esta lucha.
¡Hasta siempre Bertita, que la tierra te sea leve!
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