jueves, 24 de marzo de 2016

Realidad indómita y recurrente



Después del asesinato de Berta Cáceres constatamos que sigue siendo una realidad difícil de digerir por parte de todos los sectores sociales.  Cada uno de ellos se va pronunciando y dando una respuesta al legado que ha dejado para todos, y no solamente el pueblo lenca.

Las respuestas “oficialistas” tratan de volver a la normalidad social dejándolo todo en manos de las comisiones y de los expertos, tanto nacionales como extranjeros, que, como es habitual, iniciarán procesos largos, diluyentes, enredados y dilatorios.  Con ello pretenden sencillamente que se vaya desvaneciendo la noticia a nivel mediático y recuperar un discurso acerca de la visión y realidad del país conforme a sus intereses.  El único escollo que se les presentó y opacó a la “convención nacionalista” fue el asesinato de Berta Cáceres.  Les quitó protagonismo, imagen y confiabilidad, “a pesar del aplauso que JOH pidió a sus correligionarios en memoria de la ambientalista”.

Los discursos de JOH se parecen al mundo de Walt Disney y estar en su entorno, bien sea por obligación o por devoción, es similar a uno de los viajes programados  a Disneylandia: es un mundo irreal, ficticio, de entretenimiento, de contenidos etéreos, lleno de sonrisas, aplausos, promesas y viviendo en un mundo angélico y paradisíaco donde se pasa por encima de los verdaderos problemas y, obviamente, sin darles respuesta alguna.

Y, “para muestra un botón”.  No deja de ser paradójico que nuestro actual gobernante anuncie y proclame a bombo y platillo el “programa de desarrollo económico 20/20” con la creación de 600,000 puestos de trabajo.  Y, acto seguido y como contrapunto, es el Banco Mundial quien desmiente y contradice el mundo encantado de Disney World: “Honduras está a las puertas de enfrentar problemas sociales y económicos más graves en las próximas décadas si el Gobierno y la empresa privada, que determinan la vida del país, no logran bajar la exorbitante tasa de jóvenes que ni estudian ni trabajan (los famosos “ninis”)”.

Y sigue diciéndonos el Banco Mundial: “a principios de la década de los noventa en Honduras había 300,000 jóvenes, entre 15 y 25 años, que no trabajaban ni estudiaban.  En 2016 existe un ejército de 500,000 con los brazos cruzados.  Honduras es el país que tiene la tasa más alta de “ninis” con un 26.8%.  Estos datos resultan más perversos todavía cuando constatamos que “cuatro de cada cinco ninis son mujeres, es la proporción mayor en relación al del resto de la región.  En Honduras, dos de cada cinco hombres se han convertido en “ninis” tras dejar la escuela o colegio a temprana edad con intención de ingresar al mercado laboral”.  Estos “ninis” también poseen un grado muy elevado de intentos de suicidio y jóvenes embarazadas.

Cuando gloriosamente nuestro actual presidente anuncia que “nuestro gobierno ha desatado una guerra sin cuartel contra los extorsionadores y tal como se le quitaron los bienes a los narcotraficante, igual se hará con los extorsionadores porque el pueblo merece vivir en paz”, la prensa nacional nos recuerda que uno de sus grandes fracasos (y de los cuales no se habla) es la depuración policial.  Hoy mismo se nos informa de una nueva “narco alcaldía” dedicada al “sicariato y narcotráfico”.  Por lo que parece, hay una “larga lista de espera” de alcaldes y alcaldías dedicadas al negocio más lucrativo del país con nexos estrechos con todo tipo de autoridades civiles, policiales y políticas. Antes fue el BM quien contradijo al presidente y, ahora, es la prensa nacional.

La “normalización mediática” a que nos quiere someter JOH viene formulada por la campaña que lanza el gobierno para que los hondureños disfruten en Semana Santa.  Al mismo tiempo será una semana distractiva pero que espera sanear la economía nacional con un desplazamiento de tres millones de personas que dejarán un remanente de siete mil millones de lempiras.

Acabamos recordando que no debemos dejar que la rutina, el discurso oficial, la mercantilización burda de las campañas de verano y semana santa, nuestra indiferencia social e ideológica, borren de nuestra historia el legado que nos ha dejado una semana de muerte y conmoción.  Porque: ¡queremos le quede claro señor presidente, compañías transnacionales y sicarios de los pueblos originarios, preferimos vivir el “Via Crucis” de nuestros mártires y no viajar al Disneylandia que nos promete con el continuismo político y electoral!.

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