miércoles, 23 de marzo de 2016

La polarización se atiza



La convención del Partido Nacional del fin de semana último dejó en firme la decisión de ir hasta el final con el objetivo del continuismo en el poder de Juan Orlando Hernández. Lo dejaron muy en claro las voces de los más altos representantes del partido, desde el presidente del Congreso Nacional pasando por la presidenta del partido y por el jefe de bancada, al tiempo que vitoreada por todos los convencionales, como consigna predefinida.

Este asunto del continuismo de Juan Orlando Hernández ya es carta marcada. No hay vuelta atrás. Así se cumple el sueño de Juan Orlando Hernández como designio divino de gobernar el país por el tiempo que le ronque la gana, le guste o no le guste a la sociedad, y seguirá haciendo lo que tenga que hacer para ir hasta el final.

Aquí no parece que haya nada que hacer. No es posible el diálogo, porque Juan Orlando Hernández ya dialogó con quienes tenía que dialogar para alcanzar su propósito, y dejó de dialogar con quienes no tenía que dialogar para evitar cualquier estorbo. Por ejemplo, ni por asomo convocó jamás a dialogar a Berta Cáceres, al contrario, la desprotegió para dejarla al tiro de los asesinos.

Aquí todo parece escrito. Hasta las iglesias se callaron, como la más prefecta actitud de contubernio con la barbarie y el poder de los fuertes. Y aquí hasta la más cruda de las prácticas corruptas, como fue, por ejemplo, la elección de la Corte Suprema de Justicia, es alabada y bendecida como la más hermosa práctica de la democracia.
Con el impulso del continuismo se ha consolidado en Honduras el gobierno de los fuertes, que siempre serán pocos, pero callarán a muchísimo pueblo, de muchas maneras y con todos los medios que sean necesarios. La continuidad de lo que tenemos representa el colapso del Estado de Derecho, la continuidad de la corrupción, la impunidad. Y con muy buenos discursos, con color azul y blanco, con cinismo y con bendiciones celestiales.
Nos esperan los más crudos tiempos de la polarización hondureña. No para los fuertes. Serán crudos y duros para los débiles, a quienes además de ser golpeados, reprimidos y eliminados, recibirán el castigo oficial y mediático de ser los que malos hondureños, que le hacen daño a la democracia y que solo buscan la violencia.

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