jueves, 21 de enero de 2016

2016: Temporada brava y canción

Rebelión

Por Andrés Figueroa Cornejo

En esta hora dura y confusa para los pueblos. En la hora del crimen capitalista sobre la humanidad. En la hora del saqueo y la expoliación asesina de la biodiversidad, y la superexplotación de la fuerza de trabajo de niños, niñas, jóvenes, mujeres, hombres, ancianas y ancianos de todo el planeta. En la hora de la hegemonía parasita y especulativa del momento financiero sobre la reproducción general del capitalismo y sus relaciones sociales alienantes. En la hora del egoísmo ampliado, de la lumpenización y de la ley barbárica del cada uno para sí.
Cuando los progresismos y la democracia burguesa representativa revelan su naturaleza de espejismo y manipulación, sus límites comprobados y las pruebas de su despeñadero. Cuando la internacional corporativa del capital sin fronteras ordena, disciplina y uniforma hasta el agua escasa que bebemos y las formas frágiles y desconfiadas con las que nos enamoramos y criamos a las y los hijos. Cuando tantas y tantos nos enajenamos en línea, mandando a la prehistoria los vínculos reales de la realidad, cara a cara, entre las personas.

Cuando las y los asalariados y los pueblos estamos condenados a derrumbar el actual orden de cosas hasta para cumplir el programa de la burguesía revolucionaria del siglo XVIII y XIX. Esa famosa e incumplida tríada de la libertad, la igualdad y la fraternidad.

Cuando el imperio norteamericano y sus aliados nos desangran a la Palestina, al Sahara Occidental, a la Colombia, a la Honduras, a la Haití, al Kurdistán, a África, a Oriente Medio, a América Latina y a Asia. Cuando el patriarcado secular y el racismo, ideología colonial para reventar gente mediante la esclavitud, y las migraciones de empobrecidos por la guerra y la economía, valga la redundancia, hacen fiesta en todos los rincones del mundo. Cuando la lucha de clases continúa tan actual como desde hace tanto, sólo que provisoriamente los de abajo la vamos perdiendo. Cuando la traición, la compra de dirigentes, la corrupción pequeña y grande son divisa corriente y cotidiana. Cuando la razón y los corazones son presa del posibilismo impotente y la épica hegemónica se reduce a la compra en cuotas sin fin de un electrodoméstico. Cuando el desarrollismo y el extractivismo delirantes, las maquilas, la flexibilidad laboral y el desempleo descarado o enmascarado gatillan la explosión del trabajo a cuenta propia y franca autoexplotación, destruye comunidades y aire y territorio y agua, cambia el clima, hace sudar las reservas polares y plastifica el entorno, como si los océanos fueran basureros sin fondo. Cuando los pequeños emprendedores sufren también el yugo y los precios impuestos por el gran capital concentrado, y la libre competencia no existe, salvo en los manuales de la ortodoxia liberal.

Cuando el arte y la producción de conocimiento en los pueblos periféricos son terreno heroico de resistencia silenciada. Y los derechos a educación, salud, vivienda y seguridad social se juegan en el casino especulativo de las bolsas, el monetarismo, la ganancia privada, mientras que de seguir las cosas tal cual, las jubilaciones, el tiempo libre y la recreación, serán apenas un recuerdo dulce y dos canciones prohibidas.

Y sin embargo, abajo, en medio de la humanidad mancillada, la rebeldía, la insubordinación y la desobediencia, no reprimen su latido ni ‘su estrella elegida’. Para maldición de la minoría en el poder, ese amor y necesidad objetiva de libertad, al mismo tiempo, se las arregla para sabotearles la sonrisa idiota a los pocos que mandan. Actualiza su reloj, lo torna digital. Fabrica en silencio o a gritos las pistas de una historia no escrita, en medio de la incertidumbre, castigando el miedo y la comodidad. Distingue gobierno de Estado, movimiento popular de aparatismo, Cristo secuestrado de oro de las y los cristianos en lucha, populismo de popular, nacionalismo de socialismo, testimonio y presentismo de la acumulación de fuerzas sociales, voluntarismo de voluntad de poder, gesto de gesta, recesión mundial de crisis terminal del capitalismo, asamblea de conducción política revolucionaria, estalinismo de organización militante acerada. Sin perder la memoria ni dejar de procesar las lecciones históricas, no vuelve fetiche las banderas ni los héroes ni la institucionalidad. Se solidariza trabajosamente y espanta la mansedumbre. De a poco y sin atajos. Va creando su épica, ética, política y estética para enfrentar al enemigo en el siglo XXI. Construye calladamente su proyecto, su estrategia, comienza a organizar sus fuerzas escasas en el terreno concreto. No tiene nombre o los tiene todos, que es igual. Es antiimperialista, anticapitalista, antipatriarcal, ecosocialista. Madura, se territorializa, alarga su brazo para hermanarse con otras iniciativas, a pesar de las patologías tribales y los caudillismos que se oponen a su desenvolvimiento unitario entre sus propias filas.

Entonces el 2016. Temporada brava. Nos necesitamos todas y todos, porque no subestimamos al enemigo. Porque a la larga y por todos los medios, razón, corazones y fuerza, tendremos que liberar hasta la misma burguesía de su condición de amo. A fin de cuentas, el ejercicio práctico de la rebeldía organizada es la única promesa para crear las condiciones de la felicidad. Y sólo el movimiento colectivo por la emancipación humana, y del individuo en el colectivo, ofrece sentido a la vida.

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