viernes, 8 de enero de 2016

Quien mal comienza, mal acaba



Por Rodolfo Cortés Calderón *

A Rafael Leonardo Callejas Romero lo conocimos en 1971, él tenía 28 años y el que escribe 22. No dudaré en decir que desde el primer momento que lo conocí  su personalidad me impresionó. Era gerente de una empresa, supongo familiar, llamada ALDESA. Para ese entonces Callejas era Secretario del Colegio de Profesionales en Ciencias Agrícolas, COLPROCAH y su Presidente era Raúl René Valle, ya fallecido. Toda afiliación de miembros pasaba por sus manos, por eso nos conocimos. Las oficinas funcionaban en El Guanacaste en un local perteneciente a la lotificadora Palmira, posiblemente de su familia.

En ese entonces el COLPROCAH, por la escasez de colegios, afiliaba toda clase de profesionales del agro: agrónomos, peritos y bachilleres -agrícolas y forestales- veterinarios, ingenieros de diferentes ramos, economistas agrícolas, etc.

En ese entonces el COLPROCAH era un cero a la izquierda, nada funcionaba en bienestar de los afiliados, con excepción del cobro de la cuota de pago mensual. En las oficinas y dependencias del gobierno relacionadas con el desarrollo rural (BANAFOM, Recursos Naturales, Oficina del Café, Sanidad Animal, etc.) se hablaba de “una argolla” entronizada en dicho Colegio. Un grupo de colegiados afectados por esta argolla decidieron organizarse y presentar para las elecciones del COLPROCAH de 1972 una planilla sin miembros de la junta oficialista. Llegado el momento la “coalición” reunió más de 100 miembros votantes y el bloque de la argolla como 50, sin embargo, por arte de “magia” la coalición perdió los puestos principales.  Jamás desconocimos que la persona que había manipulado toda la votación era Rafael Leonardo Callejas.

Posteriormente durante la dictadura militar -gobierno de Juan Alberto Melgar Castro (1975-1978)- Callejas fue ministro de Recursos Naturales.  Desde 1990-1994 fue Presidente de la República con todo lo que usted y yo sabemos sobre los altos niveles de corrupción alcanzados durante su gobierno nacionalista; las 16 cartas de libertad y un montón de majaderías inventadas por el bipartidismo “morado” en su defensa. Por eso el senador estadounidense Jesse Helms acusó  a Callejas de ser un gobierno corrupto y en 2006 el Gobierno de Estados Unidos le negó la visa en aplicación a la Ley Migratoria “relativa a ex funcionarios acusados de malversar fondos públicos o aplicar medidas que tengan serios efectos adversos en el interés nacional”.

Recuerdo perfectamente que para las elecciones de 1989, mi madre de afiliación nacionalista me pidió que votara por Callejas, y a pesar de lo mucho que ella representaba para mí y después de las argumentaciones y explicaciones debidas, me negué. Hoy día siento mi conciencia tranquila al no haber cometido tan indebido acto.

Con Callejas Romero nos pasó lo mismo que con Gustavo Adolfo Álvarez Martínez, que por accidente mantuvimos una relación de amistad mientras ambos estudiábamos en el Perú entre 1973-1974. Contra ambos, a pesar de que éramos conocidos, fuimos serios y mordaces críticos, no por sus personalidades, sino por sus cargos gubernamentales y públicos: uno Presidente de la República y el otro, Jefe de las Fuerzas Armadas. A ambos dedicamos en los años 80 y 90 fuertes  comentarios a través de Diario Tiempo, el diario que nos hace tanta falta, en espacios eventuales que nos dieron en sus páginas editoriales. Nunca los adulamos como hacen los mediocres; ni los atacamos como enemigos, sino con sentimiento patrio.

Posiblemente, y no me gozo con decirlo, si ellos hubieran tomado a bien los sencillos y fraternos comentarios públicos, ni Álvarez estuviera en el cementerio, ni Callejas en una cárcel de Nueva York. Pero como dijo el político e historiador inglés John E. Dalberg, más conocido como Lord Acton: “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Ojalá lo sucedido haga pensar también a Juan Orlando Hernández, JOH, paisano graciano nuestro a quien no deseamos ningún mal.

No nos alegra lo sucedido a altos, pero no honorables, miembros de los partidos Nacional y Liberal de Honduras -casos Callejas y Rosenthal- pero lo que acontece con los Expresidentes de Centroamérica, Francisco Guillermo Flores Pérez de El Salvador; Otto Fernando Pérez Molina de Guatemala; Rafael Leonardo Callejas Romero de Honduras y Ricardo Alberto Martinelli Berrocal de Panamá, no es un buen ejemplo para la incipiente democracia regional.

“Aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión” dice un dicho, y sí es cierto que Rafael Callejas se libró de los grilletes físicos de la Penitenciaría Nacional, PN, los grilletes electrónicos que porta en su cuerpo son peor que una carga en su cerebro. ¡Qué lástima!

* Ingeniero agrónomo hondureño


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