martes, 15 de diciembre de 2015
Las claves de por qué Cristina Kirchner perdió el gobierno
Por Marcos Ríos Guerra
A esta alturas del siglo XXI y luego de las experiencias vividas en nuestra Patria Grande con los intentos de golpes de Estado (Bolivia, Ecuador, Argentina) y golpes efectivamente realizados (Venezuela 2002, Honduras 2009 y Paraguay 2011) podemos aseverar sin temor a equivocarnos que en 2015 estamos en presencia de una nueva forma sofisticada de Golpe Electoral de derecha propinado por el departamento de Estado, los medios de comunicación, las ONGs, el "Partido Judicial", las corporaciones estadounidenses, la Embajada de EEUU en Buenos Aires sectores políticos y empresariales nacionales que se alinearon para desplazar del poder político al gobierno de Cristina Fernández.
Luego del golpe contra el Comandante Invencible y Eterno, Hugo Chávez, de características mediáticas y cívico-militar-imperial, el golpe parlamentario contra Zelaya en Honduras y contra Lugo en Paraguay, los laboratorios desestabilizadores de la CIA han desarrollado un nuevo-viejo formato de envolvimiento con componentes mediáticos, judiciales y electorales que generaron primero las condiciones en la sociedad argentina para propiciar un "anhelado cambio" de gobierno construído por las denuncias de diputados de derecha (Bulrrich, Alonso, Carrió) y pseudoprogresistas (Stolbizer) para instalar una supuesta matriz de corrupción contra el vicepresidente, la presidenta y su familia, y diputados y/o funcionarios oficialistas.
La matriz desestabilizadora fue aumentando hasta pasar a su punto máximo con el asesinato-suicidio del fiscal Alberto Nisman, agente prosionista estadounidense que días antes de fallecer denunció públicamente a la presidenta de ser responsable de encubrimiento por los atentados terroristas de la asociación mutual sionista AMIA.
El desgaste cotidiano generado desde los medios de comunicación en un país altamente penetrado por la propaganda contra la figura presidencial generó una corriente de odio que terminó volcando a una parte del electorado de clases medias y bajas a votar por un candidato del neoliberalismo rancio que con un bajo cociente intelectual y dirigido (coucheado) por expertos en comunicación de masas, logró con un discurso mezcla de pastor evangelista y animador de programas infantiles, convencer a una población anestesiada, que él era la solución a los supuestos graves problemas en los que se encuentra el país, precisamente problemas magnificados y/o creados por los medios de comunicación que llevaron a Macri al gobierno (Grupo Clarín, La Nación, Perfil y sus cadenas audiovisuales) pero que ocultarán a partir del 10 de diciembre los planes de ajuste del FMI, la inflación, la desocupación o la inseguridad generados en el nuevo gobierno derechista electo por el 51% de los argentinos.
Pero también se debe mencionar los graves errores políticos de la presidenta Cristina Fernández, quien antes las presiones de los poderes reales nacionales e internacional cedió y negoció el pago a REPSOL, los juicios del CIADI, la deuda del "Club de París", la cesión de Vaca Muerta a Chevron, el acuerdo con Monsanto por la soja transgénica, las minera Barrick Gold, y las empresas estadounidenses que supuestamente colaboraban en la creación de inversiones y puestos de trabajo pero que en realidad estaban preparando el terreno para producir la salida electoral de su gobierno.
Los errores, sabotajes, autosabotajes, presiones y chantajes llevaron a Cristina a encerrarse en su grupo reducido de poder y no escuchar las advertencias de compañeros de gran valor político dentro de sus propias filas, quienes venían enunciando desde hacía tiempo sobre el aislamiento de la presidenta y su desconexión emocional con el pueblo peronista y progresista que si bien reaccionó finalmente no logró imponer la mayoría de números necesarios para ganar el balotaje en una competencia electoral desigual plagada de guerra psicológica contra sectores medios y bajos de la población fueron llevados a votar por el representante de la embajada de los EEUU, disfrazado de buen tipo, hincha de Boca y familiero que no es más que el hijo fiestero de un empresario superrico en un país gobernado por castas políticas y económicas que desde la época de la colonia gobierna las riquezas y las vidas de generaciones del pueblo argentino.
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