jueves, 24 de diciembre de 2015

Extorsión



La extorsión es uno de los delitos que en los últimos años ha incrementado según datos de las mismas autoridades y de las organizaciones que trabajan la sistematización de los hechos criminales en Honduras. El delito de extorsión o “impuesto de guerra” se entiende como la obtención por la fuerza o intimidación de un bien de alguna persona para generar ganancias.

En la actualidad muchos barrios y colonias de las principales ciudades del país se enfrentan a este delito. Hasta ahora todo se le atribuye a las maras o pandillas, pero frente a esta realidad saltan varias preguntas: ¿por qué la extorsión es uno de los delitos que ha ido en ascenso en Honduras? ¿Qué hay detrás?, ¿quiénes las ejecutan?, quizás la interrogante  que más se hace la población es ¿cómo combatir el delito?

Para profundizar más sobre el fenómeno es importante recordar que a finales de los años 90´s las pandillas comenzaron a utilizar el término de renteo como una forma de pedir dinero a algunos carros repartidores o comerciante por considerar que las calles les pertenecían, una nuestra de identidad del barrio. En aquellos años el renteo se consideraba una “aportación voluntaria”, contrario al negocio jugoso que hoy representa,  todo basado y sostenido bajos la intimidación y el miedo.

No hay estudios que reflejen el momento en que se involucran otros actores a esta actividad delincuencial y criminal. Sin embargo hay claridad en el incremento de muertes violentas relacionadas por la ejecución del delito, de manera particular en el sector transporte que es el más vulnerable. La mayoría de buses y taxis en Honduras deben pagar mensualmente determinada suma para poder ingresar a los barrios y colonias. Las reglas están claras: pagas o mueres.

Combatir las extorsiones pasa por contar con una política integral de prevención, con un Estado que tenga como fin máximo brindar seguridad para su población. Y en el caso particular de las extorsiones se requiere conocerlo a profundidad, quiénes están detrás, además de fortalecer las investigaciones que ahora no pasan de ser superficiales e improvisadas, sin métodos institucionalizados que permita comprender los fenómenos sociales.

Sin duda que cualquiera que sea el problema de seguridad tendrá respuesta si nos preguntamos, ¿qué puede ofrecer un gobierno a jóvenes olvidados, marginados y excluidos de todo el sistema de bienestar social, cuando ellos piensan que no tienen nada que perder y han decidido pagar con su vida, si es necesario, para poder involucrándose en actividades delincuenciales y criminales para poder sobrevivir en esta Honduras?

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