jueves, 9 de octubre de 2014

“El objetivo de EEUU es retirarse de Medio Oriente”



Por Cristian Ariel Peña

En diálogo exclusivo con Notas, el periodista español Ignacio Ramonet analizó la intervención militar en Irak y Siria, el mito del fantasma imperial ruso y el rol de América Latina en el tránsito hacia un mundo multipolar.

Hijo de republicanos exiliados en Marruecos, nació en Galicia pero se crió en Tánger. “Por siempre aquella ciudad tuvo una fuerte presencia de ibéricos. Incluso recuerdo que gran parte de sus carteles en las calles estaban escritos en castellano”.

En los años 60 estudió y se radicó en París donde se inició en el oficio de periodista. Ya como director de Le Monde Diplomatique fundó la Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción Ciudadana (ATTAC). A fines de Siglo XX integró el movimiento altermundista y se acercó al subcomandante Marcos en un libro de entrevistas memorable.

La misma suerte tuvieron sus diálogos con Fidel Castro y Hugo Chávez. En 2001 participó de la fundación del Foro Social Mundial en Porto Alegre y desde hace más de dos décadas constituye uno de los intérpretes más avezados de América Latina en el hemisferio norte.

En la presente entrevista realizada en el marco de una visita a Noruega, Ignacio Ramonet centró su análisis en la actual intervención militar en Irak y Siria, el mito del fantasma imperial ruso y el rol de América Latina en el tránsito hacia un mundo multipolar.

- Comenzó una nueva intervención en Medio Oriente. Estados Unidos junto a aliados europeos y árabes bombardean a Irak y Siria. ¿Cuáles son las especificidades de este ataque? ¿Tiene diferencias con los realizados contra Irak y Afganistán en 2003 o Libia en 2010?

– La especificad principal es que se trata de un ataque contra una organización que, aunque se llame Estado Islámico (EI), no es un Estado. El ataque contra Irak en 2003 fue contra un Estado, su gobierno y ejército. Lo mismo en Libia. El EI es una organización de nuevo tipo que podríamos llamar “Islamista” pero que se devela más radical que Al Qaeda. A diferencia de ésta, que no estaba localizada en un lugar específico, tiene su territorio de base en el este de Siria y norte de Irak.

Existen pocos observadores que pueden explicar cómo funciona y cuáles son sus objetivos de guerra. En consecuencia, hay una imposibilidad manifiesta en saber con certeza qué es el EI. Por otra parte, la intervención militar de la coalición que comanda EEUU cuenta con el aval de las Organizaciones de Naciones Unidas, legitimidad que no tenía el ataque sobre Irak en 2003. El objetivo de la operación es la defensa del Estado iraquí pero, paradójicamente, para atacar al EI se recurre a armar a los kurdos, quienes quieren salirse de Irak. Por consiguiente, a mediano plazo es una manera de desarticular al Estado iraquí. La contradicción es evidente. ¿Se quiere proteger a Irak o propiciar su desarticulación?

En el mismo sentido otro argumento esgrimido para justificar la intervención es la necesidad de fortalecer los procesos democráticos de la región. Sin embargo, se escoge como a aliados a regímenes altamente autoritarios como Arabia Saudita o Qatar. Con el agravante de que además son “teocracias”, una de las características principales del EI, su proyecto de Califato General y su marcada intolerancia para con las minorías religiosas.

- Pero, entonces, a partir de la caracterización que acaba de hacerm ¿considera qué es atinado calificar a la intervención de “imperialista”?

– Evidentemente es un ataque imperialista porque está protagonizado por EEUU. Sin embargo creo que no es el dato más relevante. Si bien EEUU pretende corregir un error que él mismo cometió, hoy su objetivo estratégico es retirarse de Medio Oriente. Ya no tiene ningún interés vital en la región.

¿Por qué estuvieron durante 60 años? Principalmente por el control del petróleo. Pero hoy, gracias al gas y petróleo de esquisto, EEUU es autosuficiente en materia energética como antes de la Segunda Guerra Mundial. Además, la región se tornó demasiado complicada para ellos. Hicieron varias guerras durante los últimos 15 años con el costo de miles de millones de dólares sin conseguir los resultados esperados. En la actualidad han identificado a un adversario para el final del Siglo XXI que es China. Su objetivo es centrarse sobre Asia, que es donde está la economía principal y centro del mundo en el siglo XXI. Quieren tener aliados en esta zona para restringir la posibilidad de China de ampliarse aún más.

- En la actualidad Rusia es otro frente de conflicto de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). También la Unión Europea (UE) dio a conocer sanciones económicas contra el gobierno de Vladimir Putin por el conflicto en Ucrania. ¿Cree viable una potencial expansión rusa? ¿Tiene asidero la alarma que se agita acerca del “fantasma imperial ruso”?

– No creo que Rusia tenga un proyecto de expansión imperialista. No cabe duda de que el gobierno de Vladimir Putin está preocupado por evitar que se produzca un desmembramiento de la Federación Rusa tal como sucedió con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En este sentido, ha intentado hacer que se respeten los compromisos asumidos por Occidente de no avanzar con las fuerzas de la OTAN hasta fronteras rusas. Occidente no ha respetado este compromiso que se hizo con Mijaíl Gorbachov en 1990. Por el contrario, ha sumado como miembros de la OTAN a países desgajados de la URSS, sobre todo a aquellos que se encuentran en la frontera con Rusia.

- Pero el avance sobre la península de Crimea y la injerencia rusa en la guerra ucraniana…

– Justamente en Ucrania está en juego lo que le decía anteriormente. Allí un gobierno legítimo tomó la decisión de establecer una alianza económica con el Estado ruso. Y los occidentales contribuyeron a gestar una revuelta en contra de esa decisión.

Hay que recordar que un candidato a la presidencia de EEUU estuvo en Kiev, en la Plaza Maidán, y exhortó a los ucranianos a alejarse de la influencia rusa. Luego los rebeldes comenzaron sus acciones militares y establecieron un poder provisional e ilegítimo constituido por hipernacionalistas, fascistas y nostálgicos de la derecha de la Segunda Guerra Mundial.

Este gobierno adoptó una marcada política anti-rusa. Entonces, la respuesta de Putin empujado por Occidente fue la de avanzar sobre Crimea, zona que históricamente le perteneció a Rusia pero que por decisión de Nikita Krusev en 1954 fue cedida a Ucrania. En Crimea se encuentra la principal base militar rusa y su bastión marítimo en aguas cálidas.

- Si se analizan medios como la BBC, El País o NRK de Noruega pareciera que es inminente un desplazamiento ruso hacia el oeste de la región.

– Los gobiernos occidentales se han comportado como provocadores infantiles frente a Rusia. No se pueden quejar de que los rusos traten de preservar un poco sus intereses. El este de Ucrania globalmente es favorable a Rusia y las primeras decisiones que tomó el actual gobierno provisional fue la de suprimir y prohibir el uso de la lengua rusa.

Los medios de comunicación occidentales pretenden recrear la Guerra Fría cuando la Federación Rusa no representa ninguna amenaza ni alternativa al sistema capitalista. Simplemente es un imperio que se ha reducido y que no quiere dejarse despojar más. Entonces lo que hace Putin es decirles a los rusos: “No vamos a ser desintegrados”. No tienen ningún proyecto imperialista. Pienso que hay que crear una especie de finlandización en torno a Rusia, que además es lo que ésta reclama: que las tropas de la OTAN no estén en sus fronteras.

- Usted sostiene que en los últimos 15 años disminuyó la influencia de EEUU en América Latina. Entre muchas razones, asegura que la irrupción de gobiernos progresistas en la región y la decisión estadounidense de concentrar sus fuerzas en Medio Oriente, fueron fundamentales en dicho proceso. Simultáneamente la gravitación de China y Rusia creció. ¿Cómo se les escapa a la configuración de nuevos imperialismos?

– Para los países latinoamericanos no ha sido fácil preservar su soberanía. Primero porque la dependencia económica con el imperio británico fue muy importante. Y lo mismo ocurrió con EEUU. Por eso la preocupación de varios gobiernos regionales radica en encontrar contrapeso a la presencia y dominación estadounidense. Hoy la posibilidad de contrapeso se llama China.

Claro, si lo que se plantea es el traspaso de un imperialismo estadounidense a uno chino, no cambiaría en nada la realidad política del continente. Como en el fondo nada cambió pasar de una dominación británica a una estadounidense. Pero no creo que sea el caso. Se está generando una dependencia innegable. Los países mineros de América Latina dependen demasiado del comercio chino. También Argentina y Brasil con la exportación de soja. Pero en estos tiempos la preocupación principal de los gobiernos progresistas pasa por romper con la mono-dependencia. Tener relaciones múltiples con Europa, EEUU y China.

Por último, permítame señalarle una curiosidad respecto a las representaciones que circulan sobre el país asiático. China es un país que nunca ha salido de sus fronteras a escala planetaria y, por el contrario, ha sido invadido en varias oportunidades por mongoles, europeos y japoneses. Sin embargo, la sospecha generalizada de que “cuando China despierte” o “vengan los chinos” el mundo temblará, es una construcción discursiva altamente difundida a escala mundial.

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