martes, 17 de diciembre de 2013

Las jugadas de Daniel y el socialismo en un solo país



Por Selvin Aguilar

Cuando la efervescencia de las utopías históricas arreciaba en el mundo entero y la sociología se metía en las pasarelas de moda con Mary Quant y André Courrèges que vestían a las bellas mujeres contestatarias de París, Londres y Estados Unidos, en una intrascendente y triste Tegucigalpa, como la llamaba el Poeta salvadoreño Roque Dalton, y precisamente al frente del Hospital San Felipe, se fundaba el Frente Sandinista de Liberación Nacional, con la presencia de Carlos Fonseca, Silvio Mayorga, Tomas Borge y unos colaboradores hondureños que hoy pertenecen al Partido LibRe de Honduras.
El Frente Sandinista, hizo su primera incursión armada en Nicaragua por las riveras del Río Patuca en Olancho, y tuvo como colaborador a un ciudadano hondureño, que era hijo de Simón Gonzales, un veterano combatiente de Sandino, que derribó dos aviones de la primera guerra mundial que pertenecían a la Cía. Vacaro Brother Company, y que servían a los marines apostados en Nicaragua.

Recuerdo a mi amigo Guillermo Canizales, a Miguel Reyna y muchos hondureños que murieron luchando por la revolución sandinista, y a otros tantos que pusieron en vulnerabilidad sus seguridades personales, para ayudar a los planes sandinistas que se fraguaban desde Honduras. Era lógico, el Salvador, Guatemala y Nicaragua eran hervideros de revolución, pero Honduras era el país satélite, el país colaborador, que sacrificó su destino revolucionario, por la solidaridad insobornable con estos países. Sin Honduras, ni las tentativas en el Salvador y en Nicaragua, eran viables.

Hoy, cuando en Honduras, se ha suscitado un proceso de acumulación de consciencia y un salto cualitativo importante, y a un año de fundar un Partido político, Libertad y Refundación (LibRe), este alcanza una victoria electoral que es la expresión de la voluntad del pueblo. Hoy precisamente hoy, nos es arrebatada por la oligarquía hondureña esta gloriosa victoria, lo cual es predecible, tomando en cuenta el interés de los Estados Unidos por el dominio del área centroamericana. Pero lo que resulta increíble e inaceptable es la actitud cobarde del Comandante Daniel Ortega, quien le ha asestado una puñalada traicionera a los sueños revolucionarios de los hondureños, y es el primer Presidente que recibe como Presidente electo al representante de la oligarquía de Honduras, Juan Orlando Hernández, en el momento en que el Partido Libertad y Refundación está planteando una serie de impugnaciones a un proceso electoral fraudulento.

Hagamos una serie de hipótesis del comportamiento de Daniel Ortega: 

1.- Como Iósif Stalin cree que defender el socialismo en Nicaragua es el mayor aporte a la revolución mundial, y que es necesario tener a un Presidente –aunque pertenezca a la oligarquía hondureña- como aliado para asegurar la reelección, pues ningún otro nicaragüense puede hacer la revolución en Nicaragua como Daniel Ortega y la Chayo. 

2.- Daniel Ortega es el líder referente del socialismo en Centroamérica, y teme que el carismático y referente hemisférico de la lucha en Honduras, Manuel Zelaya Rosales le quite ese protagonismo. 

3.- El Partido LibRe solo va a ser aceptado por Daniel Ortega cuando ostente el poder, y mientras tanto es mejor ser aliado del poder oligárquico en Honduras, que de un partido popular sin poder.

Todas estas hipótesis son ciertas, pero lo que realmente importa es que los sueños revolucionarios en Honduras no pueden contar con Daniel Ortega, porque Daniel hace sus propias jugadas, unas jugadas propias de conceptos de soberanía anquilosada, unas jugadas cuyos argumentos son los intereses del Estado que pretenden coincidir con los intereses populares, que están a diez mil años luz. El Pueblo Nicaragüense sabe de la traición de su presidente porque los pueblos son sabios; y en esta lucha asimétrica que se libra contra la mentira en Honduras, nosotros ya sabemos que podemos confiar en el Pueblo de Nicaragua, que la solidaridad del pueblo de Nicaragua está a la vuelta de la esquina, que Nicaragua también es nuestra Nicaraguita. Nosotros los hondureños sabemos que podemos contar con los compas, que podemos contar con el pueblo de Nicaragua menos con Daniel.

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