lunes, 23 de diciembre de 2013

Extraditables, llegó la hora


Rebelión

Por Roberto Quesada

“Una de las leyes impulsadas por Juan Orlando Hernández permite 
la extradición a Estados Unidos de hondureños acusados de narcotráfico, 
inexistente hasta el año 2012. Eso desató represalias de los cárteles, 
como el asesinato del influyente periodista de la radio HRN, Alfredo Villatoro”.
Agencia de Noticias Reuters (lun, 25/11/2013)

No digo que les llegó la hora sino que llegó la hora, que no es lo mismo. Ya anunció a voz en cuello el “tigre” Bonilla que la policía está lista para capturar extraditables. ¿Será? Puede ser.

En las recientes “elecciones” el derrotado es el pueblo hondureño, no importa por el partido que haya votado, y los grandes ganadores son los Estados Unidos y la Unión Europea. El acercamiento que hizo la embajadora de los Estados Unidos, Lisa Kubiske, a la candidata opositora Xiomara Castro de Zelaya, tenía varios propósitos, uno de ellos, darle confianza al pueblo de que todo se llevaría en total democracia, transparencia y que los EEUU, en un inusitado despertar por apoyar la democracia en Centroamérica, se mantendría neutral, pero la principal razón no era esa sino asustar al extremo al candidato Juan Orlando Hernández.

Las encuestas daban por inalcanzable a Xiomara, incluyendo una desde la misma embajada, el acercamiento a Xiomara de la embajadora Kubiske, la declaración de los empresarios de estar de acuerdo con el proyecto de Xiomara, fueron solo la carnada para acorralar a Juan Orlando Hernández. Y los EEUU, especialistas en estudiar las debilidades humanas, conocen a fondo el ego descontrolado de JOH, su carencia de escrúpulos por obtener lo que se propone, su falso patriotismo que se limita a su pequeño grupo y a sí mismo. Por eso EEUU lo llevó al borde demostrándole que sabía por anticipado que estaba derrotado.

Y así JOH, descontrolado y viéndose en el abismo, viajó, poco antes de las “elecciones”, a su jefatura estadounidense, a rendir reverencia y a prometer micos y pericos, a alertar a los gringos de que si él no era el elegido llegaba el comunismo, Chávez reencarnado, el vudú de los hermanos Castro a Honduras. Según él convenció a los gringos. Sin darse cuenta que ellos lo escuchan con la risa hacia adentro, ¿quién va a informarles a los gringos como se mueve la cosa dentro de América Latina si dominan el tema mejor que sus representantes locales?

Allí cayó en la trampa JOH, así lo quería EEUU: derrotado por adelantado en las urnas, sin esperanza, con el ego amordazado por el rechazo popular. Ya en ese momento todo era de EEUU, le tiraron la agenda de Washington a aplicarse en Honduras en la mesa de conversaciones y seguramente le dijeron: “Aquí tienes nuestra agenda, si es que quieres ser nuestro gobernador en Honduras, la tomas o la dejas”. Y claro, el “sí” de JOH fue más precipitado que quinceañera ilusionada.

Así, ni más menos, pasó con Felipe Calderón en México, EEUU se hizo de la vista gorda con lo del fraude (que, por supuesto, en México fue mejor elaborado, quizá por cierto respeto a México, en cambio en Honduras fue descarado, desde la presidencia pasando por diputaciones y alcaldías, sin ningún pudor amparados en que la Policía Militar tenía encañonado al pueblo), a cambio impuso a Calderón que declarara la guerra al narco y éste así lo hizo en su discurso inaugural. Para el 2011,

desde el 2006 que Felipe Calderón asumió la presidencia, de fuentes oficiales, las muertes ya ascendían a más 34.600. Para estas fechas ya rondan los 70 mil.

Y a JOH, sin duda, dentro de las prioridades que se le exige para imponerlo como gobernador de Honduras, es agilizar la extradición. Por supuesto, no se trata de las bandas del narcotráfico amparadas por el gobierno, esto nadie se lo ha inventado, lo dijo Oscar Alvarez Guerrero siendo ministro de seguridad, que conocía diputados y alcaldes con nexos con el narcotráfico, sino a las que no están alineadas con el gobierno de Honduras ni Washington y que se mueven a lo largo y ancho de Honduras. Tal como sucediera en México, no tarda en salir la respuesta de los posibles extraditables, en sangrienta explosión.

Sin olvidar el antecedente colombiano, que estalló en terrible violencia cuando se confirmó la extradición, palabra que los cárteles detestan. Violencia que aún se vive en Colombia: secuestros, asesinatos, desplazados, a la orden del día, a diferencia que ahora se ha logrado que la prensa no haga eco de ello.

Ahora la gobernatura de Juan Orlando Hernández debe ir pensando cómo cumplir sus promesas, pues sectores poderosos en Washington, que en verdad están preocupados por sus ciudades y calles llenas de drogas, exigen resultados. Y JOH está obligado a darlos sin ninguna posibilidad de desobedecer, de traicionar a Washington, pues al menor atisbo de salirse de la agenda que le han marcado, podría correr igual suerte que el general Antonio Noriega de Panamá y ser llevado a alguna prisión de los EEUU con las patitas amarradas para atrás.

Es probable que pronto veamos personajes como Roberto Micheletti, para dar un ejemplo, capturado y extraditado, pes no por gusto desde hace tiempo se lanzan globos sondas de sus probables nexos con el cartel de Cali. Incluso es posible que esos guardaespaldas que le ha puesto el gobierno es para que lo cuiden, pero no por su vida sino para que, cuando llegue el momento, no escape, y sean los encargados de su captura los mismos que lo han andado “cuidando”.

El problema es el pueblo, que se verá en fuego cruzado. Ojalá que los señores que tienen como negocio el rubro de la droga, no causen actos terroristas en mercados de la gente pobre, en malls de la clase media, en donde anda gente inocente que muchas veces ni informada está de lo que sucede en el país. A lo mejor han aprendido a atacar directamente a sus enemigos y no a inocentes. Aunque es probable que la misma gobernatura de JOH use métodos terroristas para culpar a los cárteles. Así mismo, es peligroso que como “daño colateral” o como dicen en Honduras “se fue en la balacera”, se eliminen a líderes políticos para desde ya ir debilitando a la oposición. A mis amigos periodistas, al igual que a mis amigos diputados y diputadas, les aconsejo que no se metan en eso: ese problema es de los EEUU, de la gobernatura de JOH y ahora de la Unión Europea, que muy sagazmente los Estados Unidos involucró en el conflicto.

Entre Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández, han servido por bandejas de plata, a los EE.UU. y a la Unión Europea, el territorio hondureño tanto para librar la guerra contra el narcotráfico así como plataforma armada para un eventual asalto militar a las democracias regionales. La suerte está echada. Dios salve a Honduras.

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