viernes, 27 de diciembre de 2013

Declarado está… Moralejas sobre el sistema y el electorado


Vos el Soberano 

Por Rodolfo Pastor Fasquelle

Un par de reflexiones antes de cerrar la temporada. Se sigue afirmando en círculos académicos que el electorado hondureño es conservador  y, aparte del fraude, con resignación se culpa al sistema por anomalías en la determinación de quienes van a ser (con menos votos que otros) nuestros diputados, como si el sistema no fuera una construcción, si no un fenómeno natural. Y como si los pueblos sufrieran patologías culturales incurables.
Una mayoría de los hondureños votó todavía a favor de partidos tradicionales, quizás 54%, nunca se sabe con exactitud, pero no menos. Las propuestas nuevas, no todas progresistas (como dice la ministra alarmada) no alcanzaron a sumar 45%. Nos ufanamos de que esa cifra sea sustancial y no quiero aguar la fiesta ni deslizarme al desánimo. Hubo un avance y el bipartidismo pasó a mejor vida, pero si no profundizamos en el lastre y los obstáculos no podremos retar a la mayoría relativa que deja atrás como albur. Difícilmente podrá el tercer sucedáneo, el de Juan ser peor que el gobierno de Lobo, al cual el moderado Facussé llama el peor de la historia. Habrá que despejar aún el fraude, puntual, sutil, una constante, pero no incide en lo esencial ni en lo práctico.
Luchamos contra malos candidatos (Juan tenía pésima imagen y al fin Mauricio también, a whimp) en un momento en que el recuerdo del 2009 nos animaba aun, con alguna ayuda internacionalista, y con una muy buena candidata, respetada y querida por el pueblo llano, cuando la economía está en su peor momento desde hace varias décadas, y perdimos. No acepto que se diga que el pueblo escogió bien porque sumados los votos en contra son muchos más que los que ungieron a Juan, porque el pueblo tuvo que saber que, cuando dividía su oposición confirmaba ese resultado. PAC responde a su propia base y dinámica -con todo respeto, también conservadora- creída de la bizarra ocurrencia de que hay que cambiar a la gente, como si la corrupción no fuera una disfunción del sistema. Y aunque está por probarse la continuidad de PAC, no hay por qué suponer que hubiéramos podido captar sus simpatías o que su desarticulación nos beneficia. Al contrario, serían útiles aliados, los necesitamos.
Para nosotros, y sigo hablando como LibRe, es vital entender ¿por qué la tradición política fracasada sigue atrayendo a un voto masivo y mayoritario? Y después ¿por qué habiendo sacado según su conteo un 55% de los votos Juan y Mauricio van a tener 70% de los votos en el Congreso y una proporción igual de alcaldías? Muchos diputados que sacaron más marcas principalmente de los partidos retadores no alcanzaron una curul porque el cociente electoral  favoreció a los tradicionales. Otros no pudieron atraer los votos de su candidata. Las elecciones locales siguen siendo clientelísticas
La Ley electoral evidentemente esconde detrás de cada rincón mecanismos de perpetración del poder. Además de un tribunal de ciudadanos reconocidos por su honorabilidad y responsabilidad, que representen a la gama del electorado, tendremos que hacerle reformas al sistema de elección, que nos curen en salud de las trampas y manipulaciones, que permitan la libre participación del ciudadano, valoren las marcas sobre el cociente y en todo caso favorezcan a la disidencia y reconecten -en una relación de mutua responsabilidad- a los candidatos y los electores. Esa es la parte fácil. Libre nominación, distritos, proporcionalidad de acceso a los medios, oportunidad paritaria para los nominados (no que los primeros tienen más opción que los siguientes) y transparencia de financiamiento. No nos desconcentremos.
Lo más difícil es el problema de la cultura o incultura política. ¿Existe entonces lo que los gringos del Southcom llaman la cultura política hondureña conservadora? En todo caso, hay mucha ignorancia y teniendo opciones, está claro que a veces los electores escogen mal. Varios de los más notorios corruptos de la Administración Lobo vuelven a la inmunidad del nuevo Congreso. Aunque canse, Ramos S. puede ser un mejor legislador que el locutor deportivo Morazán. Silvia Ayala es mucha mejor representante que Castro, penco igual que Morazán, Romero o López. A muchos les gustan los pencos. Porque hay mucho penco e ignorante que no puede diferenciarlos. Pero además los hondureños(as) viven en precariedad. La mayoría entiende que su sobrevivencia exige orden y tiene razón de tener miedo en cuanto nosotros no inspiremos confianza de que tendremos un orden, protegeremos sus empleos y patrimonios. ¡Lenguaje corporal!
Quienes proponemos cambios políticos profundos vamos a tener que entender esas limitaciones, comunicarnos y sintonizarnos mejor con esas preocupaciones y vamos a tener que educar a los electores. Si somos líderes tenemos que conocer mejor esos temores y enseñar con el ejemplo. Y si el pueblo es el soberano claramente tiene que desapendejarse, como se dice en el antiguo régimen que tienen que hacer los príncipes, cultivándose. No puedes nominar a delincuentes, como abundaban en las planillas de todos los partidos (ellos prefieren estar entre los ganadores), si quieres enseñarle al pueblo a escoger gente decente.
Al pueblo soberano hay que educarlo -a un pueblo incluyente porque varias clases medias son pueblo igual y no ganaremos a futuro elecciones sin ellas- entre otras cosas, en el manejo de su economía, de costumbres malsanas, etc. Pero en primer lugar para ser demócratas los partidos tienen que educar a ese pueblo políticamente. Para que valore los derechos sobre los temores, la solidaridad sobre la mezquindad y para que pueda resistir el embate de la propaganda subliminal y negativa. Me conmovió escuchar a una profesora en Cortés decirme frente a un auditorio -nadie la desmentía- que LibRe se proponía expropiarla de sus cositas que tanto le costaban. ¿Qué enseñará esa doña en el aula?
Dirán que soy conservador también yo. Está bien defender la justicia que reclaman muchos campesinos que se han quedado sin tierra por el avance del capital corporativo en el agro, o el derecho que tienen los pobladores a una residencia decente. Pero si queremos que la gente nos crea tenemos que dejar de amparar o justificar invasiones, como hacen los activistas de otros, pero que no debe hacer nadie serio. No es solo con el discurso si no con la forma de comportarnos que nos comunicamos. Otros aseguran que al movimiento social le hizo daño vincularse tanto al Partido. Bien puede ser. En efecto uno y otro tienen su cometido y su estrategia, y para ganar elecciones el Partido tendrá que tomar distancia del movimiento social. Ser mucho más amplio y sabio.

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