domingo, 15 de diciembre de 2013

Educación en clave de campaña



Bachelet promete enviar un proyecto de ley en los primeros cien días de su mandato, que incluya terminar con el lucro “en todo el sistema educativo”. Matthei propone la creación de una Subvención Escolar Familiar de cincuenta dólares.

Por Christian Palma

Desde Santiago

La educación en Chile vivió una de sus más nefastas transformaciones cuando el fallecido dictador Augusto Pinochet eliminó la educación terciaria gratuita a comienzos de los ochenta. Desde esa fecha, las universidades públicas y privadas cobran por enseñar. En el caso de la educación secundaria, las escuelas particulares funcionan de la misma manera, mientras que el sistema público ha ido retrocediendo con los años. Sólo el nivel básico es gratis. Respecto de la calidad de la misma, el diagnóstico es claro: cuanto más caras, mejor será la enseñanza y más oportunidades tendrás de entrar a alguna institución superior que te exige superar una cuestionada prueba de selección. En suma, algo que pareciera ser básico en una sociedad y en un mecanismo de movilidad social, se ha convertido en un sistema de reproducción de la desigualdad. Sólo un dato: para poder acceder a la universidad, más del 70 por ciento de los estudiantes chilenos debe recurrir a un crédito para financiarse, dejando a miles completamente endeudados termine o no la carrera.

El año 2006, en la primera parte del gobierno de Michelle Bachelet, el tema le explotó en la cara: miles de estudiantes se tomaron los colegios y salieron a reclamar por un modelo que los estaba dejando fuera o a sus padres en bancarrota. La “revolución de los pingüinos” logró modificar la ley de educación, hubo apretones de manos, abrazos, fotos, pero al poco tiempo los pingüinos vieron cómo nada de lo prometido se cumplió. En 2011, un escenario similar tuvo en las cuerdas al presidente Sebastián Piñera. Miles de jóvenes en las calles, tres ministros fuera del gabinete y la aparición de líderes estudiantiles que se tomaron la agenda.

Desde esa fecha, el tema sigue en la palestra y en esta campaña presidencial que tiene enfrentada a la heredera de Piñera, Evelyn Matthei, con Michelle Bachelet, de la Nueva Mayoría, sin duda terminará por inclinar la balanza.

“Me opongo totalmente a la gratuidad en el sistema universitario”, ha dicho en todos los tonos Matthei, la candidata derechista. “Cuando hay una persona que es pudiente, cuyos padres pueden pagar, no es posible que acceda a una educación superior gratuita.” Su argumento pasa porque estos jóvenes, en su mayoría, son los que entran a las mejores universidades, a las mejores carreras, porque tuvieron acceso a una mayor cultura, y a los mejores colegios. “¿Entonces además les vamos a regalar la universidad? No, no estoy dispuesta a gastarme plata de todos los chilenos en eso.”

Junto a ello, Matthei propone la creación de una Subvención Escolar Familiar la cual sería asignada directamente a las familias para que éstas decidan dónde enviar a sus hijos. El monto sería cercano a los 50 dólares, sin embargo, se debe tomar en cuenta que un colegio considerado “bueno”, supera fácilmente los 200 dólares por alumno.

Sólo estas dos características del programa de Matthei, chocan directamente con las demandas del movimiento estudiantil que pide educación de calidad y gratis para todos y en todos los niveles.

De los líderes estudiantiles de 2011, cuatro lograron convertirse en diputados, incluida Camila Vallejo, la carismática dirigente que saltó a la fama por un discurso frontal. La mayoría de la nueva bancada estudiantil ha apoyado a Bachelet, debido a que su propuesta, dicen, está más en sintonía con sus planteamientos o, por lo menos, deja espacio para realizar reformas.

Por ejemplo, Bachelet promete enviar un proyecto de ley en los primeros 100 días de su mandato, que incluya terminar con el lucro “en todo el sistema educativo”, otra de las peleas de los estudiantes, poner fin a la educación secundaria municipal y traspasarla a un Servicio Nacional de Educación, mientras que en educación superior, avanzar gradualmente en la gratuidad universal efectiva, en un proceso que tomará seis años. Además, propone en los próximos cuatro años, gratuidad a estudiantes del 70 por ciento de la población más vulnerable.

Sin embargo, los dirigentes actuales han manifestado su desconfianza ante las propuestas de reforma educacional de Bachelet afirmando que continuarán con sus manifestaciones en las calles durante un eventual gobierno de la doctora socialista para que “los buenos titulares” que incluye su programa finalmente se hagan realidad. El recuerdo del “pingüinazo” aún no se olvida.

Desde el comando de Evelyn Matthei, aseguran que las propuestas de Michelle Bachelet atentan contra la libertad en la educación y amenazarían con sepultar el modelo actual, pues su programa permite tener varios modelos para el sistema, mientras que el proyecto de Bachelet estaría amenazando con cerrar más de tres mil colegios particulares subvencionados, los que atenderían a un millón 300 mil estudiantes. Además, dice, ella defiende la libertad de la educación y el derecho a elegir de los padres al momento de matricular a sus hijos.

Según las encuestas, hoy Michelle Bachelet llegará por segunda vez a La Moneda. Sus ideas en el plano educativo, aun con resquemores, han encontrado el apoyo de buena parte de los dirigentes estudiantiles que lograron instalar el tema y posar los ojos del mundo en Chile. Con una mayoría relativa en el Congreso, la doctora socialista tiene la cancha despejada para realizar sus reformas a diferencia de lo ocurrido en 2006, cuando la derecha bloqueó sus modificaciones al modelo. “Ahora es el momento para Michelle”, se ha escuchado decir. De lo contrario, las marchas masivas que soportó Piñera y las tomas de colegios y universidades se duplicarán, pues Bachelet ha elevado las expectativas de la gente. De ganar y no cumplir sus promesas, se le pondrá muy fea. No debe olvidar que los pingüinos están atentos.

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