viernes, 20 de diciembre de 2013

El esperma autoritario de Carias



Por Edgar Soriano

Hoy quiero hablar de las expresiones verbales de los pobladores, de tantas frases que he escuchado en las calles y en la universidad nacional, a continuación tomo la siguiente: “ese JOH es un esperma de Carias por autoritario”.

La anterior frase parece muy jocosa, pero contiene un simbolismo cultural y asimilación de una historia nacional que no parte necesariamente de estudios académicos de los historiadores sino de la memoria debatida en el imaginario colectivo; es que por más que el Partido Nacional ha querido llevar el mito del “fundador de la paz” más allá de su controlada militancia (su “voto duro”) la conciencia de las imposiciones y el letargo cuasi-feudal de sus regímenes autoritarios ha estado presente en los imaginarios de amplios sectores poblacionales.
La frase es parte de las concepciones culturales de carácter patriarcal, el ser descendiente de la semilla del pater, de allí que las personas  expresen estas frases en las calles de Tegucigalpa y otras zonas. Para tener una mayor claridad de donde tiene origen estas expresiones hay que tomar en consideración dos puntos; primero, el rechazo de un amplio sector poblacional al elitismo autoritario y entreguista del Partido Nacional (mediante sus líderes); y segundo, la misma aceptación de dicho partido de ser descendientes de la política del cariato, en las últimas campañas el Partido Nacional ha propuesto “volver a tiempos de Carías” como argumento para combatir la inseguridad ciudadana, en otras palabras, el único recurso de engaño frente al desgaste del tradicionalismo político.
El considerarse descendiente de un régimen político autoritario como el de Tiburcio Carías demuestra que la derecha hondureña instalada en estructuras mentales y de privilegios materiales le sigue apostando a la manipulación y la represión socio-cultural. El mecanismo de dominio hegemónico parte del mundo colonial, la religión, la clientela, el machismo y la enajenación material se imponen frente a cualquier raciocinio. El fusil y la bota militar sigue siendo el argumento cariísta para instaurar la “paz y la democracia” desatendiendo el reclamo de millares de personas y los aportes académicos sobre la profunda desigualdad social que tiene al país sumergido en la miseria (73% de pobreza según proyección del Banco Mundial).
Es entendible que genéticamente y culturalmente todas y todos los nacidos por estas tierras somos herederos de las estructuras identitarias, eso me hace sentir orgulloso de manera crítica de las dinámicas culturales.
Teniendo una visión crítica de nuestra realidad se puede discernir la carencia de estar a las puertas de una reconciliación y voluntad de los grupos oligárquicos de ceder terreno sobre sus leoninos intereses monetarios, al contrario, estamos frente a una dura realidad donde el engaño y la barbarie con soberbia se erige mediante títeres “políticos” que con fotoshop se hacen llamar “gente importante, de bien y buena familia” ante una “chusmeria que hay que toletearla”, según ellos, para que aprenda a convivir en su pobreza.
En la segunda década del siglo XXI la lógica neocolonial se impone frente a las posibilidades de avanzar hacia una mayor participación comunitaria. El fantasma de Carías  seguirá en los “espermas mentales” de las retardatarias elites de poder y su clientela manipulada.
Cuanto trabajo de conciencia organizativa y participativa para detener la lógica entreguista del patrimonio natural y cultural. La juventud es la llamada a seguir los pasos dignos de Francisco Morazán, de Juan Pablo Wainwright, de Visitación Padilla y tantos hombre y mujeres que han y siguen aportando para construir bases sólidas  para una Honduras incluyente…

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