jueves, 7 de mayo de 2020
«Lo que hemos aprendido ahora debe valer para mejorar el bienestar de la gente»
Por Iñaki Petxarroman
Yayo Herrero (Madrid 1961), antropóloga, profesora y activista, es una de las voces referenciales del ecofeminismo a nivel europeo. Llama la atención sobre el hecho de que algunas de las decisiones tomadas han sido beneficiosas para la tierra y para las personas, y opina que algunas deberían mantenerse.
¿Cuál es la conclusión más importante que se puede extraer de esta crisis del coronavirus?
Esta crisis nos ha enseñado más claramente aún cosas que ya sabíamos. En primer lugar, la debilidad de la economía mundial globalizada. Por otro lado, nos ha dado ocasión para reflexionar sobre cuáles son las necesidades humanas y los trabajos indispensables para satisfacerlas. Ha sido muy esclarecedor: de repente, los trabajos indispensables son los trabajos que estos últimos años han estado peor pagados, los que han sido arrinconados, los más precarizados, los que tienen menor visibilidad y en muchos y muchos casos, los más feminizados: los cuidados y los trabajos domésticos, los de las residencias de ancianos, una parte grande de la sanidad, la limpieza…
Al menos en el imaginario social también el sector público ha salido reforzado
Sí y no sólo la salud pública aunque ella haya tenido la visibilidad mayor. Piensa en los funcionarios que han estado tramitando los miles de dosieres temporales de regulación de empleo. También hay que subrayar el trabajo que han realizado los ayuntamientos. Así mismo, subrayaría los trabajos realizados en tantas casas, aunque sean del sector privado. De nuevo, las familias son los colchones que alivian un poco la crisis. Hemos puesto la atención en la sanidad pública porque como consecuencia de los recortes se han colapsado, pero la parte más dura de la crisis les ha tocado a las familias.
La crisis también ha alentado la solidaridad y la ayuda mutua
Evidentemente. Se han creado muchas redes de solidaridad y ayuda. Seguramente, han sido grupos vecinales que ya existían de antes, pero se les ha juntado un montón de gente que de pronto ha empezado a preocuparse por quienes tienen al lado y en estado de necesidad.
¿Y la agricultura de cercanía?
Se encuentra en el meollo de la mencionada debilidad del sistema económico. El Estado español, por ejemplo, es totalmente dependiente en energía, materiales y también en alimentación, debido a las políticas que han predominado en los últimos años. La mayoría de los países que llamamos desarrollados se encuentran en una situación similar. Se han abandonado las zonas agrícolas, y donde se ha mantenido la actividad se han instalado infraestructuras grandes y criaderos industriales para cerdos y ganado. Las granjas y producciones pequeñas, a través de la autogestión y con relaciones mucho más directas y adecuadas, están ampliando su producción, pero con la excusa de la pandemia no les ponen más que impedimentos. Hemos dado la espalda a las producciones necesarias para sostener la vida, y los países que llamamos atrasados nos han dado la posibilidad de sobrevivir porque han mantenido el primer sector.
Habrá quienes al suavizarse la pandemia querrán mantener y reforzar más aún la economía globalizada
No hay duda. Quienes están vendiendo un plan al estilo del «Plan Marshall», son los que están apostando por el modelo económico que está en la base de las debilidades del sistema. Una parte importante de la ayuda de la Unión Europea la han destinado al sector financiero, para que los bancos den préstamos con más facilidad. Es manifiesto cómo en algunos sitios están aprovechando la crisis para eliminar las medidas de protección de la tierra y las personas. Por tanto, lo que ocurra en el futuro se decidirá en función de la correlación de las fuerzas que se forme y en función de la capacidad de la sociedad civil para organizarse.
El objetivo de los gobernantes es recuperar la normalidad
Normalidad es la situación anterior. Esto es, la que se ha basado en duras condiciones de precariedad, la que tenía a sectores amplios de la sociedad en la pobreza, la que tenía unas tasas de paro elevadísimas, la que ha dejado muy deteriorado el sistema sanitario, la que ha convertido la dependencia y el cuidado en un suculento negocio para los sectores privados… Esa normalidad nos obliga a respirar un aire contaminado y a vivir con vertidos de gases que provocan el calentamiento global. La normalidad que quieren recuperar es la que nos trae la emergencia climática.
Algunos dirán que ésta situación no es mucho mejor
En esta situación de excepción la contaminación y los gases del calentamiento global han bajado radicalmente y las variables biofísicas han mejorado. Además, se han prohibido los despidos en las empresas, cortar el agua o la luz a quienes no pueden pagar… Se han tomado medidas que protegen a las personas que no pagan el alquiler… Por tanto, aunque sea paradójico, han llegado medidas que protegen a la gente y su bienestar. ¿Cuál es la normalidad que cueste lo que cueste quieren traer? El crecimiento económico basado en el destrozo de la tierra y en las desigualdades sociales.
El coronavirus ha conseguido lo que no han conseguido otras situaciones críticas
Si, estamos en un contexto de crisis climática y en la fase del pico del petróleo, momento en el que hay condiciones objetivas que dificultan que la economía crezca… Antes de llegar la pandemia, los expertos hablaban de una recesión económica profunda, pero la pandemia ha traído cambios. Lo que hemos aprendido ahora ¿no nos debe valer para crear mejores condiciones desde el punto de vista del bienestar de la gente, para responder a otras situaciones que pueden venir? Esta hecatombe sanitaria se está llevando consigo a las personas más vulnerables de la sociedad: gente anciana, empobrecida, la que, sea por vivir en zonas de gran contaminación o por deficiente alimentación, no estaba bien de salud … Esta situación excepcional es una ruina, pero hacia adelante deberíamos mantener algunas de las medidas que se han puesto en marcha.
¿Por ejemplo?
Los científicos nos han dicho que el confinamiento social era necesario para evitar la extensión del virus. Los científicos también nos han alertado de que tendremos que hacer frente a muchas situaciones de emergencia; entre otras, al cambio climático. Las medidas que es necesario tomar afectan al modelo económico, pero hay que tomarlas para proteger a la gente. Por tanto, podemos tomar esta situación como un ensayo para edificar una nueva normalidad, en la que el objetivo sea proteger a toda la ciudadanía y también todos sus derechos y libertades.
El papel de las policías y el ejército ha creado preocupación…
¿No se le habrá dado excesiva legitimidad al trabajo de vigilancia, sin saber a donde nos pueda llevar eso? Santiago Alba Rico decía que había una lucha entre los balcones solidarios y los balcones linchadores. Mi sensación es que no hay tanto balcón linchador. Pero haberlos, los hay. Y también hay quien quiere valerse de la situación para dejar a las personas sin papeles sin protección. Hay miradas excluyentes, que plantean que debemos mantener nuestros privilegios manteniendo la exclusión de otras personas. Y también hay miradas abiertas, que plantean que en ese nuevo mundo todos tenemos cabida.
¿La nueva situación valdrá para replantearnos la relación que tenemos con la Tierra?
La relación que nuestra cultura ha tenido con la Tierra no ha podido ser peor. No acabamos de darnos cuenta de que somos seres interdependientes. Hemos creído que la tecnología sería capaz de arreglar casi todos los problemas, y hemos creído que podemos sacrificar cualquier cosa en nombre del crecimiento económico. Pero ahora hemos visto que hemos arruinado hasta las condiciones imprescindibles para la vida.
Muchos expertos dicen que la pérdida de biodiversidad facilita la transmisión de virus de los animales a las personas.
La biodiversidad ha hecho el trabajo de protección y muro entre animales y humanos. Y eso no es una historieta mística, sino algo que tiene que ver con el papel que la biodiversidad ha jugado en los miles de millones de años de la evolución. La biodiversidad protege el sistema de la vida, y si aniquilamos la biodiversidad nos quedaremos sin seguro de vida. Por tanto, la pérdida de biodiversidad, junto con el hundimiento de la emergencia climática y de los ciclos de la naturaleza, es un ataque contra la vida humana, porque nuestra vida tira para delante de un modo mucho más debilitado.
Se ha comprobado lo frágiles que nos vuelve el sistema de transporte y comunicación que trae consigo la globalización
Daniel Bernabé ha investigado cómo se ha expandido el coronavirus y ha planteado que el exceso de movilidad y todos esos viajes que conlleva el sistema globalizado son los que han posibilitado la transmisión del virus. Piensa cuántos jefes de empresa, gobernantes etc., se mueven a diario entre China, Europa y Estados Unidos. Y no solamente personas, sino mercancías. Este sistema hace imposible romper la cadena de un virus porque hemos suprimido y destruido los muros naturales que hay en el mundo. Si a eso añadimos la degradación de los servicios públicos, tenemos el cóctel perfecto para que una pandemia como ésta se expanda y los sectores en situación más precaria queden sin protección.
Los sectores que con más contundencia ha dañado el virus son los que con mayor fuerza puede dañar la emergencia climática
El virus no hace diferencias, pero una vez que llega no estamos todos en las mismas condiciones para hacerle frente. Es decir, no estamos igualmente alimentados y no tenemos las misma condición de salud, entre otras cosas, porque hay gente que vive en zonas con una gran contaminación. Lo mismo sucede con las personas ancianas. Algunas cosas que hemos escuchado son terribles. Por ejemplo, en Estados Unidos han pedido que se sacrifique a los mayores en nombre de la economía, como si esas personas no debieran ser protegidas.
El confinamiento tampoco es igual en un chalet de 300 metros o en un piso de 30 metros
Por supuesto, y tampoco en casas donde muchas personas viven apiladas. No es lo mismo para los que siguen cobrando y para los que han perdido el escaso salario que tenían antes, con el desasosiego que eso provoca.
También hay tensiones entre quienes quieren que no se detenga el sistema económico y quienes quieren protegerse
Esta contradicción de nuestra cultura, en esencia, es un problema de civilización. Se refiere a la no compatibilidad entre la economía y la vida. Algunos modelos económicos tienen necesidad de crecer sin límites, y no se pueden parar porque son muy frágiles, porque están continuamente dependientes de los ingresos monetarios. La red financiera en la que se basan está totalmente atada a dicho modelo y una muestra de ellos son los altibajos que se dan en las bolsas. Cuando esos modelos crecen, la naturaleza se deteriora manifiestamente y las bases materiales que sostienen la vida se debilitan. Por tanto, el desarrollo de unos trae consigo una vida con mayor desasosiego y menor dignidad para la mayoría.
Lo mismo ocurrió después de la crisis de 2008. ¿Corremos hoy día el mismo peligro?
Cuando la economía se contrae, con la actual relación de fuerzas, hay un sector importante del poder que apuesta por esa salida. Esto es, privatizando al seno de cada hogar los riesgos de la vida y socializando los riesgos de las empresas mediante los rescates. Quiero decir, que cuando tienes una economía que no pone en el centro la vida de las personas, lo que encontramos es que la vida misma puede ser sacrificada si el objetivo es el crecimiento económico.
Desde un punto de vista feminista ¿eres optimista en cuanto a las consecuencias que pueda traer la crisis?
Se menciona lo que se ha hecho en el sector público, pero no tanto lo que se ha hecho en los hogares, porque no se les tiene en cuenta. Se da como hecho que se trata de un servicio familiar, día a día y de generación en generación, base de la vida. Esta crisis ha dejado más en evidencia todas las deficiencias que tiene ese modelo. Y ha dejado en evidencia, además, que cuando hay voluntad política se pueden tomar rápidamente decisiones para proteger a las personas. Y al mismo tiempo, que las personas también podemos cambiar de raíz nuestro modo de vida cuando vemos que hay que proteger la vida de los que nos rodean. La cuestión es ¿podremos hacer eso mismo sin tener una hecatombe a la puerta? Creo que esto nos ha enseñado que sí, que es posible.
Por ejemplo, la emergencia climática no ha sido suficiente estímulo para tomar medidas semejantes
Ha sido enorme el esfuerzo hecho por los medios de comunicación para poner esta crisis sobre la mesa, sea adecuadamente o no. ¿Sería posible hacer lo mismo con la crisis ecológica? Es cierto que no la vivimos como amenaza directa, pero la tormenta Gloria ya ha obligado a bastante a abandonar el delta del Ebro y está empujando a gente que vive en la costa a marchar hacia otros lugares. Mejor iríamos si la tomáramos como amenaza grave, antes de que sea demasiado tarde.
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