jueves, 28 de mayo de 2020

De nuevo un fantasma recorre el mundo


Rebelión

Por Oscar Oramas Oliva 

La herramienta estratégica del

Porvenir es el humanismo, no

hay nada mejor.

Silvio Rodríguez

En una lejana y hasta entonces desconocida ciudad, Wuhan, China, sus autoridades comunicaron a la OMS, el surgimiento de un coronavirus llamado Covid-19, el pasado mes de diciembre, desde entonces ese virus ha recorrido el planeta, provocando más de dos millones de infestados y cincuenta mil fallecidos oficiales. En realidad las cifras pueden prestarse a dudas, pues muchas personas, sin acceso a los servicios de salud, no han sido contabilizadas. El SARS-CoV-2 tiene una alta transmisibilidad. Es un virus que se está propagando con mucha rapidez debido en gran medida a que el 80% de las personas que lo poseen son asintomáticas, como sucede con otros virus respiratorios, lo cual ubica a este grupo como el de mayor riesgo en la propagación, destacó en entrevista exclusiva a CubaSí la Dra. Sonia Resik, Jefa del Departamento de Virología del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK).

La reacción de los Gobiernos ha sido tomar medidas unilaterales, sin consultar siquiera a sus vecinos, incluyendo el cierre de fronteras. Esta acción irracional, dictada por el miedo —el de los políticos a perder las elecciones o su popularidad—los gobernantes han quedado rebasados por la tragedia y los daños psicológicos pueden ser enormes, aun cuando estamos lejos de saber, cuando concluirá esta pesadilla. El coronavirus expone la mercantilización de la salud en los países donde reina el neoliberalismo. Por tanto, es preciso que todos pensemos y con celeridad, como vamos a enfrentar el tiempo pos pandemia, porque las consecuencias de la misma serán descomunales.

Todo esto ha dejado expuesta la fragilidad del sistema de gobierno regido por el neoliberalismo. Se ha dicho que el coronavirus vino para recordarnos nuestra fragilidad como especie. El mundo que veremos después de la pandemia, no será igual al que era antes de la misma.

Con excepción de la OMS y unas declaraciones del Secretario General de las Naciones Unidas, el resto de las organizaciones y muchos gobiernos, además de sus líderes parecerían paralizados, desorientados ante la cadena de acontecimientos, que marchan a gran velocidad, paralizando la vida y la económica de una gran parte del orbe. Hoy se ha publicado mucha información sobre las alertas que científicos, aparatos de inteligencias y la propia OMS había planteado, en septiembre de 2019, sobre el surgimiento de una pandemia catastrófica, pero algunos poderosos miraron para otro lado. No hubo voluntad ni sensibilidad política para escuchar y actuar.

Todo esto ha dejado expuesta la fragilidad del sistema de gobierno regido por el neoliberalismo. Se ha dicho que el coronavirus vino para recordarnos nuestra fragilidad como especie. El mundo que veremos después de la pandemia, no será igual al que era antes de la misma, porque ella es un«hecho social total» ha dicho el escritor Ignacio Ramonet, este 22 de abril, desde la Habana, en el sentido de que convulsa el conjunto de las relaciones sociales, y conmociona a la totalidad de los actores, de las instituciones y de los valores.

Preguntado el filósofo y lingüista Noam Chomsky, desde su casa en Arizona, sobre su visión sobre este fenómeno mundial, respondió: ¨La primera lección es que estamos ante otro fallo masivo y colosal de la versión neoliberal del capitalismo. Si no aprendemos eso, la próxima vez que pase algo parecido va a ser peor¨

“Por primera vez en su historia, la primera potencia del planeta ha renunciado a encabezar la lucha sanitaria y económica mientras China responde con una campaña muy agresiva para mejorar su imagen pública”, comenta Federico Steinberg, analista principal del Real Instituto Elcano. En su último artículo La pandemia del coronavirus va a alterar para siempre el orden mundial, publicado el pasado 3 de abril en el diario The Wall Street Journal, Kissinger expresa abiertamente sus dos grandes temores: Después del Covid-19 ¿se podrán “salvaguardar los principios del orden mundial liberal”? “Un país dividido como Estados Unidos ¿será capaz de liderar la transición al orden posterior al coronavirus?”

La historia advierte de que los desastres incendian la xenofobia y el racismo. El periodista y director editorial de Le Monde Diplomatique escribió recientemente: ¨Con la crisis sanitaria, se ha franqueado un nuevo límite. En París, hay drones que vigilan las zonas de acceso prohibido; en Corea del Sur, hay censores que alertan a las autoridades cuando la temperatura de un habitante representa un peligro para la población; en Polonia, los habitantes deben elegir entre instalar una aplicación de verificación de la cuarentena en su teléfono móvil o recibir visitas imprevistas de la policía a sus domicilios. En tiempos de catástrofe, este tipo de dispositivos de vigilancia recibe el apoyo popular; no obstante, siempre sobreviven a las condiciones que los vieron nacer¨.

“El sistema de salud es un derecho fundamental del ser humano”. Son muchas las angustias que provocan el confinamiento y el distanciamiento social y la incertidumbre sobre el porvenir. No saber a los hijos, a la pareja amada, mantener el forzoso alejamiento de los amigos es algo cargado de consecuencias y no dudo, que cuando esto acabe, muchas reflexiones sobre estos tópicos abunden, porque la espiritualidad, que se ha ido erosionando en la sociedad capitalista neoliberal. Habrá que repasar y reflexionar en la necesidad de vivir en un mundo más ético. Tendremos, tal vez, al descubrimiento de lo humano, como hiciera William Shakespeare en el siglo XVI.

El coronavirus trae, en principio, el requisito de la solidaridad, sin ella y esfuerzos mancomunados de todos, la Humanidad no podrá vencer esta devastadora pandemia. El juego de las apariencias, no tiene cabida en esta cruzada.El sadomasoquismo de los yanquis es inconmensurable, demostrada en sus deseos de regocijarse ante la muerte de ciudadanos de estados que no se arrodillan ante sus exigencias imperiales, léase, Cuba, con un bloqueo de 60 años, Venezuela, Irán, cuando esa gran potencia se niega a escuchar los reclamos de la comunidad internacional, por suprimir sanciones que permitir a dichos países, poder hacerle frente a la pandemia. Ya no es ceguera, es el odio de los impotentes mentales. El virus mata sin respetar fronteras ni ideologías.

«El único país que ha demostrado un internacionalismo genuino ha sido Cuba, que ha estado siempre bajo estrangulación económica por parte de Estados Unidos y por algún milagro han sobrevivido para seguir mostrándole al mundo lo que es el internacionalismo. Pero esto no lo puedes decir en Estados Unidos, porque lo que has de hacer es culparles de violaciones de los derechos humanos. De hecho, las peores violaciones de derechos humanos tienen lugar al sudeste de Cuba, en un lugar llamado Guantánamo que Estados Unidos tomó a punta de pistola y se niega a devolver, ha dicho Noam Chomsky.

¿Y por qué Chomsky ha dicho lo anterior? Porque Cuba, víctima de un criminal bloqueo, que ya lleva 60 años- por cierto el más largo de toda la historia de la humanidad-, recrudecido también por la actual Administración Trump y ampliado con una tenaz persecución contra todo barco que le lleve combustible, cree firmemente en la solidaridad humana, para la solución de esta pandemia y de otros problemas globales que afectan a los pueblos, como planteara su Líder Histórico Fidel Castro Ruz. Pues ante esta pandemia, Cuba ya ha enviado brigadas médicas a 23 países del Caribe, América Latina, Africa, Asia y Europa.

La canciller de Alemania, Angela Merkel, según la agencia AP, pidió el 23 de abril de 2020, cooperación internacional en el desarrollo de una vacuna del nuevo coronavirus, indicando que la pandemia traspasa las fronteras y solo puede combatirse en conjunto.

Es incomprensible como las grandes potencias económicas tengan crisis en garantizar a los ciudadanos y al personal de la salud, los medios de protección y los medios para tratar esta epidemia, sobre lo que hablado profusamente el gobernador de Nueva York, sr. Cuomo. No es posible que, esos que se autoproclaman grandes y decididos defensores de los derechos humanos, no sean capaces de resolver la falta de hospitales, garantías de atención médica a todos los ciudadanos y no colaboren con el resto de las naciones, para una pandemia que no cree en fronteras, colores de piel, religiones o regiones.

La OMS alerta que la pandemia estará presente durante mucho tiempo. Algunos economistas hablan de que el día después será algo así, como la gran depresión de 1929, otros que será peor y con todas sus consecuencias, en especial para los pobres, los inmigrantes en los países desarrollados y para los países pobres.

Ya se viene hablando de la pandemia del desempleo, porque la cifra de los actuales llega según el Instituto de Finanzas Internacionales, el endeudamiento mundial alcanzará 265 billones de dólares en el primer trimestre de 2020. Y debido a que las medianas y pequeñas empresas nacionales son los últimos eslabones de grandes cadenas industriales y de suministros globales, profundamente integrados e híper especializados, la actual desconexión intracadenas de valor generará miles de quiebras.

El 23 de abril de 2020, hasta la mitad de las muertes por coronavirus en Europa se registraron en residencias de ancianos, dijo el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la región, que calificó la situación de “tragedia inimaginable”. En una conferencia de prensa, el doctor Hans Kluge señaló que se extraía una “imagen profundamente preocupante”, según reporta la AP. Recuerdo al escribir estas líneas que, Albert Camus decía en su obra, La Peste: ¨Lo peor de las pestes no es que matan a los cuerpos, sino que desnuda a las almas y ese espectáculo suele ser horroroso¨

Algunos gobiernos promueven una rápida reanudación de la actividad económica, y hoy 25 de abril la OMS advierte que, los que padecieron la enfermedad, no pueden recibir un pasaporte se seguridad, pues todavía no está probado por la ciencia, que quien tuvo la enfermedad, no pueda volver a tenerla. No puede ser que la búsqueda fría de ganancias económicas, sea lo que prime, como ha sido hasta ahora.

El 12 de junio 1992, cuando la Conferencia de la Tierra, celebrada en Rio de Janeiro Fidel Castro Ruz dijo y cito: ¨Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre… Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre. Cuando las supuestas amenazas del comunismo han desaparecido y no quedan ya pretextos para guerras frías, carreras armamentistas y gastos militares, ¿qué es lo que impide dedicar de inmediato esos recursos a promover el desarrollo del Tercer Mundo y combatir la amenaza de destrucción ecológica del planeta?¨

El sociólogo Jeremy Rifkin [1] (Denver, 1945), que se define como activista en favor de una transformación radical del sistema basado en el petróleo y en otros combustibles fósiles respondió de manera muy precisa, la siguiente pregunta; ¿Cuál cree que será el impacto de la pandemia de la COVID-19 en el camino hacia la tercera revolución industrial?

¨No podemos decir que esto nos haya cogido por sorpresa. Todo lo que nos está ocurriendo se deriva del cambio climático, del que han venido advirtiendo los investigadores y yo mismo desde hace tiempo. Hemos tenido otras pandemias en los últimos años y se han lanzado advertencias de que algo muy grave podría ocurrir. La actividad humana ha generado estas pandemias porque hemos alterado el ciclo del agua y el ecosistema que mantiene el equilibrio en el planeta. Los desastres naturales –pandemias, incendios, huracanes, inundaciones…– van a continuar porque la temperatura en la Tierra sigue subiendo y porque hemos arruinado el suelo. Hay dos factores que no podemos dejar de considerar: el cambio climático provoca movimientos de población humana y de otras especies; el segundo es que la vida animal y la humana se acercan cada día más como consecuencia de la emergencia climática y, por ello, sus virus viajan juntos”.

Basta ya de tanta ceguera y enfrenten la humanidad y sus dirigentes, la gravedad de la actual situación, con la visión, el humanismo, la responsabilidad y el coraje que se requiere. Solo unidos podremos enfrentar el provenir sobre la base de una profunda reflexión de los actuales patrones de producción y consumo, así como una lógica distribución de la riqueza.

Las Naciones Unidas y varias de sus agencias han venido advirtiendo sobre la aceleración de los Cambios Climáticos y las consecuencias que ya vivimos, pero hay gobiernos que son irresponsables que se han permitido apartarse de acuerdos limitando la emisión de gases con efectos invernaderos, solo para que sus monopolios ganen más dinero.

La pandemia ha acelerado la era de la digitalización y hay que adentrarse en ella, con toda energía y determinación. Los que no se suban a ese tren, permanecerán en el pasado. “La normalización de la compra online de comestibles ya no tiene marcha atrás”. Otro cambio en un mundo nuevo.

La pandemia del coronavirus nos obliga a todos a pensar y en el especial, en que el hombre y su bienestar, deben ser el eje central de todas las sociedades.

Nota:

1) Jeremy Rifkin (1945, Denver, Colorado) es un sociólogo, economista, escritor, orador, asesor político y activista estadounidense. El economista Jeremy Rifkin alerta de que el actual sistema capitalista se ha agotado e insta a acelerar la transición hacia un nuevo modelo. La lucha contra el cambio climático obliga a superar la globalización. Es urgente que la apuesta por la electricidad ‘verde’.

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