jueves, 21 de mayo de 2020

El empresariado que necesitamos para después de los encierros



Es cierto, existe un grupo de empresarios sanguijuelas. Chupan y chupan del Estado, y chupan y chupan la sangre de obreras y obreros. Son insaciables en hacer fortunas. Son pocos, muy pocos, pero hacen mucho daño al país, y dejan muy mal parados a muchísimos empresarios que juegan limpio, pagan sus impuestos y no viven ni sacan provecho a la sombra del Estado.

En tiempos raros e inciertos como el que hoy vivimos, sin duda necesitamos un empresariado con capacidad y osadía para sacudirse de ese grupo reducido de empresarios que no entiende de responsabilidad social. No importa si hay o no infectados, si hay capacidad para responder a la pandemia. Lo que importa a ese reducido grupo de empresarios es agilizar la economía porque no pueden vivir sin estar sumando sus ganancias.

Necesitamos empresarios que pongan el bienestar de toda la sociedad, y no solo sus ganancias, en el centro de sus prioridades. Que, en lugar de aliarse con políticos y funcionarios corruptos, los empresarios se unen con el personal médico y de enfermería para que se alcance una atención digna y responsable a los pacientes. Necesitamos empresarios que tengan claro que la economía y la política han de estar sometidas a las prioridades sanitarias. La salud de la gente ha de ser lo primero.

En nuestra Honduras, la responsabilidad social de los empresarios ha sido raquítica y a cuenta gotas, la han entendido como dar limosnas o donativos a Teletón o dar la ofrenda en su iglesia. La mayor parte de empresarios honestos han vivido a remolque de esa reducida élite sanguijuela. Si algo se ha de cuestionar del empresariado honrado de nuestro país es que se han dejado someter por las reglas y juegos sucios de esa reducida casta empresarial vividora.

Un primer gran paso en la responsabilidad social del empresariado honesto, es el sacudirse de esa gente vividora. Son muchos los honestos, pero la mayoría es un empresariado timorato, miedoso, calculador, evita los riesgos. Se callan ante la élite empresarial corrupta, y entonces quedan salpicados de esa práctica corrupta, y entonces todo mundo dice que los empresarios son corruptos y vividores.

La responsabilidad social de los empresarios es muy grande. Y hoy más que nunca. El futuro del empresariado se juega en esta pandemia. Si se quedan callados y no se sacuden de esa élite empresarial corrupta, el empresariado seguirá siendo mediocre y desprestigiado. Por el contrario, si se unen con el personal médico y con los diversos sectores sociales, entonces recuperarán esa dimensión de responsabilidad social que les abrirá a un nuevo liderazgo empresarial.

Necesitamos un nuevo liderazgo empresarial, con capacidad para impulsar un nuevo modelo económico autóctono, sin depender totalmente del exterior, ni viva chupando del Estado. Necesitamos un nuevo liderazgo empresarial que organice respuestas entre alianzas con la mediana, pequeña y micro empresa para responder a la inmensa mayoría de compatriotas que están en el desempleo o en la economía informal; que sitúe la búsqueda de ganancias con el mismo interés como se compromete con el bienestar y justicia social de toda la sociedad. Necesitamos ese nuevo liderazgo empresarial, porque para construir la nueva normalidad, hemos de desechar para siempre a los empresarios sanguijuelas.

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