viernes, 28 de junio de 2019
Los protagonistas
Por J. Donadín Álvarez
Honduras arde. La linealidad de los siglos de opresión, pobreza extrema, abandono de los gobiernos, entre otros tantos males que han encadenado a la nación, parece llegar a su fin. Las nuevas circunstancias actuales han habilitado la oportunidad de reescribir la historia nacional.
En este escenario, propiciado por la dictadura cachureca, hay básicamente cinco protagonistas y dependiendo del papel que asuma cada de ellos se irá configurando la nueva historia hondureña.
El primer protagonista es el gobierno dictatorial, fraudulento, cínico, mañoso, neoliberal y narco que encabeza Juan Orlando Hernández. Su accionar ha estado marcado por la violencia en todos los niveles, la exclusión social, la corrupción y la manipulación de la voluntad colectiva. Ante tal proceder, el descontento general se ha desbordado y la gobernabilidad de la nación ha sido perdida. Todo parece indicar que el fin del régimen está cercano puesto que sus mismos hechos lo están arremolinado dentro su propia vorágine.
El segundo protagonista lo constituye la Plataforma de Salud y Educación en Honduras que con su organización, coherencia discursiva y presión popular ha demostrado su capacidad de realizar una propuesta seria, creíble y realizable, al mismo tiempo que ha evidenciado la intransigencia del régimen de Juan Orlando Hernández. Cabe señalar que sería interesante que esta plataforma se ampliara y fuera integrada por otros sectores organizados. De todos es sabido que, aunque la lucha de la plataforma comenzó siendo gremial, en su seno hay una presión hacia la dictadura que implícitamente conlleva el deseo de la desaparición de esta última.
El tercer protagonista lo compone la oposición política liderada por el Partido Libertad y Refundación (LibRe). El papel desempeñado por los diputados de este instituto político en el Congreso Nacional ha sido interesante. Mientras la directiva cachureca utiliza los medios afines a la dictadura para achacarle irreverencia al falso protocolo parlamentario, estos diputados han demostrado el modus operandi de los nacionalistas para aprobar leyes, en cuyo proceso de aprobación ni se socializan previamente, ni se leen en el pleno legislativo ni tampoco se consideran los votos de los parlamentarios; sencillamente un cachureco afirma: “aprobado”. Gracias a la insurrección legislativa se ha frenado momentáneamente la estocada nacionalista.
El cuarto protagonista es la embajada norteamericana cuyo respaldo al dictador –porque le es instrumento útil al capital transnacional– solo demuestra la suciedad de la política exterior gringa, que a sabiendas de sus narcoandanzas lo sigue apoyando, aunque ya condicionadamente.
Finalmente, el quinto protagonista y, sin duda, el más importante es el pueblo hondureño. Su conciencia política ha sido sacudida de golpe y de todos los protagonistas es el que tiene la última palabra, es el que puede determinar el rumbo de la historia hondureña. Por ser quien sufre, está indignado al haber comprendido la dinámica de la política vernácula y ahora está en las calles exigiendo a todo pulmón la salida del tirano. El pueblo sabe que la lucha gremial de la Plataforma de Salud y Educación en Honduras ha adquirido nuevos matices tras la negativa del gobierno a dialogar, entiende que sus derechos a la salud y a la educación están siendo cercenados para cumplir los acuerdos gubernamentales con el Fondo Monetario Internacional (FMI), intuye que con un dictador no es posible dialogar. No es para menos. Se sabe que la aparente inocencia con que mediáticamente el dictador ha invitado a la Plataforma es una maniobra impúdica y aceptarla sería un suicidio. Con su falso diálogo, el régimen pretende desvirtuar la lucha y desmovilizar a la ciudadanía.
Sin embargo, nada ni nadie detiene al pueblo enardecido. Hoy más que nunca comienza a cobrar fuerza el estribillo “y va a caer y va a caer, ese hijueputa va a caer”.
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