sábado, 1 de octubre de 2016

La "Leona púrpura" deja legado de rebeldía, luchas y amor


“Yo peleaba con mi abuela y con mi mamá, peleaba mucho con ellas porque decían que yo era una persona muy rebelde y que a saber que va a ser de esta niña, porque no acata ninguna disposición en esta casa, pero es que no resistía que trataran de anularme”, nos contaba entre risas Gladys Lanza, en una entrevista realizada por Radio Progreso el 22 de febrero de 2015.
Es así de rebelde, pero con amor y compromiso, que se recordará a Gladys Lanza, una mujer que día a día luchó por el respeto y la dignidad de las hondureñas, pero también por los derechos laborales de los empleados y empleadas del sector público.

Si le pusiéramos rostro a la resistencia al modelo neoliberal y al sindicalismo probablemente sería el de Gladys Lanza. Como presidenta del Sindicato de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (STENEE), durante la década de los ochenta hasta el gobierno de Rafael Callejas (1990-1994), Lanza logró romper los esquemas machistas y patriarcales que se imponen en las organizaciones sociales y populares.

Su combatividad y fuerza en la conducción del sindicato de la estatal eléctrica hizo que el presidente Callejas lo desarticulara. “Eso le trajo persecución, amenazas, hombres encargados para darle seguimiento y quizás privarle de su vida”, recuerda Berta Oliva, coordinadora del Comité de Familiares, Detenidos, Desaparecidos de Honduras (COFADEH).

Una herencia sin testamento

Luego de enfrentarse a las fuerzas de represión, que ponían en práctica la doctrina de Seguridad Nacional, y los modelos de privatización, doña Gladys, como respetuosamente le llamaban muchas personas, decidió emprender su lucha por el respeto a las hondureñas en una sociedad en la que el pensamiento patriarcal reduce a las mujeres a simples objetos y las discrimina.

Doña Gladys es considerada una de las pioneras del activismo en la defensoría de los derechos humanos, particularmente de las mujeres, desde una tribuna en específico: Movimiento de Mujeres por la Paz “Visitación Padilla”.

“Un legado anti imperialista, es un legado enorme; Gladys era una mujer íntegra que nos deja una gran enseñanza, creo que en la organización tenemos el compromiso de seguir luchando”, dice Merly Eguigure, amiga y compañera de la coordinadora de “Las Chonas”, al acordarse de la última expresión de doña Gladys antes de morir: “pobre mi pueblo”.

La coordinadora de “Las Chonas” murió el pasado 20 septiembre convencida que el respeto a la vida de las mujeres y la inclusión de toda una población son fundamentales para que exista la democracia y un Estado de derecho.

“Una mujer cuyas acciones y  discurso eran uno solo, una integridad a prueba de fuego, inclaudicable, pero sobre todo amorosa y humana, solidaria y comprometida, creo que son tantas cosas que nos recuerdan, que nos llenan de ella; nosotras las feministas decimos es la herencia sin testamento que tenemos”,  la describe Cristina Alvarado, compañera y amiga de la “chona” mayor.

Con convicción que las enseñanzas y  su lucha eran genuinas y buscadoras de libertad para las mujeres, Claudia Miralda, sub coordinadora de base de “Las Chonas” en la Colonia 30 de Noviembre de Tegucigalpa, evoca la alegría de una Gladys Lanza que les pidió ir paso a paso en la reivindicación de los derechos humanos: “nos enseñó a las mujeres ser fuertes, solidarias, honestas y nos enseñó a luchar contra este sistema patriarcal. La recuerdo con alegría, más que compañera era una gran amiga”.

Esa solidaridad y búsqueda de justicia le fueron “reconocidas” por el gobierno con una sentencia que le condenó por el delito de difamación constitutiva de calumnias –año 2015-. “Las Chonas”, lideradas por Gladys Lanza, en 2010 atendieron la denuncia de Lesbia Pacheco en contra de Juan Carlos Reyes Flores, entonces director de la Fundación para el Desarrollo de la Vivienda Social Urbana y Rural (FUNDEVIH), por el delito de acoso sexual.

Lanza llegó hasta el último minuto de su vida terrenal esperando la sentencia de un recurso de casación en contra de la condena a 18 meses de presión.

Gladys Lanza siempre creyó en la unificación de las luchas; prueba de ello es su acompañamiento a la defensa de los territorios y el medio ambiente, así como lo hizo la lideresa del pueblo lenca, Berta Cáceres, asesinada el pasado 3 de marzo.

“No está desvinculado este sistema de muerte al que nos estamos enfrentando, y al cual Gladys también ponía una afrenta muy fuerte, que no solo usa los cuerpos de las mujeres como el caso de Lesbia sino también son las mismas fuerzas que operan con nuestro planeta, con nuestra madre tierra, con la explotación de las aguas”,  expresa Daysi Flores, eco feminista y coordinadora de Asociadas por los Justo en Honduras.

La “leona purpura” indomable

Lanza fue despedida por sus amigas, compañeras, amigos y familia en medio del espíritu de luchas, rebeldías, amor y cariño que siempre dio a las personas que se acercaban a ella.

“Mientras las mujeres no tengan el lugar que les corresponde y mientras nosotros los varones no nos dejemos convertir y transformar por la fuerza redentora de  las mujeres no hay transformaciones profundas”, expresó el padre Ismael Moreno, director de Radio Progreso y el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC), durante el acto espiritual y de despedida.

Ariel, nieto de doña Gladys, a quien se le vio con la misma fuerza que le caracterizó a su “nana”, en nombre de su familia manifestó que muchos “quisieron amancillarla con el peso de la corrupción, la peste de la criminalidad y la maldición de la impunidad”.

“A todos ellos les doy las gracias, ya que es por ellos que el nombre de Gladys Petrona Lanza quedará plasmado para las futuras generaciones por lo que fue y siempre será: la leona purpura de “Visitación Padilla. Nana, la posteridad de hará justicia”, expresó Ariel frente a un grupo de la clase política que estuvo presente en su homenaje.

La rebeldía, la lucha, el amor y el legado de Gladys Lanza deberán crecer en los corazones de los defensores y defensoras que buscan una Honduras igualitaria para las mujeres y respetuosa de los derechos humanos, pero también recogen el compromiso de exigir al sistema de justicia no seguir criminalizando su nombre y memoria.

“Yo creo que rompí el patrón del miedo desde que era niña, desde el vientre de mi madre, porque de alguna manera mi mamá se regocijaba de verme rebelde y se reía de algunas cosas que yo le decía, entonces yo creo que ella me sembró esa rebeldía porque ella quería ser como yo”, nos decía, alegre como siempre, doña Gladys Lanza, en una de sus últimas entrevistas a Radio Progreso

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