martes, 11 de octubre de 2016

Debates latinoamericanos de sociología política y nuevos conceptos-horizonte


Rebelión

Por Joan Martinez Alier

Maristella Svampa es una gran socióloga argentina muy conocida por su artículo de 2013 donde señalaba el tránsito en Sudamérica “del consenso de Washington al consenso de las commodities”, un consenso que incluía tanto a gobiernos neoliberales como nacional-populares. Ella ha publicado un 2016 un libro extraordinario y valiente con el título Debates Latinoamericanos: Indianismo, desarrollo, dependencia y populismo (Edhasa, Buenos Aires, 2016, 564 p.). El libro tiene dos partes, la primera explica en detalle las teorías políticas latinoamericanas que se perfilaron desde las décadas de 1940 y 1950 hasta ahora, con una gran riqueza de fuentes y matices. La segunda introduce los “conceptos-horizonte” más del momento actual tras la salida de escena de los gobiernos progresistas y anti-ecologistas de Argentina, Brasil y seguramente Venezuela y Ecuador.

Esos conceptos políticos nuevos son los “bienes comunes”, la ética del cuidado y el eco-feminismo, el Buen Vivir, los derechos de la naturaleza, la descolonialidad del poder y del saber, el post-desarrollo, la autonomía y el post-extractivismo. A lo largo de 250,000 palabras (que incluyen minuciosas notas al pie y una larga bibliografía) la autora relaciona estos nuevos conceptos con con los debates principales de las décadas atrás. No es posible resumir todos los argumentos y vericuetos en una simple reseña. Pero, por ejemplo, el actual concepto de la Comunalidad que llega de Oaxaca y de Chiapas no se puede separar de los debates sobre las poblaciones originarias y el renacimiento de la Indianidad en la década de 1970 y 1980 (Bonfil Batalla con el libro México profundo, por ejemplo) y tiene también raíces, en una “memoria larga”, en el Mariátegui acusado en su tiempo por el estalinismo de narodnik, populista. También el actual concepto de Comunalidad se relaciona de alguna manera con los vigorosos debates sobre modos de producción desde Sergio Bagú y Rodolfo Puiggrós en adelante, que el libro desmenuza con cuidado (¿era América latina capitalista o existían rezagos semi-feudales?). En esos debates de la década de 1970 no se enfatizó lo bastante que las luchas agraristas en México, en Guatemala, Ecuador, Bolivia, Perú eran y habían sido luchas por la defensa de los comunes. Los comunes no eran ni capitalistas ni feudales. Hubo más tarde mucho de comunalidad y de indianidad en el éxito de Evo Morales y García Linera en Bolivia (que la autora conoce muy profundamente) antes de que los dirigentes bolivianos se deslizaran por la paradójica pendiente del “más extractivismo para salir del extractivismo”.

Asimismo, la irrupción del muy exitoso concepto del post-extractivismo de la mano de Eduardo Gudynas, Alberto Acosta y otros en los últimos diez años, ¿cómo se relaciona con las teorías de Prebisch y la Cepal, con los escritos de Celso Furtado, con los debates sobre la dependencia introducidos por autores como Fernando Henrique Cardoso (quien creía que a pesar de la situación de dependencia, una burguesía nacional desarrollista podía tal vez afirmarse en algunos países como Brasil, Argentina) y con otros autores más radicales como André Gunder Frank que pensaban que la dependencia condenaba a América latina a tener “lumpenburguesías”?

El post-extractivismo, asentado firmemente en la realidad empírica de los negativos efectos socio-ambientales del enorme aumento en tonelaje de la extracción y exportación de materiales en y desde Sudamérica (multiplicado por cuatro desde 1970 a 2008), insiste en que son más bien las metrópolis importadoras de esa enorme corriente de energía y materiales baratos las que dependen metabólicamente del Sur, en un marco de “comercio ecológicamente desigual” que los sudamericanos conocen y reconocen facilmente en sus productos culturales, en sus memorias y en sus vivencias anti-coloniales y anti-imperialistas aunque ahora deben modificarlas un poco para enfrentarse a la nueva presencia de la China. Hay una pre-historia de la crítica post-extractivista y hay políticas posibles para escapar del extractivismo.

El concepto-horizonte de los derechos de la naturaleza, que tendrá tanto recorrido internacional y que fue por primera vez reconocido en las Constitución de Ecuador de 2008, ¿cómo se relaciona con los anteriores y vigentes debates latinoamericanos sobre la indianidad, el culto a la pachamama, y también con la nueva fuerza de las poblaciones afro-americanas quilombolas (en Brasil) o de palenques? ¿Cómo se relaciona con el auge actual de las doctrinas sobre la descolonialidad del poder y del saber, de Aníbal Quijano y otros?

De cara al futuro, el post-desarrollismo con razón se identifica con los muy difundidos trabajos de Arturo Escobar desde la década de 1990 pero es algo anterior y más amplio (como muestra el diccionario post-desarrollista editado por Wolfgang Sachs en 1992, traducido por PRATEC en Perú, que incluía pensadores latinoamericanos como Gustavo Esteva y también Ashish Nandy de la India y otros). “Desarrollo” ha sido una palabra obsesiva. Se habló durante décadas de los “obstáculos al desarrollo”, de cómo salir de la tradicionalidad y alcanzar la modernidad. Como explica la autora con detalle, el concepto “desarrollo” está perdiendo terreno porque indicaba un (imposible) camino uniforme y se trata ahora de avanzar hacia un mundo que contenga muchos mundos, un pluri-universo. Pero todavía vale la pena, dice Svampa, estudiar qué distintos significados ha tenido la palabra “modernidad” en América Latina.

La autora desmenuza también la categoría de “populismo”, lo adopta en algunas de sus acepciones para explicar realidades latinoamericanas como los peronismos (“de baja intensidad” como el de Menem y “de alta intensidad” como el de Néstor y Cristina Kischner). También hay varias páginas excelentes sobre el APRA en Perú y sobre la figura de Velasco Ibarra en Ecuador. El libro contiene un un buen análisis de las posiciones filopopulistas de Ernesto Laclau pero también de las anti-populistas como las del politólogo ecuatoriano Carlos de la Torre. Los populismos anti-oligárquicos y por tanto en algún sentido democráticos, ¿cómo se relacionan hoy en día con las demandas de autonomía, con las consultas populares anti-mineras ya sea apelando al convenio 169 de la OIT o a la democracia local? ¿El muy interesante debate sobre marginalidad urbana de hace cuarenta años, con José Nun, Aníbal Quijano y otros autores, qué nos dice sobre la potencialidad social y política de las “masas” urbanas? No se puede olvidar que el Caracazo de 1989 (contra el Fondo Monetario Internacional) está en la raíz del “chavismo” en Venezuela y de la ola de movimientos que llevaron al histórico rechazo gubernamental latinoamericano a la propuesta del TLC en el 2005.

Maristella Svampa ha publicado anteriormente con su equipo de investigación numerosos estudios sobre resistencia anti-minera y sobre las acciones de los piqueteros y de las “asambleas auto-convocadas” en Argentina y conoce admirablemente bien conflictos similares en otras regiones latinoamericanas. Ella misma ha estado recientemente involucrada en conflictos contra el fracking en Patagonia. El libro nació además de cursos dados en la Universidad de La Plata a lo largo de varios años. La autora se doctoró en sociología en París, y conoce lo que se escribe en Europa y Estados Unidos sobre América Latina y comprende sus limitaciones aunque elogia al mismo tiempo a los autores extranjeros que han hecho contribuciones importantes y de primera mano, sin copiar ideas. Pero lo que le irrita y estimula muchísimo es el papanatismo de algunos latinoamericanos (no sólo del estilo Vargas Llosa cuando escribe de política sino de profesores de universidad) que desprecian lo que se ha debatido políticamente en América Latina las últimas seis o siete décadas y dejan de lado también los importantes “conceptos-horizonte” hoy vigentes en el continente. Son casos de “dependencia mental”, ciertamente muy extendida entre neoliberales que con un par de libros de Karl Popper (La Sociedad Abierta) y de Hayek (El camino a la servidumbre) y al amparo del capitalismo globalizado, se creen los reyes del mambo. Los neoliberales no alcanzarán en América latina la hegemonía, lo hicieron por la fuerza militar en Chile tras 1973, y lo consiguen solamente con fuerza militar (como en Honduras). El libro de Maristella Svampa no polemiza superfluamente contra el neoliberalismo, no es este su tema principal. Lo es en cambio la desvalorización y el relativo olvido del rico pensamiento político propio, en parte causado por derrotas políticas y por las dictaduras militares. Esas teorías generales latinoamericanas de sociología política de hace 50 o 60 años conservan su interés y son el germen de nuevas críticas y de nuevas realidades con el avance de las luchas indígenas, la reactualización del populismo, el eco-feminismo, la visión y las luchas eco-territoriales, el post-desarrollismo y el post-extractivismo.

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