lunes, 31 de octubre de 2016

Hillary, Trump y la escasez de palomas


CELAG

Por Silvina M. Romano

A la luz de las diferencias que busca denodadamente marcar la prensa hegemónica a favor de que Hillary Clinton sea la próxima presidenta de Estados Unidos, vale la pena refrescar los posicionamientos que tanto ella como Trump sostienen respecto a temas importantes para la región.
Uno de los temas candentes es la migración. Trump selló su candidatura con la propuesta de hacer un muro en la frontera sur de EEUU para evitar la llegada de más migrantes, además de prometer campañas de deportación masiva a indocumentados. Del lado contrario, Hillary propone seguir adelante con el impulso de una ley comprensiva para los migrantes y mantener decretos como el Deferred Action for Childhood Arrivals (DACA) de la gestión Obama. Lo que no especifica es si también seguirá con las deportaciones de centroamericanos que viene llevando a cabo el gobierno demócrata[1], o cómo hará para convencer a la Cámara de Representantes de aprobar una ley que promueva la legalización de migrantes, en el caso (muy probable) de que la mayoría sea republicana [2].
En lo relativo a las políticas de mercado, Hillary, siguiendo no solo la trayectoria de Obama sino los pasos dados por Bill (Clinton), promete reforzar el libre mercado, aunque en medio de su campaña aseguró que no apoyará el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, actitud que es poco factible que se materialice en los hechos, considerando que Clinton ha apoyado este proyecto a lo largo de varios años, desde los diferentes cargos que ha ocupado en el Estado. Trump, por su parte, promete implementar medidas que obliguen a las transnacionales a generar trabajo en EEUU en lugar de migrar hacia espacios donde la fuerza de trabajo es más barata (lógica que forma parte de la esencia de cualquier empresa transnacional, incluido el holding del magante republicano). Interesante que esta postura poco verosímil se conciba como la latinoamericanización de la economía estadounidense [3], argumento que forma parte de la artillería de la campaña a favor de Hillary. En síntesis, lo esperable es que ambos candidatos, en caso de llegar a la presidencia, mantengan y apoyen los TLCs, incluyendo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la Alianza del Pacífico.
En cuanto a las relaciones hemisféricas, es claro que para ambos Latinoamérica “no es prioritaria” según sus agendas oficiales (lo cual no implica de ningún modo que se vaya a “descuidar” el patio trasero). Coinciden en su aversión a Venezuela aunque con matices: Hillary insiste en buscar la imposición de la “democracia” y Trump asegura que Obama ha permitido que se convierta en un narco-Estado y asilo de terroristas [4]. Clinton promete profundizar la normalización de las relaciones con Cuba e incluso levantar el embargo; Trump dijo en un primer momento que le “parecía bien” el acercamiento a Cuba [5], pero en septiembre aclaró que mantendrá la política de acercamiento hacia la isla sólo si “se respeta la libertad política y religiosa”. Esta contradicción tal vez sea resuelta por el pragmatismo del magnate (en caso de llegar a presidente), considerando que en otra oportunidad afirmó que él mismo estaría dispuesto en abrir un hotel en Cuba [6].
Hillary Clinton es bien conocida en la región por su aprobación del Golpe de Estado al presidente Zelaya en Honduras y por la información filtrada en WikiLeaks donde queda expuesta la postura del Departamento de Estado (cuando ella era Secretaria) de llevar a cabo múltiples acciones de injerencia para desestabilizar y eventualmente derrocar gobiernos no alineados a la política de seguridad y económica estadounidense [7]. En caso de llegar a la presidencia, es probable que agudice esta tendencia, más aun considerando su temor por la presencia de Rusia y China en la región. Lo mismo con respecto a la guerra contra las drogas: el Plan Colombia, por cierto, inaugurado por su marido Bill hacia finales de los ’90, es considerado un “modelo” de lucha contra el narcotráfico y por eso ha sido exportado a México y Centroamérica por el gobierno demócrata. No hay indicios de autocrítica con respecto a la militarización y la espiral de violencia asociados a esta estrategia.
Trump es impredecible y su discurso es contradictorio. Asegura que el gobierno de Obama “ha abandonado a los amigos de EEUU” en la región, de lo que podría deducirse que su política sería igual de injerencista que la de los demócratas en caso de que estén bajo amenaza intereses estadounidenses. También podría decirse que simplemente “abandonará” a la región, pero eso es poco probable considerando los múltiples negocios que ya tiene en América Latina (que, por cierto, serían perjudicados en caso de que aplique las medidas proteccionistas a las que promete recurrir).
Vale destacar que un conocedor de la política exterior (encubierta) de Estados Unidos, Julian Assange (fundador de WikiLeaks), declaró que Hillary “en la política es un halcón” y que “Trump es impredecible, pero, lamentablemente, Hillary Clinton es predecible y sabemos exactamente qué va a hacer” [8].
Para aquellos que consideren que el comentario anterior puede ser “sesgado” retomamos entonces lo afirmado recientemente por un académico alemán (“serio” alejado de toda tentación conspiracionista), quien asegura que es claro que “ninguno de los dos candidatos es como para que América Latina celebre” [9].
Se dice que Trump es un candidato “atípico” del republicanismo (y de hecho, buena parte de los integrantes legendarios de su partido lo rechaza). En cambio, Hillary se ajusta con creces a la trayectoria de los demócratas: palo y zanahoria, o zanahoria y palo según la circunstancia. Los halcones han devorado a las palomas que, tal vez alguna vez sobrevolaron la Casa Blanca.



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