jueves, 20 de octubre de 2016

Centroamérica sin superar la desigualdad y la exclusión social



En 4 años, entre 2010 y 2014, Centroamérica logró mejoras económicas y sociales indiscutibles, pero insuficientes para que el desarrollo humano de la región en su conjunto avanzara de modo sustantivo. El limitado impacto de esa evolución se explica por su corto alcance y por el hecho de que no enfrentó desafíos medulares, históricamente no atendidos, revela el quinto informe Estado de la Región. 
El economista y coordinador del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, Icefi, Hugo Noé Pino dice que los resultados del informe dejan claro que ninguno de los avances es suficiente para superar la desigualdad y la pobreza que enfrentan los países. 
En su mayoría el informe contiene indicadores relacionados en materia educativa, aquellos vinculados a mejorar de cobertura, pertinencia y calidad. 

La recuperación de las exportaciones, moderados ritmos de crecimiento después de la crisis internacional de 2008-2009 y bajos niveles de inflación, fueron acompañados de un repunte en la mayoría de los indicadores sociales, como la inversión en ese rubro, la cobertura educativa y la esperanza de vida. 
Según el informe existen avances en la gestión ambiental: la superficie dedicada a áreas protegidas siguió aumentando, se amplió la generación eléctrica con fuentes renovables, se fortaleció la aplicación de medidas de adaptación y mitigación al cambio climático y se puso en marcha el Mercado Eléctrico Regional.
Sin embargo, una mejor situación no significa una buena calidad de vida. Ninguno de estos avances implicó cambios importantes en la estructura productiva, en los patrones de distribución de la riqueza, en la sobreutilización del patrimonio natural en las capacidades de la institucionalidad para el desarrollo humano y la democracia.
Por ello, no lograron contrarrestar los problemas crónicos que lastran el progreso de Centroamérica vista en su conjunto. Casi la mitad de la población sigue afectada, como un lustro atrás, por la pobreza y la exclusión social, sobre todo en los países del centro y norte del Istmo, que además son los más populosos. Los niveles de desigualdad en la distribución de los ingresos en la mayoría de las naciones continúan estando entre los más altos de América Latina, la región más desigual del mundo.
Las bajas cargas tributarias y su concentración en impuestos indirectos, impiden actuar sobre este estado de cosas, revertir la creciente insostenibilidad fiscal y adecuar la inversión a la magnitud de las necesidades sociales.
En el plano político, en casi todos los países se registraron masivas protestas contra la corrupción y por primera vez un Presidente de la República renunció a su cargo debido a la acción judicial y al escrutinio y la movilización ciudadanas, un evento impensable hace pocos años, y se intentó solventar la profunda crisis que causó en la integración regional el golpe de Estado en Honduras en 2009.
Como valoraciones generales a lo largo de una década y media del presente siglo, las naciones del Istmo han podido hacer efectivas, con grandes dificultades, algunas acciones regionales. El Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central (Siepac) ha sido el esfuerzo mejor logrado. En otros ámbitos las tareas emprendidas se han estancado, como en el proceso de unión aduanera. Sin embargo, aún en los casos poco exitosos, acciones concretas que responden a los intereses nacionales de los Estados miembros dan una base más sólida a los esfuerzos de integración, al dar un sentido de propósito claro y permitir la participación de la sociedad civil en demanda de progresos más vigorosos en esas áreas. Ello trasciende la proliferación de mandatos presidenciales de corte genérico sobre los temas más diversos, o la perpetuación de un entramado institucional desarticulado, con agendas que responden más a las prioridades de financiamiento de la cooperación internacional, que a iniciativas impulsadas por y desde los países centroamericanos. 
La definición de un conjunto reducido de tareas concretas, asociadas a metas verificables y mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, puede ayudar a combatir la falta de voluntad política de los Estados para cumplir los compromisos suscritos en el ámbito regional; además es una estrategia para evitar que los conflictos binacionales paralicen el proceso de integración, como desafortunadamente ocurrió en la última década. 
Se requiere de los países miembros un análisis y una revisión profunda del SICA, a fin de fortalecerlo y, sobre todo, adecuarlo a las necesidades y capacidades de acción regional de cada uno de ellos. En particular, como se ha dicho, este Informe llama a avanzar con rapidez en el tema de la educación, y para ello resulta fundamental ampliar y fortalecer la labor que realiza la Coordinación Educativa y Cultural Centroamericana. Sin voluntades políticas nacionales y regionales claras y comprometidas, acometer desafíos tan complejos como los que hoy enfrenta el Istmo, será muy difícil, si no imposible.

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