sábado, 17 de septiembre de 2016

Un trabajo demoledor



Por Gustavo Veiga

El multimedios dominado por los hermanos Marinho trabajó para acabar con el gobierno de la expresidenta y antepuso sus intereses corporativos a los de 54 millones de ciudadanos.
El grupo Globo fue un actor decisivo en el golpe legislativo contra Dilma Rousseff. Maceró la idea ante cada una de sus audiencias, desde sus programas de TV, las radios que domina y su diario emblema. Difundió sin rodeos que la destitución de la ex presidenta era la salida adecuada para la crisis de Brasil y lo festejó en el campo simbólico y en sus titulares más importantes. Arrancó el periódico O Globo en twitter. La noche en que el Senado votó, hizo público un tuit donde sólo se veía la bandera nacional. Un significante muy preciso que después fue borrado, aunque ya era tarde. Desde la tapa del mismo medio, ayer emplazó al cuestionado presidente: “Dilma sufre el impeachment, ¿y ahora Temer?” La factura por el respaldo prestado apenas demoró unas horas. Vocero jerarquizado del establishment del que forma parte, en su primera plana enumeró las condiciones que deberá imponer el nuevo gobierno: “Presidente tendrá dos años y cuatro meses para cumplir compromisos”.
La lista apareció debajo de aquel título: “Aprobar el ajuste fiscal y las reformas del sistema previsional y de trabajo; reducir el desempleo, atraer inversiones y destrabar concesiones; mantener la promesa de no interferir en el caso Eduardo Cunha; apoyar el Lava Jato y rechazar acciones que estorben las investigaciones; administrar la división en el PMDB y pacificar la relación con el PSDB y el DEM (el ex partido del Frente Liberal) y además, enfrentar en el Congreso y en las calles la oposición anunciada por Dilma”.
Un decálogo de exigencias que podría aplastar a la pieza del mecano que el mismo grupo utilizó para construir un nuevo status quo: el debilitado ex vicepresidente de Rousseff, hoy en gira por China. Con tono admonitorio, el diario sentenció en el editorial que “ahora los políticos saben el riesgo que corren”. Otro periódico del mismo multimedios, el diario Extra, describió lo obvio: “El país quedó dividido” tras el Impeachment.
Globo se autodefine como “un grupo ciento por ciento brasileño” y usa un slogan que apela a la nacionalidad como emblema: “Brasil es su origen, su mayor inspiración y responsabilidad”.
El gigante dominado por los hermanos Marinho hizo un trabajo demoledor para acabar con el gobierno de la ex presidenta, antepuso sus intereses corporativos a la voluntad de 54 millones de ciudadanos y jaquea todavía a la figura de Lula que se proyecta hacia las elecciones de 2018. Su estructura se lo permite con creces: llega a cien países por medio de Globo Internacional, su audiencia televisiva alcanza los 170 millones de brasileños, participa en la industria del cine con Globo Filmes, pero su unidad de negocios más redituable es Globosat, la empresa de cable por suscripción.
No fue el único grupo que apostó por la destitución de Dilma, aunque sí el más importante. El diario Estado de São Paulo publicó ayer una tapa donde se observa un dibujo de Temer sentado y mientras cose o zurce con aguja una gran bandera de Brasil. El título es: “La hora de las medidas amargas”. En la bajada dice: “Oficializado como presidente de la República, Michel Temer deberá ahora conseguir que el Congreso apruebe las medidas fiscales que tienen por objetivo recuperar las finanzas de gobierno”.
En la misma línea editorial, el Correio Braziliense da una visión optimista basado en que “los especialistas apuestan que el PBI volverá a crecer” y destaca las promesas de reformas del dirigente del PMDB “para sacar al país de la crisis”.
En la vereda opuesta, medios menos influyentes pero prestigiosos como el portal Carta Maior, criticaron la destitución de Rousseff y sobre todo proyectan un futuro muy complicado para Brasil. Los análisis fueron desde el título de un editorial firmado por Saúl Leblon que dice “Golpe empuja a la nación hacia una noche de San Batolomé” (por la matanza de hugonotes de 1572 en París) hasta un artículo del teólogo Leonardo Boff que escribió “El día triste de Brasil: el golpe parlamentario”.
En su nota principal, Carta Maior titula: “Cinco motivos para gritar es golpe, ¡fuera Temer!”. La bajada de ese artículo completa la opinión del medio: “El golpe es una articulación entre las élites más atrasadas de Brasil, un verdadero golpe de clase contra los intereses de los trabajadores y las minorías”.
Quien coincidió con este tipo de críticas a la decisión del Senado de destituir a la ex presidenta, fue el ex juez del Tribunal Supremo Federal (TSF), Joaquim Barbosa. Dijo que “ellos –por los golpistas– están conduciendo los medios de comunicación, incluyendo canales de TV”.

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