jueves, 1 de septiembre de 2016
La Restauración neoliberal en América Latina
Rebelión
Por Armando Álvarez Lugo
El final del siglo XX fue convulsionado, las movilizaciones del pueblo colocaron en jaque la dominación neoliberal en buena parte del continente, configurándose un nuevo cuadro geopolítico con el despertar de nuevos movimientos socio-políticos y la insurgencia de nuevos actores políticos que irrumpen contra el pensamiento hegemónico representado por el Consenso de Washington. Presenciamos el agotamiento de un modelo de democracia representativa, afianzada en las formalidades liberales, de corte populista, con rasgos autoritarios y propiciadores de la exclusión social, económica y política de la mayoría de la población del continente, generadora de las grandes desigualdades que marcaron el largo siglo XX en países como Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Paraguay, Uruguay, entre otros. Ese despertar se fundamenta en los triunfos electorales, de Hugo Chavez, (1998), Luiz Inacio Da Silva (2002), Nestor Kirchner (2003), Tabaré Vazquez (2004) Evo Morales (2005), Rafael Correa (2006), Fernando Lugo (2008) acompañado del impulso integracionista y el surgimiento de nuevas estructuras como el CELAC, ALBA, UNASUR, PETROCARIBE, permitiendo alianzas estratégicas extracontinentales con China, Rusia e India, para impulsar mecanismos alternativos al orden internacional vigente.
El inicio del siglo XXI se caracterizó por una intensa actividad política, de gran envergadura en el frente externo, y a lo interno de las economías nacionales se impulsaron un conjunto de políticas públicas orientadas a disminuir la brecha y las inequidades producto del modelo oligárquico dependiente heredado. En consecuencia, una porción importante de la población en la región se vio favorecida por las políticas públicas de redistribución de la riqueza fomentando la inclusión social, avanzando en reformas constitucionales orientadas a construir un estado social de justicia y de derecho. En América Latina en los últimos dieciséis años se impulsó una arquitectura institucional con la finalidad de recomponer y resignificar las relaciones económica, políticas y culturales de los países que integran nuestra región. Proceso complejo, difícil y contradictorio por la actitud de las elites que históricamente han detentado el poder económico, desplazados del poder político, como efecto de los triunfos electorales de los nuevos actores políticos que marcaron el inicio del nuevo milenio. La burguesía transnacional, rentista, burocrática y parasitaria, conjuntamente con sus aliados internos, al ver perder su hegemonía desatan todo tipo de acciones desestabilizadoras, en contubernio con EEUU y sus aliados europeos, con el objetivo de deslegitimar los gobiernos democráticos y progresistas a los fines de propiciar el derrocamiento de los mismos, recurriendo a todo tipo de artimañas jurídicos-políticas, aunada a la ofensiva económica que busca neutralizar y paralizar las economías afectando la dinámica socioeconómica de los estados nacionales.
Luego de casi dos décadas de procesos de transformaciones y cambios, aparecen síntomas de agotamiento y crisis de los modelos progresistas. La restauración de la derecha en Paraguay, el triunfo de Mauricio Macri en Argentina y la implementación de su paquete neoliberal, el juicio político a Dilma Rousseff que posiblemente concluya con su destitución, configurándose un golpe de estado, y la instauración de un gobierno expresión de los sectores más reaccionarios del espectro político brasileño. El asedio a los gobiernos de Rafael Correa y Evo Morales. Por último, la situación en la que se encuentra el gobierno venezolano como consecuencia de la profunda crisis política- económica, y la ofensiva interna y externa de la derecha internacional, no avizoran un panorama nada optimista para las fuerzas populares, progresistas y revolucionarias.
La crisis de los modelos populares
Hay una larga tradición en América latina de reivindicación de la igualdad y la justicia social, la lucha por el desarrollo de un modelo de democracia socialista que promoviera nuevas formas de propiedad social y colectiva, así como la constitución de instituciones de participación popular y comunitaria forman parte de los programas de las organizaciones sociales, populares y partidos políticos revolucionarios, no obstante, en virtud de la crisis del presente, es pertinente formular algunas preguntas para propiciar un debate en torno a las causas de la restauración conservadora-neoliberal en América latina y la crisis de los modelos insurgentes, particularmente el caso venezolano, en este sentido, propongo las siguientes interrogantes para orientar la discusión:
1.- ¿Se ha hecho lo suficiente para construir un modelo alternativo a la democracia liberal burgués?;
2- ¿Se ha logrado desarrollar un nuevo modelo de estado?;
3.- ¿Se constituyeron nuevas instituciones cuyo funcionamiento se diferencie de las instituciones anteriores?;
4.-¿ Se ha avanzado en el desarrollo de nuevos tipos de relaciones sociales y nuevas formas de producción y propiedad?;
5.- ¿Se ha avanzado en la construcción de una economía popular solidaria, socialista, planificada, en función de las demandas y necesidades de nuestra población, o simplemente hemos administrado el mismo estado, implementando algunas políticas públicas distributivas pero, sin generar una ruptura con la racionalidad capitalista y la lógica que caracteriza al modelo que pretendíamos superar?;
6.- ¿Se diseñaron políticas para superar el modelo rentista-especulativo y con ello el modelo primario exportador?,
7.- ¿Se ha propiciado una revolución cultural generadora de valores distintos al individualismo y al consumismo propios de la sociedad capitalista?
Las respuestas a estas interrogantes implican una esfuerzo reflexivo trandisciplinario, militante.
El discurso oficial, a veces, recurre a la explicación fácil: el imperialismo es el culpable de todos nuestros males. Sin obviar esta matriz de análisis, ha llegado el momento de trascender ese visión reduccionista, y ver a lo interno de nuestra sociedad para estudiar el curso de la dinámica interna de los procesos de cambio, es el momento de analizar nuestros errores, debilidades, fallas y omisiones para poder corregir y detener el proceso de restauración neoliberal que avanza a ritmo vertiginoso en el continente y especialmente en Suramérica. Estamos conscientes del papel que juega el imperialismo y sus aliados internos en el proceso de restauración conservadora en el continente y de las resistencias que producen los procesos de transformación y cambio, no obstante, es imperativo profundizar el análisis de nuestras realidades, tomando en cuenta las contradicciones y la complejidad de las estructuras heredadas en el ámbito ideopolítico-cultural- económico; por ello se impone una ruptura radical con las viejas prácticas y maneras de hacer y ejercer la política. Urge abrir un debate sobre los procesos de emancipación en el marco de la estructura del capitalismo global y el curso que han experimentado nuestras economías dependientes de las materias primas, por ende, subordinadas a los desequilibrios del mercado externo, en una relación neocolonial en términos económicos y culturales que sobrevive en el siglo XXI.
Solo a partir de allí estaremos en condiciones de comprender la magnitud de la crisis del presente para fortalecer las posibilidades de derrotar la restauración conservadora-neoliberal que se fragua en el continente. Potenciando los proyectos populares y revolucionarios, es la única forma de evitar el retorno al pasado. No hay tiempo que perder. El debate está abierto.
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