jueves, 22 de septiembre de 2016

Operaciones Especiales de EE.UU. en Latinoamérica: ¿Diplomacia paralela?



Por Sarah Kinosian y Adam Isacson

Las fuerzas más élites de las fuerzas armadas de los Estados Unidos han aumentado sus despliegues en todo el mundo, y Latinoamérica y el Caribe no son la excepción. Sin embargo, a la par que las actividades de las fuerzas especiales aumentan, la ya de por sí poca transparencia e información disponible sobre sus acciones se reduce.

Las Fuerzas de Operaciones Especiales (Special Operations Forces, SOF)—las Boinas Verdes del Ejército, los SEALs de la Marina y otras unidades altamente entrenadas—son letales, ágiles y buscan establecer relaciones cuasi-diplomáticas en otros países, mientras mantienen un perfil bajo. Llevan a cabo misiones que van desde persecuciones en el Medio Oriente, a la recolección de información en Mali, a apoyar las incursiones contra pandillas en El Salvador. Dado que entre sus principales misiones se incluyen asuntos civiles y operaciones psicológicas, su propósito es tan político como militar.

Según documentos obtenidos por la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) a través de la Ley de Libertad de Información (Freedom of Information Act, FOIA), el número de misiones de entrenamiento llevados a cabo por las Fuerzas de Operaciones Especiales en Latinoamérica se triplicó entre 2007 y 2014, un período en el que la ayuda militar a la región, en general, estaba disminuyendo.

Esto encaja en una tendencia mundial de fuerte incremento de estas fuerzas. Desde los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, las Fuerzas de Operaciones Especiales se han duplicado en número hasta casi 70,000 y su presupuesto se ha triplicado, y actualmente supera los US$17 mil millones al año. En 2015, se desplegaron en 135 de las 196 naciones del mundo.

Este crecimiento era de esperarse. Las Fuerzas de Operaciones Especiales se desplegaron a gran escala en Irak y Afganistán durante el apogeo de las intervenciones de los Estados Unidos en esos países. Desde entonces, la presencia estadounidense en ambos países se ha reducido, dejando a miles de militares disponibles para ser enviados a nuevas misiones en más países.

Muchas de esas misiones se llevan a cabo a través de un programa de capacitación denominado el Entrenamiento de Intercambio Conjunto y Combinado (Joint Combined Exchange Training, JCET), formalizado mediante una adición en el año de 1991 a la ley del Departamento de Defensa de EE.UU. Durante los entrenamientos JCET—que a menudo se asemejan a los ejercicios conjuntos, con algunas tareas durante el curso—las Fuerzas de Operaciones Especiales practican nuevas habilidades de combate y técnicas como puntería de pistola y rifle, el combate urbano, la recolección de información o el control de disturbios. El propósito oficial de los entrenamientos es que las SOF mantengan sus propias habilidades. Aún más importante, también se están familiarizando con el terreno, la cultura, el lenguaje y las fuerzas armadas del país anfitrión.


Pero los JCETs van más allá de la formación de las fuerzas estadounidenses. Instruyen a sus homólogos latinoamericanos sobre tácticas militares a la vez que están obteniendo “acceso a la región con una mínima huella”, según los documentos. Los informes destacan que las “actividades [de los JCETs] a menudo fortalecen la influencia de EE.UU. en los países anfitriones”.


En Latinoamérica
La ayuda militar y policial para Latinoamérica y el Caribe ha disminuido desde el 2010, como los paquetes de ayuda del Plan Colombia y la Iniciativa Mérida se han reducido. Durante estos mismos años, sin embargo, los despliegues de las Fuerzas de Operaciones Especiales han aumentado en la región, particularmente en Centroamérica.

Entre 2007 y 2014, el número de misiones de entrenamiento de las Fuerzas Especiales se triplicó de 12 JCETs entrenando 560 miembros de fuerzas de seguridad en un año, a 36 JCETs entrenando a 2,300.



A partir de 2008, los documentos muestran un cambio de enfoque de América del Sur a Centroamérica, explicando que la región se había convertido “cada vez más plagada de violencia y tráfico ilícito”.

Honduras ha sido el país más visitado en el hemisferio occidental, con 21 misiones en el transcurso del de ocho años. La mayoría de los cursos de formación se llevaron a cabo entre 2011 y 2014, una época en que las graves acusaciones en contra de las fuerzas de seguridad de Honduras—el asesinato, la tortura, la violación y la extorsión—en gran parte no fueron investigadas ni castigadas. Otros cuatro entrenamientos se llevaron a cabo en el 2009; en junio de este año (tres meses antes del fin del año fiscal del gobierno estadounidense), las fuerzas armadas hondureñas ayudaron a derrocar al presidente electo en un golpe.

Además de los entrenamientos JCET, las Fuerzas de Operaciones Especiales de los Estados Unidos han jugado un papel importante en la lucha del país contra las pandillas. Fueron fundamentales en la construcción de los Tigres, un equipo élite SWAT que fue creado en el 2013 para combatir el crimen organizado. Las Boinas Verdes estadounidenses ahora asesoran y monitorean sus operaciones y capacitan a los agentes de los Tigres en puntería y combate cuerpo a cuerpo.

El Salvador, que ahora cuenta con un oficial de enlace de las Fuerzas de Operaciones Especiales en la embajada de EE.UU., fue un cercano segundo lugar a Honduras, con 19 misiones. La mayoría tuvieron lugar entre 2012 y 2014. No hay información disponible sobre cuáles son las unidades con que las fuerzas estadounidenses están trabajando allí, pero es probable que sean algunas de las diez o más fuerzas de elite que el gobierno salvadoreño ha desplegado en las calles en su guerra interna contra las pandillas. Allí, en este esfuerzo, las fuerzas de seguridad han sido acusadas de ejecuciones extrajudiciales, la manipulación de escenas del crimen y las desapariciones forzadas, entre otros crímenes.

Las Fuerzas de Operaciones Especiales también trabajan en estrecha colaboración con las fuerzas de seguridad de Colombia, quienes ahora se despliegan en todo el mundo para llevar a cabo cursos de formación, incluyendo Centroamérica. El país fue sede de 19 misiones JCET entre 2007 y 2014.

Curiosamente, ha habido un menor número de despliegues en Guatemala en comparación con el resto de Centroamérica. Esto podría ser debido a cuestiones de derechos humanos que impidieron que el ejército guatemalteco recibiera asistencia militar de EE.UU. durante muchos años.

La “guerra global contra el terrorismo” es la misión principal de las Fuerzas de Operaciones Especiales, y su expansión ocurrió dentro de su contexto. Incluso en una región como Latinoamérica, donde el terrorismo es menos común y donde grupos delictivos que controlan territorios, poblaciones y gobiernos son la mayor amenaza, las Fuerzas de Operaciones Especiales de EE.UU. llevan a cabo “entrenamientos de lucha contra los narcoterroristas”. Esta lógica puede explicar por qué los países más pequeños con las comunidades islámicas considerables, como Belice, Guyana y Trinidad y Tobago, están bien representados en la lista de destinos de JCET.

Durante los últimos ocho años, alrededor de 4,000 miembros de las Fuerzas de Operaciones Especiales de los Estados Unidos han capacitado casi 13,000 miembros de las fuerzas de seguridad de Latinoamérica con un costo de $73 millones.


Una Tendencia Creciente
A nivel mundial, esta tendencia sólo va a crecer. En el 2013, el entonces comandante general del Mando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos (U.S. Special Operations Command, SOCOM) Joseph Votel dijo: “Queremos estar en todas partes, saber todo…” Y están en camino. El presupuesto del 2016 del Departamento de Defensa muestra los planes para desplegar más entrenamientos JCET en 2015 y 2016 que nunca antes.

Oficiales de Operaciones Especiales de Enlace (Special Operations Liaison Officers, SOLOs) están actualmente en 14 embajadas clave de Estados Unidos para asesorar a las fuerzas de operaciones especiales de esos países. Cuatro de ellos se encuentran en Latinoamérica: Brasil, Colombia, El Salvador y Perú. Para el 2019, SOCOM tiene fondos para expandir a 40 países. No está claro lo que esto significaría para Latinoamérica.

Preguntas
Si las Fuerzas de Operaciones Especiales se encuentran en los países para promover el interés de los Estados Unidos, y los JCETs son una herramienta en el terreno para lograr eso, el público de EE.UU. tiene que empezar a hacer más preguntas.

¿Con quién estamos trabajando?

En los países donde actualmente las Fuerzas de Operaciones Especiales tienen una mayor presencia, es importante saber a quienes están entrenando los EE.UU. En Honduras, las fuerzas de seguridad han estado implicadas en “ejecuciones ilegales y arbitrarias y otras actividades criminales”, según el Departamento del Estado. En El Salvador, el Departamento de Estado también encontró el ejército y la policía de haber participado en “ejecuciones ilegales y malos tratos”.

Pero los despliegues de las Fuerzas de Operaciones Especiales tienen pocas salvaguardias para asegurarse que las tropas no están trabajando con unidades que matan, torturan o abusan a su propia gente. ¿Estas unidades son conocidas por ser corruptas o por trabajar con el crimen organizado, o por trabajar con un grupo político o étnico en contra de otro? Los que puedan saber si hay un problema—funcionarios en el Departamento de Estado, el Congreso o expertos independientes—no pueden intervenir en esto porque tienen muy poca oportunidad de revisar lo que está pasando y se han dado muy pocos detalles, o ninguno en absoluto.. Aparte de los embajadores de Estados Unidos en esos países, otras agencias civiles tienen poca o ninguna visibilidad en tiempo real sobre el programa.

Para el público, incluso los datos históricos no están disponibles: los informes ordenados por el Congreso que WOLA obtuvo a través del FOIA sólo incluyen los totales de los despliegues, aprendices y los costos: no se identifican las unidades militares o policiales “asociadas”.

¿Quién realmente está haciendo la política exterior de EE.UU. en lugares como Latinoamérica—el Departamento de Estado o las Fuerzas Armadas?

Esto es parte de un debate en Washington sobre quién realmente lleva a cabo la política de EE.UU. en el extranjero y los mensajes que se envían sobre cómo resolver los problemas. Los entrenamientos JCET son parte de una tendencia más amplia de las fuerzas armadas estadounidenses usando su propio presupuesto para entrenar a las fuerzas armadas de otros países, con muy poca participación ni supervisión de nuestros diplomáticos o comités de asuntos exteriores del Congreso.

Se llaman las Fuerzas de Operaciones Especiales, “diplomáticos guerreros“, porque tienen habilidades letales, pero también están capacitados para relacionarse y asociarse con los civiles en países extranjeros. Algunos líderes alistados de alto rango reciben entrenamiento diplomático, tomando clases de gramática y aprendiendo cual tenedor tienen que usar durante las cenas de alto nivel. Este canal separado de la diplomacia está creciendo, con implicaciones no examinadas para el proceso de la política exterior de los Estados Unidos.

¿Cuáles son los beneficios de JCETS? Es el verdadero objetivo del programa entrenar a las Fuerzas de Operaciones Especiales de EE.UU.? ¿El entrenamiento que las fuerzas de Estados Unidos reciben justifica el costo? ¿Qué obtienen los ciudadanos estadounidenses por tener tantos despliegues militares en todo el mundo?

En una investigación de 1998 en el programa del entrenamiento JCET, el Washington Post encontró que “las fuerzas de operaciones especiales estadounidenses han establecido lazos militares en al menos 110 países, sin el estorbo del debate público, la supervisión civil eficaz o la participación de los altos funcionarios de relaciones exteriores de Estados Unidos”.

Parece que muy poco ha cambiado en dieciocho años, mientras que estos despliegues han seguido creciendo. Aunque los JCETs son solamente una pequeña parte de la historia, son representativos de una tendencia más amplia.

Llevó años de investigación para obtener la información de este artículo e incluso entonces, ha disminuido la transparencia. Desde el 2010, los informes sobre los JCETs ordenados por el Congreso se han vuelto más clasificados. El informe del 2009 tenía 47 páginas, no redactadas, disponibles al público. El informe del 2010 tenía ocho páginas.

A medida que las operaciones militares de los Estados Unidos en todo el mundo han cambiado, también han cambiado las preguntas que tenemos que hacer sobre el uso de las Fuerzas de Operaciones Especiales. Sin embargo, conseguir respuestas es cada vez más difícil.

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