sábado, 3 de septiembre de 2016
Adiós a un gran investigador
Por Carlos Rodríguez
Fue uno los renovadores del periodismo argentino y fundador, con Walsh, Masetti y García Márquez de la Agencia Prensa Latina. Su estilo fue de una claridad inolvidable, formadora y muy potente en la denuncia.
Ayer, a los 84 años, en un sanatorio del barrio porteño de Palermo, se extinguió el vuelo de Pajarito, como llamaban amigos y colegas al periodista y escritor Rogelio García Lupo. Apenas se conoció la noticia, alguien comentó que hay vuelos que nunca terminan, porque la obra queda “sobrevolando cabezas y conciencias”. Sus méritos como informador y formador, como redactor puntilloso, claro, exquisito y a la vez sencillo, cercano al lector, han quedado representados en miles de trabajos. Uno de sus galones más grandes fue la creación de la agencia de noticias cubana Prensa Latina junto a Rodolfo Walsh, Gabriel García Márquez y Jorge Masetti. Lo que buscaban, después de la revolución de 1959, era algo que todavía sigue siendo una tarea titánica y utópica: romper el cerco informativo de los medios masivos de comunicación.
En su larga trayectoria de más de seis décadas, se convirtió en un referente del periodismo de investigación en la Argentina y en Latinoamérica. Había nacido en Buenos Aires el 16 de noviembre de 1931, y sus primeros pasos importantes en el oficio los dio en los años 50, como redactor de las revistas Continente y Qué, y en el vespertino Noticias Gráficas.
Después del triunfo de la revolución, vivió un año en La Habana, para trasladarse más tarde a Chile y Ecuador. De regreso en Buenos Aires, fue redactor de la revista Primera Plana y hacia fines de los 60 participó en la creación del semanario de la CGT de los Argentinos, junto con Walsh y Horacio Verbitsky, en un medio que marcó un hito porque ponía en el centro de la escena las luchas obreras de la época.
En 1973, durante el gobierno de Héctor J. Cámpora, fue designado director ejecutivo de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba).
Fue corresponsal de distintos medios latinoamericanos, y en el año 2007 Gabriel García Márquez le entregó el premio Homenaje de la Fundación Nuevo Periodismo como reconocimiento a su obra.
Sus artículos periodísticos fueron publicados con forma de libros, entre los que se destacan “La rebelión de los generales (1962); “Contra la ocupación extranjera” (1968) y “Mercenarios y Monopolios en la Argentina -de Onganía a Lanusse-” (1971). Una buena parte de los artículos habían sido publicados en el semanario Marcha de Montevideo, donde encontró lo que siempre buscaba: “Escribir libre de las ataduras” que imponen las empresas periodísticas. La primavera terminó el 27 de junio de 1973, con el golpe cívico-militar en Uruguay.
García Lupo se interesó también en temas de la política internacional, en sus libros Diplomacia secreta y rendición incondicional (1983) y de manera especial en El Paraguay de Stroessner (1989), en donde puso bajo la lupa al banquero saudita Gaith Pharaon, lavador de dinero de la política, el narcotráfico y el comercio de armas. En la última década publicó Ultimas Noticias de Perón y su tiempo (2006) y Ultimas noticias de Fidel y el Che (2007).
Fue colaborador del desaparecido suplemento Zona del diario Clarín, donde escribió algunas crónicas deliciosas, como el relato centrado en Ernesto “Che” Guevara, a quien conoció en La Habana, como redactor y fotógrafo –además de guerrillero, claro– colaborando en la agencia Prensa Latina. En Cuba, esos relatos de Guevara se publicaron en un libro titulado Che periodista. García Lupo dice que la pasión por la fotografía nació en el Che cuando murió su sueño de ejercer la medicina y antes de tomar las armas en Sierra Maestra.
Uno de los tantos homenajes que recibió en vida fue el documental A vuelo de Pajarito, realizado por uno de sus hijos, Santiago García Isler, trabajo que recorre su obra y que pone de relieve el buen humor, la ironía que lo acompañó toda su vida. Una de sus grandes preocupaciones era qué iba a pasar con su voluminoso archivo una vez que dejara de estar entre los vivos. Allí recordó también que a mediados de 1955 pasó cien días detenido en el “cuadro 9” de presos políticos de la cárcel de Villa Devoto acusado de participar de una campaña de prensa contra Perón, lo que se convirtió en una experiencia vital decisiva ya que –según relató– “allí conocí por primera vez obreros reales”.
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