miércoles, 21 de septiembre de 2016

En septiembre debemos celebrar que seguimos existiendo y resistiendo, sostiene Julio Escoto



En momentos que Honduras celebra sus llamadas fiestas patrias en el cumplimiento de 195 años de la independencia de España, el analista y escritor hondureño, Julio Escoto, reclama que no hay una independencia qué celebrar.

“En realidad lo que debemos estar celebrando es que los hondureños seguimos existiendo, seguimos peleando por nuestros país, seguimos mostrando resistencia contra la maldad y lo negativo mayormente de los políticos que quieren vender la nacionalidad” reflexionó Escoto.

El escritor también agregó que se debe celebrar que tenemos unos próceres que fueron, dentro de Centroamérica, de los más puros. “Si estudiamos nosotros la biografía de Francisco Morazán y todavía más arriba aún de José Trinidad Cabañas nos daremos cuenta que en Centroamérica son muy pocos los hombres de esa categoría y de esa pureza” dijo Escoto.

Radio Progreso (RP) dialogó con el escritor Julio Escoto (JE) sobre Patria y Soberanía.

RP. ¿En qué condiciones está la patria?

JE. Nos encontramos en una situación de coyuntura muy delicada y muy peligrosa. Centroamérica, en términos generales, siempre ha estado en situación de crisis, es decir que para nosotros crisis es un Estado normal de existencia de la nacionalidad, de la sociedad, del Estado en sí. Pero en estos momentos, debido al ataque neoliberal, desde hace 20 o 30 años aproximadamente, el riesgo es mucho mayor que antes.

RP. ¿Cuál es el temor?

JE. Si previamente se tenía el riesgo de que una potencia extranjera se apoderara de los territorios nacionales y rompiera el principio de la soberanía como por ejemplo cuando la República Centroamericana tuvo temor que Inglaterra se apoderara de los grandes territorios de la Mosquitia, Islas de la Bahía, de Belice, lo cual podría ser una pérdida momentánea en ese tiempo, ahora la pérdida puede ser total y completa porque en el sistema neoliberal, los gobernantes actuales, piensan en la venta total, completa del Estado, lo cual es el rompimiento absoluto del principio de soberanía.

RP. ¿Qué nos une?

JE. Dentro de los pueblos, normalmente, lo que unifica, lo que aglutina, lo que forma la nacionalidad son ciertos factores muy conocidos. Uno es la historia común, un pueblo que tiene una historia común se siente más unido. El lenguaje, en este caso el español que es lo que mayormente todos hablamos. El territorio que es esencial, es básico, todos sentimos que somos dueños de un determinado territorio, y eso nos unifica, nos juntas, y además de ello, en un sentido menor, también la religión. Pero cuando uno de esos factores está en extremo peligro, como es el caso ahora del territorio, entonces entramos en una fase mucho más profunda, mucho más delicada, de rompimiento de la civilidad y de la nacionalidad.

RP. ¿Y la gente tiene clara esa situación?

JE. No. Absolutamente no. Si hacemos una escala cuidadosa de conocimientos nos daremos cuenta de que quiénes están muy claros de este procedimiento método-sistema, cómo funciona y cómo se le saca provecho, es la clase alta, élite o capa dominante de este país. Es decir es esa oligarquía como se le llama, aunque es un término no muy bien utilizado, porque no todo mundo es oligarca. El oligarca está muy muy alto dentro de la escala económica y financiera, por ejemplo un ministro no es un oligarca, un militar nunca es un oligarca e inclusos los presidentes de la República no son oligarcas porque ellos están en una segunda categoría. La oligarquía está en la capa superior, en la gran élite.

RP. ¿Qué otros sectores comprenden lo que está pasando?

JE. De ahí descendiendo, hay un grupo de profesionales, intelectuales, de personas con estudio, que tienen conocimiento de esto y lo denuncian, ese es el trabajo que hacemos los intelectuales, los escritores, de denunciar este tipo de mecanismo de dominación, pero bajando más al nivel de clase media y al nivel mayormente popular, obrero, agrario, lo que existe es un proceso terrible de alienación. Alienación es cuando uno ya ni se da cuenta qué es lo que le está pasando. Alienación es cuando va a los desfiles y dice patria mía, patria querida, y sin embargo no tiene patria o su patria está siendo despedazada, vendida o hipotecada.

RP. ¿Qué sentimientos le provoca a usted ver tanta gente en las calles celebrando a la patria?

JE. No vamos hacer despreciativos, creo que debemos ser cuidadosos en ese sentido. Provoca dos tipos de sensación: uno es que me encanta, es bellísimo ver cómo tanto ser humano, de todas las clases sociales quieren una patria, desea una patria, va a las calles a marchar, a tocar tambor. Se viste, se baña temprano, se perfuma, se pone su uniforme porque quiere celebrar una patria. Pero en el otro enfoque, cuando uno analiza si es verdad si existe esa patria o siquiera si hay posibilidad de construir esa patria, da tristeza, porque inmediatamente reconocemos que todos esos desfiles, esas marchas, esos tambores, esas trompetas, esas cornetas, están celebrando algo que no existe o bien están celebrando algo que nos están quitando permanente y constantemente.

RP. ¿Qué se debe celebrar el 15 de septiembre?

JE. En realidad lo que debemos estar celebrando es el que los hondureños seguimos existiendo, seguimos peleando por nuestros país, seguimos mostrando resistencia contra la maldad y lo negativo mayormente de los políticos que quieren vender la nacionalidad. Ir a celebrar que tenemos unos próceres que fueron, dentro de Centroamérica, de los más puros. Si estudiamos nosotros la biografía de Francisco Morazán y todavía más arriba aún de José Trinidad Cabañas nos daremos cuenta que en Centroamérica son muy pocos los hombres de esa categoría y de esa pureza.

RP. ¿Cómo demandar otra patria?

JE. Mediante la educación. Ya lo había dicho José Cecilio del Valle: la educación es el instrumento más grande para el desarrollo de los pueblos. Y usted ya lo ve que los pueblos más avanzados del mundo son aquellos donde la alfabetización es muy alta.

RP. ¿Y ya con eso se puede desarrollar un pueblo?

JE. Yo todavía voy más allá. Insisto en que para entender qué es la alienación, qué es la enajenación en la cual vivimos, cómo es este mecanismo o proceso de dominación mediante el cual se nos engañan, se nos hace creer que tenemos patria, es mediante la educación política. La educación política consiste en enseñarle a la gente su realidad, su verdad, su contextos, qué es lo que está viviendo, qué es lo que está sufriendo. Enseñarle sobre todo a establecer relaciones. Qué relación hay, por ejemplo, entre el tener que pagar un peaje que va a favorecer a un grupo pequeño, limitado, que le va a dar millones de lempiras y millones de dólares y lo que él gana que es muy poco, que es absolutamente mínimo en comparación con esa gran ganancia entre los que manejan el peaje.

RP.  195 años, ¿qué han significado para Honduras?

JE. Hay que ver el doble enfoque. 195 años centroamericanos en su historia significan dos cosas: uno, un largo engaño desde el momento mismo de la independencia. Los funcionarios, los burócratas que declaran la independencia escriben en la misma acta que lo hacen para que el pueblo no la declare por él mismo, desde allí ya vemos un mecanismo de engaño. Pero también, y esto me llena de admiración, también son 195 años bellos de resistencia popular. Es decir, Centroamérica existe, Honduras existe en este momento porque los hondureños hemos sido fuertes para salvarla de que la destruyan.

RP.  De cara al bicentenario, ¿qué debe construirse en estos próximos cinco años?

JE. Debe hacerse una profunda e intensa evaluación de qué fuimos, qué somos y hacia dónde vamos. La celebración del bicentenario debe servir para que haya foro, discusiones, debates, conferencias, exposiciones, libros, publicaciones que nos hablen de la historia pasada y nos digan qué fueron en verdad los próceres, si fueron próceres o no, si cumplieron con los deseo del pueblo o si traicionaron a los pueblos, quiénes fueron las víctimas y quiénes fueron los villanos del pasado. Pero también se relaciona con el presente. Qué está ocurriendo en este momento. Quiénes son los que están hundiendo el sistema democrático de la República queriendo empujar una reelección que es detestada por la mayor parte de la población y quiénes están resistiendo a ese intento. Y desde luego planificar para el futuro. Después de estos 200 años que vamos a construir en los próximos, ya no cien ni doscientos años, sino en los próximos 20 o 30 años que es a corto plazo como se tiene que organizar el desarrollo del país.

RP. ¿Qué es ser patriota?

JE. Es tener fe en la sociedad, porque usualmente patria es la montaña, los mares, los ríos, etc., que sí lo es, no podemos negarlo, que es la historia, los próceres, los antepasados, los ancestros que nos formaron, nos educaron y nos hicieron a nosotros, que también lo es, es innegable, pero esencialmente patria es la sociedad, es decir patria es el prójimo, es el otro ser humano. Se patriota es no matar a mi prójimo, no matar a mi vecino, no matar a otro ser humano, no robarle al vecino, es decir, ser solidario, ser una persona que respeta el principio y el derecho de los otros.

RP. ¿Usted identificaría algún patriota en este 2016?

JE. Sí, absolutamente hay muchos, pero muchos patriotas. Incluso yo podría decirle que podríamos identificar próceres dentro de la sociedad actual. Un prócer es alguien que está peleando por una causa favorable a toda la sociedad, y qué hizo Berta Cáceres precisamente, pelear por una causa, combatir y morir por una causa que beneficiaba a toda la sociedad. Lo mismo podemos decir por ejemplo de un ecologista Mauricio Torres Molinero que ha arriesgado la vida por ello, podríamos hablar de un historiador como Darío Euraque que trata de clarificar el proceso histórico hondureño, de un poeta como José Adán Castelar que es una figura extraordinaria dentro del patriotismo y dentro de la estética de la poesía hondureño. Y así hay muchos otros héroes diarios que los vemos en la calle.

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