jueves, 15 de septiembre de 2016

La Educación Formal de mal a peor



En los últimos años, nuestro sistema educativo ha dado más señales de mediocridad que de lucidez. El nuevo marco jurídico expresado en la Ley fundamental de educación y la Ley del sistema nacional para la evaluación, acreditación, certificación de la calidad y equidad de la educación, son la caja de pandora.

La administración pública educativa es un conjunto de intenciones que busca regular, administrar y evaluar la educación del país, y como en toda política hay un poder, un proyecto político y económico. Y con las reformas al sistema educativo, la casa presidencial y sus allegados son el poder real, y el ministro de educación es el “caballo de Troya”.

Con las reformas educativas, Marlon Escoto se convirtió en el terror de los gremios magisteriales y verdugo del sistema educativo. Sus acciones van desde suspender a directores por no marchar el 15 de septiembre, amonestar un centro educativo por conmemorar la patria con un mural alusivo a la vida y lucha de Berta Cáceres, hasta asegurarse que no haya estudiantes reprobados. 

El nuevo sistema de evaluación establece que un niño pasa la clase con 70 por ciento, pero el profesor está obligado a nivelar sus notas en cada parcial y nivelarlo en la nota global. De manera que los profesores están obligados a pasar a todos los estudiantes, favoreciendo la mediocridad y el mínimo esfuerzo; una realidad avalada por la Ley y el ministro de educación, y todo para cumplir con los organismos financieros y con la farsa presidencial de que “Honduras está cambiando”. 

Si ya había dificultades de maestros faltistas, precarias condiciones pedagógicas y politización, hoy nos encontramos con miles de estudiantes que no van a la escuela, que no saben leer ni escribir, que no hacen tareas y por la magia de un “oficio” del ministro son ascendidos al grado siguiente. Nuestros estudiantes de primaria y secundaria se convirtieron en números que primordialmente importan como estadística para los informes del gobierno.

Frente a un escenario tan incierto en materia educativa, preguntamos al gobierno: ¿cuánto ha mejorado la calidad educativa con la aplicación del nuevo paradigma de evaluación? ¿Por qué se impulsan reformas pero no se aumenta el presupuesto para educación? ¿Qué busca con esas acciones y leyes que hacen más precario el sistema educativo? ¿Están preparando las condiciones para avanzar en la privatización de los servicios educativos?

Preguntas más, preguntas menos. Se lanzan al viento y ante los oídos del Ministro, serán sin duda como esa paja que siempre se la lleva el viento.

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