lunes, 4 de junio de 2012
La receta de la embajadora Kubiske
Rebelión
Por Roberto Quesada
"La muerte en todas sus formas es aborrecible para el hombre,
pero la peor de todas es la muerte por hambre."
Homero, poeta griego.
A los escritores de verdad, especialmente a los novelistas y poetas, nos da por darle también al arte culinario (de cocina, no se mal entienda), pero los más creativos aun cuando usemos un recetario, rompemos las reglas y las mejoramos si sospechamos que le falta al sazón para estar en su punto, así receta en mano más condimento propio puede lograrse un resultado de exquisitez.
En mi caso pues pueden dar testimonio de ello, entre muchísimos, el periodista José Luis Galdámez, el abogado Fredín Funes, el presentador de televisión Salvador Nasralla, el crítico literario Mario Gallardo, el otrora dirigente estudiantil de izquierda Armando Villanueva, el músico Pavel Núñez, el Padre Melo, el dirigente de la amistad Honduras Cuba Gonzalo Valerio, mi amigo Mario Flores del 28 de Junio del Partido Libre, de Comayagua. A las mujeres no las menciono (se puede poner celosa Lucy, son muchas y amigas nada más). Eso sí, nada mejor para un chef, sea del sexo que sea, que ver a sus invitados comer hasta la saciedad y brindar palabras de elogio a quien crea tal magia de dejar los platos vacíos.
Para quienes me leen fuera de Honduras, y que no tienen por qué saberlo, Lisa Kubiske, es la embajadora de los Estados Unidos que llegó a Honduras en lo que bien podría llamarse “la extensión del golpe de Estado”. El golpe persiste porque en Honduras existe total impunidad: va desde los asesinatos al pueblo hondureño del gobierno de facto de Micheletti y los del actual gobierno, así como todo tipo de injusticias, como robo de salarios por parte del gobierno, es el caso del magisterio hondureño y a otras muchas más personas que laboraban en otras dependencias gubernamentales. Es tan obvia la existencia del golpe que el propio Pepe Lobo (quien preside Honduras) en varias ocasiones ha denunciado que quieren darle una especie de golpe dentro del golpe. Y eso no estaría lejos, ahora que acaba de lanzar ese globo sonda de que a su gobierno le falta un año y medio más dos (años) de transición.
Escuchaba el noticiero matutino de Radio Globo, presentado por los amigos Rony Martínez y David Romero, y allí apareció la embajadora Lisa Kubiske refiriéndose a un incidente en donde murieron varios hondureños, confundidos con narcotraficantes, entre ellos dos muchachas embarazadas, a causa de las ráfagas de balas que les llovió desde helicópteros tripulados por agentes de la DEA y de Honduras. Para ubicarme mejor geográficamente con los hechos, me comuniqué telefónicamente con el periodista que más conoce Honduras, el mismo de Honduras Desconocida de Noticiero Mi Nación (Globotv y Radio Globo), Julio Ernesto Alvarado, y me refirió también los hábitos de nuestros compatriotas miskitos de madrugar a sus diversos quehaceres.
En ese contexto la embajadora Kubiske da la receta de que en Honduras debemos de educar a los jóvenes para que no ingresen al criminal negocio de las drogas. Y la receta es buena, embajadora Kubiske, y paso a hablarle en primera persona porque sé que usted, al igual que muchos embajadores en Honduras de América Latina y Europa me leen (incluso algunos me escriben, modestia aparte, pues encuentran en mis escritos otros puntos de vista, la rigurosa investigación para hablar con la verdad y la solvencia moral de no ser sumiso ante el extranjero/a como suele ocurrir, desgraciadamente, con gran cantidad de mis compatriotas). Pues volviendo a la receta, es buena pero le falta mucho condimento. En primer lugar, existe una pregunta clave, ¿qué lleva al hondureño/a a delinquir? No dudo de que existan quienes buscan el dinero fácil, pero, sin duda, los hay quienes nada más lo hacen por algo similar a lo que escribió el poeta José Adán Castelar: “El hambre no tiene ley sino hambre”. Así es embajadora: un grupo humano hambriento, llámese aldea, pueblo, caserío, país o lo que sea, es capaz de comerse entre sí, si no existe otra fuente de alimento. No lo dude, que si las cosas continúan en Honduras en esa espiral descendente nadie querrá ser embajador/a ni representante diplomático ni de nada pues correrá el riesgo de que se lo coman, vivo o viva.
Si su equipo es diligente, ya le habrán pasado la nota informativa en donde queda constatado que quienes asaltan la banca hondureña están dentro de ella, esa lista de pavor, comenzando por la presidenta del Banco Central de Honduras, de salarios estratosféricos, de terror, en un pueblo hambriento y desempleado. Y si le da un vistazo a relaciones exteriores, que recientemente el hombre del Semeh, el canciller, Arturo Corrales, amenazó con reestructurar, verá que cantidad de dinero, en un país miserable, se bota en nepotismo, compadrazgo y el no hacer nada (aquí le irán a decir al oído que no me haga caso, que Roberto Quesada está resentido porque le robamos sus prestaciones, su sueldo de un año, lo botamos y lo dejamos fuera de Honduras… Nada de eso, tómelo como chisme criollo, siempre gané poco, modestamente, porque la corazonada me decía que tarde o temprano tendría que enfrentarme a estos depredadores de mi patria).
A ello agréguele cada acto de corrupción, el nepotismo, el despilfarro en viajes de funcionarios que no van sino a hacer turismo al exterior, en fin, no me diga que no está informada, estos datos usted los sabe mejor que yo. Este mes de mayo, en Nueva York, el ex senador demócrata Pedro Espada, puertorriqueño, fue condenado a 40 años de prisión por malversar fondos gubernamentales por un valor de 600 mil dólares. Saque calculadora embajadora, ¿cuántos años de cárcel cree usted que existen en Honduras en gente que hasta usted ha conocido como “honorable”? No se ría, embajadora, que estoy hablando en serio. Se dará cuenta que quizá le falten números a la calculadora.
Se dice que la base del desarrollo en un país es la educación y la salud, puede ser cierto, pero en ese caso, se da por descontado que es un país que por lo menos está alimentado. El caso de Honduras no, embajadora, lo primero, lo prioritario, un asunto que incluso puede considerarse de salud: es la alimentación. Comer, aunque no usen recetarios como usted y yo sino básicamente alimentarse. Alguien que ha comido estará listo para recibir el segundo pan, el del saber, el de educarse. Mientras el 99 por ciento no tenga que comer y el uno por ciento estalle por los excesos, la educación deja de ser prioridad. Y más si un país como los Estados Unidos en vez de dar alimentos y medicinas a un país como Honduras, protege a los delincuentes de cuello blanco y prioriza el armamentismo.
Como diría el filósofo Rene Descartes: “Cogito ergo sum”, o sea: “Pienso, luego existo”, que en la actual Honduras sería: “Como, luego pienso y quizá después existo”. Prohibido pensar.
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